Si algo tienen las Escrituras es que su mensaje es para los hombres de todos los tiempos. Con la parabola de hoy Jesús está hablando del Padre y de si mismo. Dios quiere que demos frutos de conversión y nunca se cansa de enviarnos mensajeros y de darnos oportunidades como lo hizo en la antigüedad por medio de los profetas. Jesús quiere cambiar el corazón egoísta y homicida de los vendimiadores por un corazón confiado y noble que se identifique con la propuesta de Jesús. La más sublime de todas «amar al enemigo», porque sólo amando, es como hacemos presente el Reino de Dios en la tierra y conseguimos la paz: primero de nuestro corazón y luego la paz con el entorno y las demás personas. Y lo conseguimos porque Dios es nuestro garante cuando hacemos su voluntad.
El reloj va dejando lentamente horas atrás, no dejemos que también pase la nuestra , porque sus agujas nunca girán en sentido contrario. Y nosotros tenemos las horas contadas.
Lunes de la 9a semana del Tiempo Ordinario
El Evangelio del día
Evangelio según San Marcos 12,1-12.
Jesús se puso a hablarles en parábolas: «Un hombre plantó una viña, la cercó, cavó un lagar y construyó una torre de vigilancia. Después la arrendó a unos viñadores y se fue al extranjero.
A su debido tiempo, envió a un servidor para percibir de los viñadores la parte de los frutos que le correspondía.
Pero ellos lo tomaron, lo golpearon y lo echaron con las manos vacías.
De nuevo les envió a otro servidor, y a este también lo maltrataron y lo llenaron de ultrajes.
Envió a un tercero, y a este lo mataron. Y también golpearon o mataron a muchos otros.
Todavía le quedaba alguien, su hijo, a quien quería mucho, y lo mandó en último término, pensando: ‘Respetarán a mi hijo’.
Pero los viñadores se dijeron: ‘Este es el heredero: vamos a matarlo y la herencia será nuestra’.
Y apoderándose de él, lo mataron y lo arrojaron fuera de la viña.
¿Qué hará el dueño de la viña? Vendrá, acabará con los viñadores y entregará la viña a otros.
¿No han leído este pasaje de la Escritura: La piedra que los constructores rechazaron ha llegado a ser la piedra angular:
esta es la obra del Señor, admirable a nuestros ojos?».
Entonces buscaban la manera de detener a Jesús, porque comprendían que esta parábola la había dicho por ellos, pero tenían miedo de la multitud. Y dejándolo, se fueron.
Comentario: San Buenaventura (1221-1274)
franciscano, doctor de la Iglesia
La vid mística, c. 5, 4-5 (atribuida, erróneamente, a San Bernardo)
«Yo soy la vid verdadera» (Jn 15,1)
¡Oh dulce Jesús, en qué estado te veo! Muy dulce y muy amable, único Salvador de nuestras viejas heridas, ¿quién te ha condenado a una muerte tan amarga? ¿Quién, pues, te hace sufrir estas heridas, no sólo tan crueles sino tan ignominiosas? Dulce vid, buen Jesús, ahí tienes el fruto que tu viña te da. (…)Hasta el día de tus bodas, has esperado, pacientemente, que ella te diera racimos, y no te da más que espinas (Is 5,6). Te ha coronado de espinas y te ha rodeado de las espinas de sus pecados. Esta viña, que ya no es tuya sino que ha pasado a ser una viña extranjera, ¡cuán amarga se te ha vuelto! Ha renegado de ti gritando: «No tenemos más rey que al César» (Jn 19,15). Después de haberte echado del viñedo de tu ciudad y de tu heredad, esos viñadores te han dado muerte: no de un golpe, sino después de haberte agotado con el largo tormento de la cruz, haberte torturado con las heridas de los latigazos y de los clavos. (...) Oh, Señor Jesús (...), tú mismo has entregado tu alma a la muerte –nadie te la puede quitar, eres tú mismo quien la da (Jn 10,18). (...) ¡Admirable intercambio! El Rey se da por el esclavo, Dios por el hombre, el Creador por la criatura, el Inocente por los culpables.
