La gloria de mi Padre consiste en que ustedes den fruto abundante, y así sean mis discípulos. Así concluye el evangelio de hoy, y como el mismos evangelio en otra parte señala, los frutos del Espíritu Santo son, a saber: caridad, gozo, paz, paciencia, longanimidad, bondad, benignidad, mansedumbre, fidelidad, modestia, continencia y castidad. De tal modo que para saber si somos ese sarmiento cargado de fruto unido a la vid de Jesucristo, o ese otro seco y estéril que solo sirve para ser consumido por el fuego examinémonos hoy si los frutos anteriormente mencionados están presentes en nosotros en abundancia.
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