La ley y los profetas son hitos que me señalan si estoy o no en el camino del Señor. Pero estos no me salvan, por cuanto que todos, como dice en otra parte de las Escrituras, pecaron. Solo me salva la gracia de Dios, que es la fortaleza que nos da el Espíritu Santo, por los méritos de Jesucristo en la cruz, la cual recibimos por el bautismo, la oración y el resto de los Sacramentos. Sin estar unidos a estas fuentes de Gracia que nos perfeccionan en el Amor, difícilmente podemos cumplir la ley y los profetas, por la misma naturaleza caída del hombre con tendencia al egoísmo y al mal por mucha voluntad que pongamos
Miércoles de la 10a semana del Tiempo Ordinario
El Evangelio del día
Evangelio según San Mateo 5,17-19.
Jesús dijo a sus discípulos:
«No piensen que vine para abolir la Ley o los Profetas: yo no he venido a abolir, sino a dar cumplimiento.
Les aseguro que no desaparecerá ni una i ni una coma de la Ley, antes que desaparezcan el cielo y la tierra, hasta que todo se realice.
El que no cumpla el más pequeño de estos mandamientos, y enseñe a los otros a hacer lo mismo, será considerado el menor en el Reino de los Cielos. En cambio, el que los cumpla y enseñe, será considerado grande en el Reino de los Cielos.»
San Jerónimo (347-420)
sacerdote, traductor de la Biblia, doctor de la Iglesia
Homilía sobre el evangelio de Marcos, n° 9 – 8; SC 494
Cristo, el cumplimiento de la Ley y los profetas
Cuando leo el evangelio y encuentro testimonios de la Ley y de los profetas, no considero en ello otra cosa que a Cristo. Cuando contemplo a Moisés, cuando leo a los profetas es para comprender lo que dicen de Cristo. El día que habré llegado a entrar en el resplandor de la luz de Cristo y brille en mis ojos como la luz del sol, ya no seré capaz de mirar la luz de una lámpara. Si alguien enciende una lámpara en pleno día, la luz de la lámpara se desvanece. Del mismo modo, cuando uno goza de la presencia de Cristo, la Ley y los profetas desaparecen. No quito nada a la gloria de la Ley y de los profetas; al contrario, los enaltezco como mensajeros de Cristo. Porque cuando leo la Ley y los profetas, mi meta no es la Ley y los profetas sino, por la Ley y los profetas quiero llegar a Cristo.
