Noy hay que confundir ley con moral, verdad o caridad

Martes de la 4a semana de Cuaresma
El Evangelio del día
Evangelio según San Juan 5,1-16.
Se celebraba una fiesta de los judíos y Jesús subió a Jerusalén.
Junto a la puerta de las Ovejas, en Jerusalén, hay una piscina llamada en hebreo Betsata, que tiene cinco pórticos.
Bajo estos pórticos yacía una multitud de enfermos, ciegos, paralíticos y lisiados, que esperaban la agitación del agua.
[Porque el Angel del Señor descendía cada tanto a la piscina y movía el agua. El primero que entraba en la piscina, después que el agua se agitaba, quedaba curado, cualquiera fuera su mal.]
Había allí un hombre que estaba enfermo desde hacía treinta y ocho años.
Al verlo tendido, y sabiendo que hacía tanto tiempo que estaba así, Jesús le preguntó: «¿Quieres curarte?».
El respondió: «Señor, no tengo a nadie que me sumerja en la piscina cuando el agua comienza a agitarse; mientras yo voy, otro desciende antes».
Jesús le dijo: «Levántate, toma tu camilla y camina».
En seguida el hombre se curó, tomó su camilla y empezó a caminar. Era un sábado,
y los judíos dijeron entonces al que acababa de ser curado: «Es sábado. No te está permitido llevar tu camilla».
El les respondió: «El que me curó me dijo: ‘Toma tu camilla y camina'».
Ellos le preguntaron: «¿Quién es ese hombre que te dijo: ‘Toma tu camilla y camina?'».
Pero el enfermo lo ignoraba, porque Jesús había desaparecido entre la multitud que estaba allí.
Después, Jesús lo encontró en el Templo y le dijo: «Has sido curado; no vuelvas a pecar, de lo contrario te ocurrirán peores cosas todavía».
El hombre fue a decir a los judíos que era Jesús el que lo había curado.
Ellos atacaban a Jesús, porque hacía esas cosas en sábado.
Extraído de la Biblia: Libro del Pueblo de Dios.

San Juan Casiano (c. 360-435)
fundador de la Abadía de Marsella

De la protección de Dios, Conferencias (SC 54, Conférences VIII-XVII, Cerf, 1958),
“¿Quieres curarte?” (Jn 5,6)
Demostraríamos fácilmente que el hombre tiene sin cesar necesidad del auxilio divino. Por sí sola y sin ayuda de Dios, la fragilidad humana no puede lograr nada de lo relativo a la salvación. (…) Muchas veces deseamos ejecutar un designio útil, nada falta al ardor de nuestro deseo ni a una perfecta buena voluntad. Pero si el Señor en su misericordia no nos da la fuerza de cumplirlas, una debilidad que llega al imprevisto puede rendir inútiles los deseos formados e impedir la buena realización de nuestras resoluciones. ¡Es enorme la multitud de los que desean lealmente consagrarse a seguir la virtud, pero son pocos los que llegan a realizar ese sueño y perseverara en sus esfuerzos! (…) La protección divina nos sigue inseparablemente. La ternura de Dios por su creatura es tan grande, que su Providencia no estaría satisfecha de acompañarnos sino que nos precede siempre. El salmista, que había hecho la experiencia, lo testimonia abiertamente: “Él vendrá a mi encuentro con su gracia” (Sal 59(58),11). Si percibe en nosotros un comienzo de buena voluntad, enseguida derrama sobre nosotros su fuerza y luz, nos impulsa hacia la salvación, dando crecimiento a la semilla sembrada por él o que surge de tierra por nuestros esfuerzos. Así lo proclama el profeta: “Antes que llamen yo les responderé, estarán hablando y ya los habré escuchado” (Is 65,24); “Él se apiadará de ti al oír tu clamor, apenas te escuche, te responderá” (Is 30,19). No sólo nos inspira santos deseos, también nos prepara las ocasiones para retornar a la vida, así como las situaciones favorables para llevar buenos frutos y, claramente, muestra a los perdidos el camino recto hacia la salvación.

La humildad conmueve el corazón de Dios

Evangelio según San Lucas 18,9-14.
Refiriéndose a algunos que se tenían por justos y despreciaban a los demás, dijo también esta parábola:
«Dos hombres subieron al Templo para orar: uno era fariseo y el otro, publicano.
El fariseo, de pie, oraba así: ‘Dios mío, te doy gracias porque no soy como los demás hombres, que son ladrones, injustos y adúlteros; ni tampoco como ese publicano.
Ayuno dos veces por semana y pago la décima parte de todas mis entradas’.
En cambio el publicano, manteniéndose a distancia, no se animaba siquiera a levantar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: ‘¡Dios mío, ten piedad de mí, que soy un pecador!’.
Les aseguro que este último volvió a su casa justificado, pero no el primero. Porque todo el que se ensalza será humillado y el que se humilla será ensalzado».

Comentario: Beato Columba Marmion (1858-1923)
abad

La humildad (Le Christ Idéal du Moine, DDB, 1936),
“Todo el que se ensalza será humillado y el que se humilla será ensalzado” (Lc 18,14)
            Vean al fariseo: es un hombre convencido de su importancia, seguro y lleno de sí mismo. El “yo” de este hombre se nota en las palabras, en la actitud. (…) El fariseo tiene el “corazón doble”, como dice el Salmista (Sal 11,3), su desprecio hacia el publicano muestra que se cree mucho más perfecto. Es a él mismo que reserva una gloria que en apariencia da a Dios. (…) No pide nada a Dios, porque considera que no necesita nada, se basta a él mismo. Sólo expone su conducta a la aprobación de Dios. (…) En el fondo, el personaje está prácticamente persuadido que toda su perfección viene de él mismo. (…)

            En cuanto al otro actor de la escena, el publicano, ¿qué hace? Se tiene a distancia no osando ni levantar los ojos ya que se siente miserable. ¿Piensa que tiene títulos que pueda hacer valer ante Dios? Ninguno. Tiene conciencia de aportar sólo sus pecados (…) Se fía únicamente de la misericordia divina. No espera nada que no sea de ella. Toda su confianza, toda su esperanza, están en Dios. (…)

            ¿Cómo reacciona Dios con esos dos hombres? Diversamente. Expresa: “Les aseguro que este último volvió a su casa justificado, pero no el primero” (Lc 18,14). Cristo Jesús finaliza la parábola estableciendo la ley fundamental que rige nuestra relación con Dios y ofrece la lección que tenemos que aprender: “Porque todo el que se ensalza será humillado y el que se humilla será ensalzado” (Lc 18,14). Vean hasta qué punto el orgullo es el enemigo de la unión del alma con Dios. (…) Y como Dios es el principio de toda gracia, el orgullo es para el alma el más terrible de todos los peligros. En cambio, la humildad es la vía más segura para alcanzar la santidad y encontrar a Dios.

Amar de todo corazón…

Hoy Jesús nos recuerda y nos propone aún con mayor énfasis los dos mandamientos que resumen el resto de la ley entregada a Moisés; a saber amarás al Señor sobre todas las cosas y al prójimo como a ti mismo. De esta manera podríamos examinar que cosas, (tanto internas como externas) y personas nos atan para no amar a Dios y al prójimo de todo corazón y con plena libertad.

Sigue el enlace para profundizar en el Evangelio. https://evangeliodeldia.org/SP/gospel

El que no está conmigo está contra mí

Jueves de la 3a semana de Cuaresma
El Evangelio del día
Evangelio según San Lucas 11,14-23.
Jesús estaba expulsando a un demonio que era mudo. Apenas salió el demonio, el mudo empezó a hablar. La muchedumbre quedó admirada,
pero algunos de ellos decían: «Este expulsa a los demonios por el poder de Belzebul, el Príncipe de los demonios».
Otros, para ponerlo a prueba, exigían de él un signo que viniera del cielo.
Jesús, que conocía sus pensamientos, les dijo: «Un reino donde hay luchas internas va a la ruina y sus casas caen una sobre otra.
Si Satanás lucha contra sí mismo, ¿cómo podrá subsistir su reino? Porque -como ustedes dicen- yo expulso a los demonios con el poder de Belzebul.
Si yo expulso a los demonios con el poder de Belzebul, ¿con qué poder los expulsan los discípulos de ustedes? Por eso, ustedes los tendrán a ellos como jueces.
Pero si yo expulso a los demonios con la fuerza del dedo de Dios, quiere decir que el Reino de Dios ha llegado a ustedes.
Cuando un hombre fuerte y bien armado hace guardia en su palacio, todas sus posesiones están seguras,
pero si viene otro más fuerte que él y lo domina, le quita el arma en la que confiaba y reparte sus bienes.
El que no está conmigo, está contra mí; y el que no recoge conmigo, desparrama.

Comentario: San Juan María Vianney (1786-1859)
presbítero, párroco de Ars

Sermón para el II Domingo de Pascua (Sermons de Saint Jean Baptiste Marie Vianney, Curé d’Ars, Ste Jeanne d’Arc, 1982)
Las armas del cristiano contra el demonio
Un cristiano que hace un santo uso de la oración y los sacramentos, es tan temible para el demonio, como lo sería un dragón a caballo -con ojos brillosos, armado con coraza, sable y pistolas- frente a su enemigo desarmado. Su sola presencia lo derriba y lo pone en fuga. Pero, si desciende de su caballo y deja sus armas, su enemigo le cae encima, lo pisotea y se convierte en amo. En cambio, cuando porta armas, su sola presencia parecería anular al enemigo. Imagen adecuada de un cristiano que porta las armas de la oración y los sacramentos. Si, si, un cristiano que reza y frecuenta los sacramentos con las disposiciones necesarias, es más temible al demonio que ese dragón del que les hablé. (…) ¿Por qué? Porque los sacramentos nos dan fuerza para perseverar en la gracia de Dios. Nunca se ha visto un santo alejarse de los sacramentos y perseverar en la amistad con Dios. En los sacramentos han encontrado toda la fuerza para no dejarse vencer por el demonio. Cuando rezamos, Dios nos da amigos, nos envía un santo o un ángel para consolarnos (…), nos hace sentir su gracia abundantemente para fortificarnos y animarnos. En los sacramentos no es un santo o un ángel que viene, sino Dios mismo con sus rayos para aniquilar nuestro enemigo. El demonio, viéndolo en nuestro corazón, se precipita como un desesperado en los abismos. Por eso, el demonio hace lo posible para que nos alejemos y profanemos. Si, mis hermanos, el demonio pierde toda su fuerza cuando una persona frecuenta los sacramentos.

Jesús guía y fuerza para cumplir la ley y hasta para superarla en el Espíritu.

En el Evangelio de hoy Jesús nos pide seguir las enseñanzas de los profetas y los mandamientos de la ley. Mandamientos, dados a Moisés y dictados por Dios. Estos son guía en el camino de la salvación, pues todo lo que de Dios proviene es bueno y eterno, sin fecha de caducidad. Sin los mandamientos, en la pura especulación humana, el hombre se pierde y termina confundiendo el bien con el mal y el mal con el bien, algo de lo que ya nos advierte las escrituras, y como vemos que sucede en nuestros días con leyes que priman la muerte por encima de preservarla, algo inscrito hasta en el mismo ADN humano. Vida que, por cierto, el hombre no se da a si mismo. Para ver el Evangelio de hoy sigue el enlace: https://evangeliodeldia.org/SP/gospel

Perdonar de corazón y no sólo de palabra

Perdonar de corazón, esa es la clave para estar en paz con uno mismo, con el hermano y sobre todo con Dios, con el cual tenemos la deuda mayor; la de su propia vida. El victimismo no me exime de mis deudas.

Martes de la 3a semana de Cuaresma
Evangelio según San Mateo 18,21-35.
Se adelantó Pedro y le dijo: «Señor, ¿cuántas veces tendré que perdonar a mi hermano las ofensas que me haga? ¿Hasta siete veces?».
Jesús le respondió: «No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete.
Por eso, el Reino de los Cielos se parece a un rey que quiso arreglar las cuentas con sus servidores.
Comenzada la tarea, le presentaron a uno que debía diez mil talentos.
Como no podía pagar, el rey mandó que fuera vendido junto con su mujer, sus hijos y todo lo que tenía, para saldar la deuda.
El servidor se arrojó a sus pies, diciéndole: «Señor, dame un plazo y te pagaré todo».
El rey se compadeció, lo dejó ir y, además, le perdonó la deuda.
Al salir, este servidor encontró a uno de sus compañeros que le debía cien denarios y, tomándolo del cuello hasta ahogarlo, le dijo: ‘Págame lo que me debes’.
El otro se arrojó a sus pies y le suplicó: ‘Dame un plazo y te pagaré la deuda’.
Pero él no quiso, sino que lo hizo poner en la cárcel hasta que pagara lo que debía.
Los demás servidores, al ver lo que había sucedido, se apenaron mucho y fueron a contarlo a su señor.
Este lo mandó llamar y le dijo: ‘¡Miserable! Me suplicaste, y te perdoné la deuda.
¿No debías también tú tener compasión de tu compañero, como yo me compadecí de tí?’.
E indignado, el rey lo entregó en manos de los verdugos hasta que pagara todo lo que debía.
Lo mismo hará también mi Padre celestial con ustedes, si no perdonan de corazón a sus hermanos».
Extraído de la Biblia: Libro del Pueblo de Dios.

Isaac el Sirio (siglo VII)
monje cercano a Mossoul

Discursos espirituales, primera serie, Nº 58
“¿No debías también tú tener compasión de tu compañero, como yo me compadecí de tí?” (Mt 18,33)
La compasión, por un lado, y el juicio por simple equidad por otro, si permanecen en el mismo corazón son como un hombre que adora a Dios y los ídolos en una misma casa. La compasión es el contrario del juicio por simple justicia. El juicio estrictamente de justicia de equidad implica la misma repartición de una medida semejante para todos. Da a cada uno lo que merece, no más. No se excede ni por un lado ni por otro, no discierne en la retribución. Pero la compasión nace de la gracia, se inclina hacia todos los seres con un mismo afecto, se distancia de la pena equitativa para los que son dignos de castigo y colma más allá de toda medida a los que son dignos del bien. La compasión es, pues, compañera de la justicia, el juicio sólo está de parte del mal...Como un grano de arena no pesa tanto como el oro, la justicia equitativa de Dios no pesa tanto como su compasión. Como un puñado de arena que cae en el océano son las faltas de todo ser humano en comparación con la providencia y la piedad de Dios. Así como una fuente que mana con abundancia no podría ser restañada por un puñado de polvo, así la compasión del Creador no puede ser vencida por la malicia de las criaturas. El que guarda resentimiento cuando ora es como un hombre que siembra en el mar y espera la cosecha.

No rechaces al que te revela el camino de la salvación y cuanto de desviado estás de él, aunque te hiera el alma

Lunes de la 3a semana de Cuaresma
El Evangelio del día
Evangelio según San Lucas 4,24-30.
Cuando Jesús llegó a Nazaret, dijo a la multitud en la sinagoga: «Les aseguro que ningún profeta es bien recibido en su tierra.
Yo les aseguro que había muchas viudas en Israel en el tiempo de Elías, cuando durante tres años y seis meses no hubo lluvia del cielo y el hambre azotó a todo el país.
Sin embargo, a ninguna de ellas fue enviado Elías, sino a una viuda de Sarepta, en el país de Sidón.
También había muchos leprosos en Israel, en el tiempo del profeta Eliseo, pero ninguno de ellos fue curado, sino Naamán, el sirio».
Al oír estas palabras, todos los que estaban en la sinagoga se enfurecieron
y, levantándose, lo empujaron fuera de la ciudad, hasta un lugar escarpado de la colina sobre la que se levantaba la ciudad, con intención de despeñarlo.
Pero Jesús, pasando en medio de ellos, continuó su camino.
Extraído de la Biblia
San Ambrosio (c. 340-397)
obispo de Milán y doctor de la Iglesia

Dos viudas; PL 16,247-276
La fe de la viuda de Sarepta, que acoge al que Dios le envía
En el tiempo en que el hambre azotaba a la tierra entera ¿por qué Elías fue enviado a casa de una viuda? Una gracia singular se concede a dos mujeres: un ángel a una virgen; un profeta a una viuda. A aquélla Gabriel; a ésta Elías. ¡Han sido escogidos los más eminentes de entre los ángeles y de entre los profetas! Pero la viudedad no merece ninguna alabanza por sí misma a no ser que se le junte la virtud. En la historia no faltan viudas; y, sin embargo hay una que se distingue de entre todas y que las alienta con su ejemplo… Dios es particularmente sensible a la hospitalidad: en el Evangelio, por un vaso de agua fresca promete recompensas eternas (Mt 10,42); aquí, por un poco de harina o de aceite, una profusión infinita de riquezas…

¿Por qué nos creemos dueños de los frutos de la tierra siendo así que la tierra es una perpetua ofrenda?… Hacemos recaer en provecho nuestro el sentido de una mandamiento universal: “todos los árboles frutales que engendran semilla os servirán de alimento; y a todas las fieras de la tierra, a todas las aves del cielo, a todos los reptiles de la tierra” (Gn 1,29-30); recogiendo para nosotros no encontramos más que vació y necesidad. ¿Cómo podríamos esperar en la promesa si no aceptamos la voluntad de Dios? Actuando sanamente, obedeciendo el precepto de la hospitalidad y haciendo honor a nuestros huéspedes: ¿acaso nosotros no somos huéspedes aquí abajo?

¡Cuán perfecta es esta viuda! Abatida por una gran hambre continuaba, sin embargo, venerando a Dios. Sus provisiones no las guardaba para ella sola; las compartía con su hijo. ¡Un bello ejemplo de ternura, y un ejemplo aún más bello de fe! Seguro que prefería a su hijo antes que a cualquier otra persona: y pone al profeta de Dios por encima de su propia vida. Creed que, ciertamente, no sólo le ha dado un poco de su alimento, sino toda su sustancia; no ha guardado nada para ella; así como su hospitalidad la ha llevado a una donación total, su fe la ha conducido a una confianza total.

3er domingo de CuaresmaEl Evangelio del díaEvangelio según San Juan 4,5-42.Jesús llegó a una ciudad de Samaría llamada Sicar, cerca de las tierras que Jacob había dado a su hijo José.Allí se encuentra el pozo de Jacob. Jesús, fatigado del camino, se había sentado junto al pozo. Era la hora del mediodía.Una mujer de Samaría fue a sacar agua, y Jesús le dijo: «Dame de beber».Sus discípulos habían ido a la ciudad a comprar alimentos.La samaritana le respondió: «¡Cómo! ¿Tú, que eres judío, me pides de beber a mí, que soy samaritana?». Los judíos, en efecto, no se trataban con los samaritanos.Jesús le respondió: «Si conocieras el don de Dios y quién es el que te dice: ‘Dame de beber’, tú misma se lo hubieras pedido, y él te habría dado agua viva».»Señor, le dijo ella, no tienes nada para sacar el agua y el pozo es profundo. ¿De dónde sacas esa agua viva?¿Eres acaso más grande que nuestro padre Jacob, que nos ha dado este pozo, donde él bebió, lo mismo que sus hijos y sus animales?».Jesús le respondió: «El que beba de esta agua tendrá nuevamente sed,pero el que beba del agua que yo le daré, nunca más volverá a tener sed. El agua que yo le daré se convertirá en él en manantial que brotará hasta la Vida eterna».»Señor, le dijo la mujer, dame de esa agua para que no tenga más sed y no necesite venir hasta aquí a sacarla».Jesús le respondió: «Ve, llama a tu marido y vuelve aquí».La mujer respondió: «No tengo marido». Jesús continuó: «Tienes razón al decir que no tienes marido,porque has tenido cinco y el que ahora tienes no es tu marido; en eso has dicho la verdad».La mujer le dijo: «Señor, veo que eres un profeta.Nuestros padres adoraron en esta montaña, y ustedes dicen que es en Jerusalén donde se debe adorar».Jesús le respondió: «Créeme, mujer, llega la hora en que ni en esta montaña ni en Jerusalén se adorará al Padre.Ustedes adoran lo que no conocen; nosotros adoramos lo que conocemos, porque la salvación viene de los judíos.Pero la hora se acerca, y ya ha llegado, en que los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad, porque esos son los adoradores que quiere el Padre.Dios es espíritu, y los que lo adoran deben hacerlo en espíritu y en verdad».La mujer le dijo: «Yo sé que el Mesías, llamado Cristo, debe venir. Cuando él venga, nos anunciará todo».Jesús le respondió: «Soy yo, el que habla contigo».En ese momento llegaron sus discípulos y quedaron sorprendidos al verlo hablar con una mujer. Sin embargo, ninguno le preguntó: «¿Qué quieres de ella?» o «¿Por qué hablas con ella?».La mujer, dejando allí su cántaro, corrió a la ciudad y dijo a la gente:»Vengan a ver a un hombre que me ha dicho todo lo que hice. ¿No será el Mesías?».Salieron entonces de la ciudad y fueron a su encuentro.Mientras tanto, los discípulos le insistían a Jesús, diciendo: «Come, Maestro».Pero él les dijo: «Yo tengo para comer un alimento que ustedes no conocen».Los discípulos se preguntaban entre sí: «¿Alguien le habrá traído de comer?».Jesús les respondió: «Mi comida es hacer la voluntad de aquel que me envió y llevar a cabo su obra.Ustedes dicen que aún faltan cuatro meses para la cosecha. Pero yo les digo: Levanten los ojos y miren los campos: ya están madurando para la siega.Ya el segador recibe su salario y recoge el grano para la Vida eterna; así el que siembra y el que cosecha comparten una misma alegría.Porque en esto se cumple el proverbio: ‘uno siembra y otro cosecha’Yo los envié a cosechar adonde ustedes no han trabajado; otros han trabajado, y ustedes recogen el fruto de sus esfuerzos».Muchos samaritanos de esta ciudad habían creído en él por la palabra de la mujer, que atestiguaba: «Me ha dicho todo lo que hice».Por eso, cuando los samaritanos se acercaron a Jesús, le rogaban que se quedara con ellos, y él permaneció allí dos días.Muchos más creyeron en él, a causa de su palabra.Y decían a la mujer: «Ya no creemos por lo que tú has dicho; nosotros mismos lo hemos oído y sabemos que él es verdaderamente el Salvador del mundo».Extraído de la Biblia: Libro del Pueblo de Dios.San Gregorio de Nisa (c. 335-395)monje, obispoEl Manantial de Agua Viva (La Colombe et la Ténèbre, Cerf, 1992),“El agua que yo le daré se convertirá en él en manantial que brotará hasta la Vida eterna” (Jn 4,14)Cuando la santa Escritura nos instruye sobre la realidad vivificante, habla de una profecía divina: “Me abandonaron a mí, la fuente de agua viva” (Jr 2,13). O hace referencia a las palabras del Señor a la Samaritana: “Si conocieras el don de Dios y quién es el que te dice: «Dame de beber», tú misma se lo hubieras pedido, y él te habría dado agua viva” (Jn 4,10) y “El que tenga sed, venga a mí; y beba el que cree en mí… El se refería al Espíritu que debían recibir los que creyeran en él” (Jn 7,37.39). La Escritura designa la naturaleza divina bajo el nombre de agua viva.El testimonio sin mentira del Verbo atestigua que la Esposa del Cantar (Ct 4,15) es un pozo de agua viva, surgido de una corriente que desciende del Líbano. ¿Algo más paradoxal? Mientras que los pozos contienen un agua aletargada, la Esposa posee en ella un agua que corre. De esta forma, ella tiene la profundidad del pozo al mismo tiempo que la movilidad del río. ¿Quién podrá expresar convenientemente las maravillas indicadas por esta comparación? Parece que ella no puede elevarse más alto, porque en todo se asemeja a la Belleza arquetipo. Con su manantial imita al Manantial, con su vida imita la Vida y con su agua, al Agua. Vivo está el Verbo de Dios, viva está también el alma que ha recibido al Verbo. Esta agua surge de Dios, según lo que dice el Manantial: “Yo he salido de Dios y vengo de él” (Jn 8,42). Y ella contiene lo que corre en el pozo del alma, siendo así el reservorio de esta agua viva que corre, que fluye del Líbano (cf. Ct 4,15).

No sigas buscando saciar tu soledad y tú angustia, fuera del único que llena todos los vacíos y suple todas las carencias, porque mientras Él es en si mismo, nosotros solo somos en relación a Él…

A imagen y semejanza suya fuimos creados, por tanto, cuanto menos imagen suya seamos más nos disminuimos y más crece la sensación de vacío, soledad, cansancio vital y desesperanza en nosotros. Dios se da a conocer al pueblo de Israel como El Yo Soy si Dios es, es porque nosotros no somos nada. Por consiguiente si no buscamos nuestra identidad -ahora que está palabra está tan de moda- en Dios, seremos cualquier cosa (nunca mejor dicho) menos persona.

El AMOR no lleva cuenta del mal. Es justo celebrar la sanación de aquel que ya se daba por perdido

Sábado de la 2a semana de Cuaresma
El Evangelio del día
Evangelio según San Lucas 15,1-3.11b-32.
Todos los publicanos y pecadores se acercaban a Jesús para escucharlo.
Los fariseos y los escribas murmuraban, diciendo: «Este hombre recibe a los pecadores y come con ellos».
Jesús les dijo entonces esta parábola:
«Un hombre tenía dos hijos.
El menor de ellos dijo a su padre: ‘Padre, dame la parte de herencia que me corresponde’. Y el padre les repartió sus bienes.
Pocos días después, el hijo menor recogió todo lo que tenía y se fue a un país lejano, donde malgastó sus bienes en una vida licenciosa.
Ya había gastado todo, cuando sobrevino mucha miseria en aquel país, y comenzó a sufrir privaciones.
Entonces se puso al servicio de uno de los habitantes de esa región, que lo envió a su campo para cuidar cerdos.
El hubiera deseado calmar su hambre con las bellotas que comían los cerdos, pero nadie se las daba.
Entonces recapacitó y dijo: ‘¡Cuántos jornaleros de mi padre tienen pan en abundancia, y yo estoy aquí muriéndome de hambre!
Ahora mismo iré a la casa de mi padre y le diré: Padre, pequé contra el Cielo y contra ti;
ya no merezco ser llamado hijo tuyo, trátame como a uno de tus jornaleros’.
Entonces partió y volvió a la casa de su padre. Cuando todavía estaba lejos, su padre lo vio y se conmovió profundamente; corrió a su encuentro, lo abrazó y lo besó.
El joven le dijo: ‘Padre, pequé contra el Cielo y contra ti; no merezco ser llamado hijo tuyo’.
Pero el padre dijo a sus servidores: ‘Traigan en seguida la mejor ropa y vístanlo, pónganle un anillo en el dedo y sandalias en los pies.
Traigan el ternero engordado y mátenlo. Comamos y festejemos,
porque mi hijo estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido y fue encontrado’. Y comenzó la fiesta.
El hijo mayor estaba en el campo. Al volver, ya cerca de la casa, oyó la música y los coros que acompañaban la danza.
Y llamando a uno de los sirvientes, le preguntó que significaba eso.
El le respondió: ‘Tu hermano ha regresado, y tu padre hizo matar el ternero engordado, porque lo ha recobrado sano y salvo’.
El se enojó y no quiso entrar. Su padre salió para rogarle que entrara,
pero él le respondió: ‘Hace tantos años que te sirvo sin haber desobedecido jamás ni una sola de tus órdenes, y nunca me diste un cabrito para hacer una fiesta con mis amigos.
¡Y ahora que ese hijo tuyo ha vuelto, después de haber gastado tus bienes con mujeres, haces matar para él el ternero engordado!’.
Pero el padre le dijo: ‘Hijo mío, tú estás siempre conmigo, y todo lo mío es tuyo.
Es justo que haya fiesta y alegría, porque tu hermano estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido y ha sido encontrado'».
Extraído de la Biblia: Libro del Pueblo de Dios.

San Gregorio Magno (c. 540-604)
papa y doctor de la Iglesia

Morales sobre Job (SC 212, Livre XII, Morales sur Job, Cerf, 1974)
«Traigan enseguida la mejor ropa” (Lc 15,22)
“Pero el hombre, cuando muere, queda inerte; el mortal que expira, ¿dónde está?” (Jb 14,10). ¿No hay un hombre sin pecado? Uno sólo, el que ha venido a este mundo sin nacer del pecado. Como estamos todos encadenados por el pecado, morimos todos al perder la justicia: somos despojados de la vestimenta de inocencia que se nos había acordado en el paraíso y como consecuencia somos consumidos por la muerte de la carne. (…)

Un padre ha querido cubrir esa desnudez de su hijo pecador, diciendo cuando volvió: «Traigan enseguida la primera ropa” (cf. Lc 15,22). Si, la primera ropa es la vestimenta de inocencia que el hombre recibió el día de su creación, para su felicidad. Para su desdicha, seducido por la serpiente, la perdió. Contra esta desnudez dice la Escritura: “Feliz el que vigila y conserva su ropa para no tener que andar desnudo, mostrando su vergüenza” (Apo 16,15). Guardamos nuestras vestimentas cuando conservamos en nuestro espíritu los preceptos de la inocencia. Si una falta nos hace presentarnos desnudos delante del juez, volvemos a la inocencia perdida y la penitencia nos devuelve nuestras vestimentas.

¿Cual es la piedra angular de mi vida, el creador o su creación?

El Evangelio del día

Evangelio según San Mateo 21,33-43.45-46.

Jesús dijo a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo:
«Escuchen otra parábola: Un hombre poseía una tierra y allí plantó una viña, la cercó, cavó un lagar y construyó una torre de vigilancia. Después la arrendó a unos viñadores y se fue al extranjero.
Cuando llegó el tiempo de la vendimia, envió a sus servidores para percibir los frutos.
Pero los viñadores se apoderaron de ellos, y a uno lo golpearon, a otro lo mataron y al tercero lo apedrearon.
El propietario volvió a enviar a otros servidores, en mayor número que los primeros, pero los trataron de la misma manera.
Finalmente, les envió a su propio hijo, pensando: «Respetarán a mi hijo».
Pero, al verlo, los viñadores se dijeron: «Este es el heredero: vamos a matarlo para quedarnos con su herencia».
Y apoderándose de él, lo arrojaron fuera de la viña y lo mataron.
Cuando vuelva el dueño, ¿qué les parece que hará con aquellos viñadores?».
Le respondieron: «Acabará con esos miserables y arrendará la viña a otros, que le entregarán el fruto a su debido tiempo.»
Jesús agregó: «¿No han leído nunca en las Escrituras: La piedra que los constructores rechazaron ha llegado a ser la piedra angular: esta es la obra del Señor, admirable a nuestros ojos?
Por eso les digo que el Reino de Dios les será quitado a ustedes, para ser entregado a un pueblo que le hará producir sus frutos.»
Los sumos sacerdotes y los fariseos, al oír estas parábolas, comprendieron que se refería a ellos.
Entonces buscaron el modo de detenerlo, pero temían a la multitud, que lo consideraba un profeta.

San Buenaventura (1221-1274)

franciscano, doctor de la Iglesia

La Viña mística, cap. 3, § 5-10

“Lo cogieron, lo echaron fuera de la vid y lo mataron”

«Yo soy la vid verdadera» dice a Jesús (Jn 15,1)… Cavamos zanjas alrededor de esta vid, es decir cavamos trampas con astucia. Cuando se conspira para hacer caer a alguien en una trampa, es como si caváramos un hoyo delante de él. Por eso se lamenta diciendo: «Cavaron una fosa delante mío» (Sal. 56,7)… Veamos un ejemplo de estas trampas: «Trajeron a una mujer adúltera «ante el Señor Jesús» diciendo: ‘ Moisés nos ordenó lapidar a estas mujeres. ¿Y tú, qué dices? ‘ » (Jn 8,3s)… Y otro: «¿Está permitido, sí o no, pagarle el impuesto al emperador?» (Mt 22,17)… Pero descubrieron que estas trampas no perjudicaban la vid; al contrario, cavando estas fosas, ellos mismos cayeron dentro de ellas (Sal. 56,7)… Y siguieron cavando: no sólo las manos y los pies (Sal. 21,17), sino que perforaron su costado con una lanza (Jn 19,34) y pusieron al descubierto el interior de este corazón santo, que había sido herido por la lanza del amor. En el cántico de su amor, el Esposo dijo: «Heriste mi corazón, mi hermana, mi esposa» (Cant 4,9 tipos de Vulg). Señor Jesús, tu corazón ha quedado herido por amor a tu esposa, tu amiga, tu hermana. ¿Era necesario que tus enemigos lo hirieran más? ¿Qué hacéis, enemigos? ¿No sabíais que este corazón del Señor Jesús, golpeado, ya estaba muerto, desgarrado, y no podía padecer más por otro sufrimiento? El corazón del Esposo, del Señor Jesús, ya había recibido la herida del amor, la muerte del amor. ¿Qué otra muerte podría alcanzarlo?… Los mártires también se ríen cuando se les amenaza, se regocijan cuando se les golpea, triunfan cuando se les mata. ¿Por qué? Porque ya murieron por amor en su corazón, «muertos al pecado» (Rm 6,2) y en el mundo… El corazón de Jesús fue herido y murió por nosotros; la muerte física triunfó un instante, pero fue vencida para siempre. Ha sido aniquilada cuando Cristo resucitó de entre los muertos, porque «sobre Él la muerte no tiene ningún poder» (Rm 6,9).

¿Que es el paso por la Tierra comparado con la Eternidad?

Jueves de la 2a semana de Cuaresma
El Evangelio del día
Evangelio según San Lucas 16,19-31.
Jesús dijo a los fariseos: «Había un hombre rico que se vestía de púrpura y lino finísimo y cada día hacía espléndidos banquetes.
A su puerta, cubierto de llagas, yacía un pobre llamado Lázaro,
que ansiaba saciarse con lo que caía de la mesa del rico; y hasta los perros iban a lamer sus llagas.
El pobre murió y fue llevado por los ángeles al seno de Abraham. El rico también murió y fue sepultado.
En la morada de los muertos, en medio de los tormentos, levantó los ojos y vio de lejos a Abraham, y a Lázaro junto a él.
Entonces exclamó: ‘Padre Abraham, ten piedad de mí y envía a Lázaro para que moje la punta de su dedo en el agua y refresque mi lengua, porque estas llamas me atormentan’.
‘Hijo mío, respondió Abraham, recuerda que has recibido tus bienes en vida y Lázaro, en cambio, recibió males; ahora él encuentra aquí su consuelo, y tú, el tormento.
Además, entre ustedes y nosotros se abre un gran abismo. De manera que los que quieren pasar de aquí hasta allí no pueden hacerlo, y tampoco se puede pasar de allí hasta aquí’.
El rico contestó: ‘Te ruego entonces, padre, que envíes a Lázaro a la casa de mi padre,
porque tengo cinco hermanos: que él los prevenga, no sea que ellos también caigan en este lugar de tormento’.
Abraham respondió: ‘Tienen a Moisés y a los Profetas; que los escuchen’.
‘No, padre Abraham, insistió el rico. Pero si alguno de los muertos va a verlos, se arrepentirán’.
Pero Abraham respondió: ‘Si no escuchan a Moisés y a los Profetas, aunque resucite alguno de entre los muertos, tampoco se convencerán'».
Extraído de la Biblia: Libro del Pueblo de Dios.

San Gregorio Magno (c. 540-604)
papa y doctor de la Iglesia

Morales sobre Job (SC 212, Livre XII, Morales sur Job, Cerf, 1974)
¡Pasar a la vida eterna!
El hombre ha sido fortificado por un tiempo, porque por un cierto tiempo recibió la fuerza de vivir en este mundo, para pasar a una vida eterna en la que ningún límite pondrá un término a su vida. Pero en esa breve duración en la que fue fortificado, se puso en estado de encontrar en la eternidad una alegría sin fin o los suplicios que soportará sin escapar jamás. Es porque fue fortificado por un cierto tiempo que Job agregó estas justas palabras “Cambiarás su rostro y lo despedirás”. El rostro del hombre ha cambiado cuando su belleza fue destruida por la muerte. Es despedido, porque está obligado a pasar al mundo de la eternidad, dejando los bienes que ha adquirido. Cuando llega, ¿qué pasará con esos bienes adquiridos trabajosamente y que lo habían hecho señor? Lo ignora. Por eso estas palabras: “Se honra a sus hijos, pero él no lo sabe; si son envilecidos, él no se da cuenta” (Jb 14,21). Si los que están todavía vivos ignoran en qué lugar se encuentran las almas de los muertos, tampoco los muertos saben cómo está ordenada la vida en la carne de los que los sobreviven: la vida del espíritu está muy alejada de la vida en la carne. Si corporal e incorporal se oponen en su naturaleza, son también distintos en su conocimiento. Esta distinción no es válida para las almas santas. Si ellas ven en sí mismas la irradiación del esplendor de Dios todopoderoso, no podemos pensar que haya fuera de ellas una existencia que ignoran.

Y al tercer día resucitó abriendo las puertas del cielo para todo aquel que lo acepta y lo sigue

Miércoles de la 2a semana de Cuaresma
El Evangelio del día
Evangelio según San Mateo 20,17-28.
Cuando Jesús se dispuso a subir a Jerusalén, llevó consigo sólo a los Doce, y en el camino les dijo:
«Ahora subimos a Jerusalén, donde el Hijo del hombre va a ser entregado a los sumos sacerdotes y a los escribas. Ellos lo condenarán a muerte
y lo entregarán a los paganos para que sea maltratado, azotado y crucificado, pero al tercer día resucitará».
Entonces la madre de los hijos de Zebedeo se acercó a Jesús, junto con sus hijos, y se postró ante él para pedirle algo.
«¿Qué quieres?», le preguntó Jesús. Ella le dijo: «Manda que mis dos hijos se sienten en tu Reino, uno a tu derecha y el otro a tu izquierda».
«No saben lo que piden», respondió Jesús. «¿Pueden beber el cáliz que yo beberé?». «Podemos», le respondieron.
«Está bien, les dijo Jesús, ustedes beberán mi cáliz. En cuanto a sentarse a mi derecha o a mi izquierda, no me toca a mí concederlo, sino que esos puestos son para quienes se los ha destinado mi Padre».
Al oír esto, los otros diez se indignaron contra los dos hermanos.
Pero Jesús los llamó y les dijo: «Ustedes saben que los jefes de las naciones dominan sobre ellas y los poderosos les hacen sentir su autoridad.
Entre ustedes no debe suceder así. Al contrario, el que quiera ser grande, que se haga servidor de ustedes;
y el que quiera ser el primero que se haga su esclavo:
como el Hijo del hombre, que no vino para ser servido, sino para servir y dar su vida en rescate por una multitud».
Extraído de la Biblia: Libro del Pueblo de Dios.

Santa Faustina Kowalska (1905-1938)
religiosa

Pequeño diario (Petit journal, la Miséricorde divine dans mon âme, Parole et Dialogue, 2002)
Cuando Jesús crucificado cambia mi debilidad en fuerza poderosa
Cuando el dolor toma toda mi alma y el horizonte oscurece como la noche, y el corazón está rasgado por la gehena del suplicio, Jesús crucificado, Tú eres mi fuerza.

Cuando el alma por el dolor oscurecida,
Redobla sus esfuerzos y lucha sin respiro,
Y el corazón agoniza en amargo tormento,
Jesús crucificado, Tú eres la esperanza de mi salvación.

Así los días pasan,
Y el alma baña en un mar de amargura,
Y el corazón se funde en lágrimas,
Jesús crucificado, Tú brillas para mí como la aurora.

Y cuando el cáliz desborda de amargura,
Y que todo se conjuró en su contra,
Que el alma desciende al Jardín de los Olivos,
Jesús crucificado, en Ti tengo mi defensa.

Cuando el alma sintiendo su inocencia,
Acepte de Dios esas pruebas,
Y que el corazón por el tormento es capaz devolver amor,
Jesús crucificado, cambia mi debilidad en fuerza poderosa.

Identidad Secuestrada. Itinerario de un ¿hetero sexual?

Si tuvieras que escribir tu autobiografía, ¿con qué frase empezarías?

La comenzaría así, tal y como lo hice en su día: ¿Hasta cuándo embestiréis contra un hombre todos juntos para derribarlo como a una pared que cede o a una tapia ruinosa? Sólo piensan en derribarme de mi de mi altura, y se complacen en la mentira: con la boca bendicen y con el corazón maldicen.

En realidad mi autobiografía ya está escrita y me gustaría saber vuestra opinión sobre la misma, después de que la hayáis leído hasta el final, porque la vida de una persona no puede ceñirse, solamente, a un periodo de su vida porque de lo contrario se haría incomprensible.

La autobiografía trata principalmente, a parte de la identidad personal, sobre el tema del acoso y el bullying y sus consecuencias (las secuelas que deja en la persona para el resto de su vida).

Está novela la dediqué, como consta en su portada original, a las siguientes personas y en estos términos: En homenaje y recuerdo a todas las personas, en particular, niños, adolescentes y jóvenes, que un día fueron víctimas de acoso, maltrato u otros abusos de poder. Así mismo, una mención especial para sus padres que, junto a ellos, sufrieron indirectamente su mismo dolor y en algunos casos hasta tuvieron que enfrentar su ausencia a causa del suicidio.

Les dejo el enlace a la misma, por si desean leerla, ya que la publiqué gratuitamente en ebook en la aplicación de play libros, o Google Play.
P.S. Deseo aclarar, que antes que una obra literaria, lo que intento es dar un testimonio de fe, vida y conversión

https://play.google.com/store/books/details/Jos%C3%A9_Ignacio_Ezdop%C3%ADa_Identidad_Secuestrada?id=19-mEAAAQBAJ

Agradar a los hombres o a Dios, que ve en lo oculto

Martes de la 2a semana de Cuaresma
El Evangelio del día
Evangelio según San Mateo 23,1-12.
Jesús dijo a la multitud y a sus discípulos:
«Los escribas y fariseos ocupan la cátedra de Moisés;
ustedes hagan y cumplan todo lo que ellos les digan, pero no se guíen por sus obras, porque no hacen lo que dicen.
Atan pesadas cargas y las ponen sobre los hombros de los demás, mientras que ellos no quieren moverlas ni siquiera con el dedo.
Todo lo hacen para que los vean: agrandan las filacterias y alargan los flecos de sus mantos;
les gusta ocupar los primeros puestos en los banquetes y los primeros asientos en las sinagogas,
ser saludados en las plazas y oírse llamar ‘mi maestro’ por la gente.
En cuanto a ustedes, no se hagan llamar ‘maestro’, porque no tienen más que un Maestro y todos ustedes son hermanos.
A nadie en el mundo llamen ‘padre’, porque no tienen sino uno, el Padre celestial.
No se dejen llamar tampoco ‘doctores’, porque sólo tienen un Doctor, que es el Mesías.
Que el más grande de entre ustedes se haga servidor de los otros,
porque el que se ensalza será humillado, y el que se humilla será ensalzado».
Extraído de la Biblia: Libro del Pueblo de Dios.

San Carlos de Foucauld (1858-1916)
ermitaño y misionero en el Sahara

Salmo 40 (Méditations sur les psaumes, Nouvelle Cité, 2002).
“No tienen más que un maestro y todos ustedes son hermanos” (Mt 23,8)
“A nadie llamen “padre” porque no tienen sino uno, el Padre celestial” y “todos ustedes son hermanos” (cf. Mt 23,8-9). Lo dice claramente mi Señor Jesús: todos los hombres forman una gran familia. Todos son hermanos, Dios es el Padre común. Todos deben tener unos por otros los pensamientos, las palabras, los actos que un buen padre desea que sus hijos tengan entre ellos.

El amor que el mejor de los padres desea ver reinar entre sus hijos, he aquí el amor que debemos tener a todos los hombres, sin excepción. Nuestro modelo, Jesús, nos da el ejemplo: Dios viene sobre la tierra para mostrarnos bajo forma humana cómo quiere que cada hombre ame a los otros hombres. ¿Qué hace Jesús? Vive treinta cuatro años y da su sangre en medio de los más terribles tormentos para la santificación y salvación de todos los hombres. No solamente de todos en general sino de cada uno en particular. Por eso, de cada uno podemos decir: por este hombre Jesús murió, para salvarlo y santificarlo. Luego de dar el precepto del amor, Jesús ha dado el ejemplo. Cómo dijo San Pablo, por Cristo “han sido comprados, ¡y a qué precio! (cf. 1 Cor 6,20).

Cada hombre es nuestro verdadero hermano en Dios. Cada hombre fue amado tanto y estimado tan altamente por Jesús, que murió por él. Todo hombre debe aparecernos como hermano y un hermano que está como cubierto por un manto de Sangre de Jesús.

Les volcarán en el regazo una medida, desbordante.

Lunes de la 2a semana de Cuaresma
El Evangelio del día
Evangelio según San Lucas 6,36-38.
Jesús dijo a sus discípulos:
«Sean misericordiosos, como el Padre de ustedes es misericordioso.
No juzguen y no serán juzgados; no condenen y no serán condenados; perdonen y serán perdonados.
Den, y se les dará. Les volcarán sobre el regazo una buena medida, apretada, sacudida y desbordante. Porque la medida con que ustedes midan también se usará para ustedes».
Extraído de la Biblia: Libro del Pueblo de Dios.

Santa Catalina de Siena (1347-1380)
terciaria dominica, doctora de la Iglesia, copatrona de Europa

Eres ese fuego que siempre arde (Jésus Christ notre Résurrection, Cerf, 1980),
“Sean misericordiosos como el Padre de ustedes es misericordioso” (Lc 6,36)
¡Oh amor inefable! ¡Tierno amor! ¡Fuego eterno! Eres ese fuego que siempre arde. Soberana y eterna Trinidad, eres la integridad sin defecto, la simplicidad sin sombra, la sinceridad sin disfraz posible. Dirige la mirada de tu misericordia sobre tus criaturas. Comprendo que la misericordia te pertenece y en todo lugar sólo encuentro tu misericordia. He aquí por qué corro a ti y grito ante tu misericordia: “¡Oh Dios, ten misericordia del mundo!”. Padre eterno, quieres que te sirvamos según tu voluntad y fijes tú mismo las vías de tus servidores. Nos enseña que no podemos de ninguna forma juzgar el estado íntimo de una criatura según sus obras exteriores, sino que debemos guiarnos por tu voluntad, sobre todo para tus servidores unidos a tu voluntad y transformados en ella. Es feliz el cristiano que mira en tu luz las vías y las obras infinitamente variadas de tus servidores. Cualquier sendero que tome, si sigue realmente tu verdad, correrá por el camino de fuego de tu amor. (…) ¡Oh Divinidad eterna! ¡Es verdad que la misericordia te pertenece totalmente! (…) Por misericordia, hoy mismo, has querido hacerme conocer a mí, despreciable, que para nada podemos juzgar las intenciones de la criatura razonable. Variadas hasta el infinito son las vías que trazas según tu deseo, como lo has mostrado en mí mismo. ¡Gracias te sean dadas, mi Dios!

La profusión de su amor irradia más que la luz del sol

2o domingo de Cuaresma
El Evangelio del día
Evangelio según San Mateo 17,1-9.
Jesús tomó a Pedro, a Santiago y a su hermano Juan, y los llevó aparte a un monte elevado.
Allí se transfiguró en presencia de ellos: su rostro resplandecía como el sol y sus vestiduras se volvieron blancas como la luz.
De pronto se les aparecieron Moisés y Elías, hablando con Jesús.
Pedro dijo a Jesús: «Señor, ¡qué bien estamos aquí! Si quieres, levantaré aquí mismo tres carpas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías».
Todavía estaba hablando, cuando una nube luminosa los cubrió con su sombra y se oyó una voz que decía desde la nube: «Este es mi Hijo muy querido, en quien tengo puesta mi predilección: escúchenlo».
Al oír esto, los discípulos cayeron con el rostro en tierra, llenos de temor.
Jesús se acercó a ellos y, tocándolos, les dijo: «Levántense, no tengan miedo».
Cuando alzaron los ojos, no vieron a nadie más que a Jesús solo.
Mientras bajaban del monte, Jesús les ordenó: «No hablen a nadie de esta visión, hasta que el Hijo del hombre resucite de entre los muertos».
Extraído de la Biblia: Libro del Pueblo de Dios.

Santa Hildegarda de Bingen (1098-1179)
abadesa benedictina y doctora de la Iglesia

El Libro de las Obras Divinas (Le Livre des Œuvres divines, in “Hildegarde de Bingen, Prophète et docteur pour le troisième millénaire”, Béatitudes, 2012)
¡Contempla el rostro del Amor celeste!
Dios, Creador del universo, modeló al hombre a su imagen y semejanza. Él es figura de todas las criaturas, superiores e inferiores. Dios amó de tal amor al hombre, que le reservó el lugar del que había sido expulsado el ángel caído. Le atribuyó toda la gloria, todo el honor que ese ángel había perdido, al mismo tiempo que su salvación. He aquí lo que te muestra el rostro que tu contemplas…esta figura simboliza el Amor del Padre celeste.

Ella es el amor: en el seno de la energía de la divinidad perenne, en el misterio de sus dones, ella es la maravilla de una insigne belleza. Si ella tiene la apariencia humana, es porque el Hijo de Dios se hizo carne para arrancar al hombre de la perdición, gracia al servicio del amor. He aquí por qué ese rostro es de tal belleza y claridad: es el rostro de la eterna belleza, del eterno amor. Te sería más fácil contemplar al sol que contemplar ese rostro. La profusión de amor irradia, luz de una luminosidad sublime y fulgurante. Va más allá de nuestros sentidos, de una manera inconcebible para todos los actos de la comprensión humana, que habitualmente aseguran el conocimiento al alma.

Solo un credo, el de El hijo de Dios, hace la diferencia: Amar al que te odia es la solución.

Sábado de la 1a semana de Cuaresma
El Evangelio del día
Evangelio según San Mateo 5,43-48.
Jesús dijo a sus discípulos:
Ustedes han oído que se dijo: Amarás a tu prójimo y odiarás a tu enemigo.
Pero yo les digo: Amen a sus enemigos, rueguen por sus perseguidores;
así serán hijos del Padre que está en el cielo, porque él hace salir el sol sobre malos y buenos y hace caer la lluvia sobre justos e injustos.
Si ustedes aman solamente a quienes los aman, ¿qué recompensa merecen? ¿No hacen lo mismo los publicanos?
Y si saludan solamente a sus hermanos, ¿qué hacen de extraordinario? ¿No hacen lo mismo los paganos?
Por lo tanto, sean perfectos como es perfecto el Padre que está en el cielo.
Extraído de la Biblia: Libro del Pueblo de Dios.

San Juan Casiano (c. 360-435)
fundador de la Abadía de Marsella

De la perfección, Conferencias (SC 54, Conférences VIII-XVII, Cerf, 1958),
Esforcémonos en progresar hasta la caridad de Dios
El precepto del Salvador nos invita a la semejanza con el Padre: “Por lo tanto, sean perfectos como es perfecto el Padre que está en el cielo” (Mt 5,48). En los grados inferiores, a veces el amor del bien se interrumpe cuando la tibieza, satisfacciones o placeres llegan a debilitar el vigor del alma y hacen perder de vista el temor del infierno o el deseo de la felicidad futura. Sin embargo, constituyen peldaños del progreso, aprendizajes. Si al principio hemos evitado el vicio por el temor al castigo o la esperanza de la recompensa, no es posible pasar al grado de la caridad porque “En el amor no hay lugar para el temor: al contrario, el amor perfecto elimina el temor, ya que el temor supone un castigo, y el que teme no ha llegado a la plenitud del amor. Nosotros amamos porque Dios nos amó primero” (1 Jn 4,18-19). Ningún otro camino nos eleva a la verdadera perfección. Como Dios nos ha amado el primero, importándole sólo nuestra salvación, así debemos amarlo únicamente por su amor. Esforcémonos con total ardor de subir del temor a la esperanza, de la esperanza a la caridad de Dios y al amor de las virtudes. Vayamos hacia la afección al bien por él mismo y permanezcamos en él, inmutables, tanto como es posible a la naturaleza humana.

Callar en ocasiones es mejor que dejarse arrastrar por el orgullo y la irá

Viernes de la 1a semana de Cuaresma
El Evangelio del día
Evangelio según San Mateo 5,20-26.
Jesús dijo a sus discípulos:
Les aseguro que si la justicia de ustedes no es superior a la de los escribas y fariseos, no entrarán en el Reino de los Cielos.
Ustedes han oído que se dijo a los antepasados: No matarás, y el que mata, debe ser llevado ante el tribunal.
Pero yo les digo que todo aquel que se irrita contra su hermano, merece ser condenado por un tribunal. Y todo aquel que lo insulta, merece ser castigado por el Sanedrín. Y el que lo maldice, merece la Gehena de fuego.
Por lo tanto, si al presentar tu ofrenda en el altar, te acuerdas de que tu hermano tiene alguna queja contra ti,
deja tu ofrenda ante el altar, ve a reconciliarte con tu hermano, y sólo entonces vuelve a presentar tu ofrenda.
Trata de llegar en seguida a un acuerdo con tu adversario, mientras vas caminando con él, no sea que el adversario te entregue al juez, y el juez al guardia, y te pongan preso.
Te aseguro que no saldrás de allí hasta que hayas pagado el último centavo.
Extraído de la Biblia: Libro del Pueblo de Dios.

San Juan Casiano (c. 360-435)
fundador de la Abadía de Marsella

De la amistad, Conferencias (SC 54, Conférences VIII-XVII, Cerf, 1958),
“En la conmoción, acuérdate de tener piedad” (Hab 3,2)
Cualquiera sea la injuria que reciba, el monje guardará la paz, no sólo sobre los labios, sino en el fondo de su corazón. Si se siente apenas turbado, que se contenga en un silencio absoluto y siga exactamente lo que dice el salmista: “Tú no me dejas conciliar el sueño, estoy turbado, y no puedo hablar” (Sal 77,5); “Yo pensé: «Voy a vigilar mi proceder para no excederme con la lengua; le pondré una mordaza a mi boca, mientras tenga delante al malvado». Entonces me encerré en el silencio, callé, pero no me fue bien: el dolor se me hacía insoportable…” (Sal 39,2-3).

No tiene que detenerse a considerar el presente. Sus labios no deben proferir lo que le sugiere la cólera o lo que le dicta su corazón exasperado. Más bien, que repase en su espíritu la gracia de la caridad anterior o que vuelva su mirada hacia el avenir para ver, en espíritu, la paz nuevamente. Que se esfuerce a contemplarla en el momento que se sienta emocionado, con el pensamiento que ella va a volver sin demora.

Mientras se reserve para la suavidad de la concordia cercana, no sentirá la amargura de la querella presente. Dará de preferencia la respuesta de la que no tendrá que acusarse a sí mismo ni a ser reprendido por su hermano cuando la amistad se restablezca. De esta forma cumplirá la palabra del profeta: “En la conmoción, acuérdate de tener piedad” (Hab 3,2).

Pide, busca y llama porque serás colmado

Jueves de la 1a semana de Cuaresma
El Evangelio del día
Evangelio según San Mateo 7,7-12.
Jesús dijo a sus discípulos:
Pidan y se les dará; busquen y encontrarán; llamen y se les abrirá.
Porque todo el que pide, recibe; el que busca, encuentra; y al que llama, se le abrirá.
¿Quién de ustedes, cuando su hijo le pide pan, le da una piedra?
¿O si le pide un pez, le da una serpiente?
Si ustedes, que son malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, ¡cuánto más el Padre celestial dará cosas buenas a aquellos que se las pidan!
Todo lo que deseen que los demás hagan por ustedes, háganlo por ellos: en esto consiste la Ley y los Profetas.
Extraído de la Biblia: Libro del Pueblo de Dios.

San Juan María Vianney (1786-1859)
presbítero, párroco de Ars

Sermón para el Vº Domingo de Pascua (Sermons de Saint Jean Baptiste Marie Vianney, Curé d’Ars, II, Ste Jeanne d’Arc, 1982),
El poder de la oración
El motivo que debe llevarnos a recurrir a la oración, es que todo resulta para nuestro beneficio. El buen Dios quiere nuestra felicidad y él sabe que sólo la oración puede procurarlo. Además, mis hermanos, ¡qué mayor honor para una vil criatura -como nosotros- que Dios quiera abajarse hasta ella, permaneciendo con ella familiarmente como un amigo con su amigo! Vean la bondad de su parte al compartir nuestras preocupaciones, nuestras penas. Ese buen Salvador se apresura a consolarnos, a sostenernos en nuestras pruebas o, mejor dicho, sufre por nosotros. Díganme, mis hermanos, el no rezar, ¿no sería querer renunciar a nuestra salvación y a nuestra felicidad sobre la tierra? Porque sin la oración sólo podemos ser infelices y con la oración estamos seguros de obtener todo lo que nos es necesario para el tiempo y la eternidad, como vamos a verlo.Digo primeramente, mis hermanos, que todo es prometido a la oración y, en segundo lugar, que la oración obtiene todo cuando ella está bien hecha. Es una verdad que Jesucristo nos repite casi en cada página de la Sagrada Escritura. La promesa de Jesucristo es formal: “Pidan y recibirán, busquen y encontrarán, llamen y se les abrirá…Todo lo que pedirán a mi Padre en mi Nombre, lo obtendrán si lo piden con fe” (cf. Mt 7,7; 21,24). Jesucristo no se contenta con decirnos que la oración bien hecha lo obtiene todo. Para convencernos, lo asegura con promesa “Así todo lo que pidan al Padre en mi Nombre, él se lo concederá” (Jn 15,16). Según las palabras del mismo Jesucristo, me parece mis hermanos, que sería imposible dudar del poder de la oración.