Viernes de la 19a semana del Tiempo Ordinario
El Evangelio del día
Evangelio según San Mateo 19,3-12.
Se acercaron a él algunos fariseos y, para ponerlo a prueba, le dijeron: «¿Es lícito al hombre divorciarse de su mujer por cualquier motivo?».
El respondió: «¿No han leído ustedes que el Creador, desde el principio, los hizo varón y mujer;
y que dijo: Por eso, el hombre dejará a su padre y a su madre para unirse a su mujer, y los dos no serán sino una sola carne?
De manera que ya no son dos, sino una sola carne. Que el hombre no separe lo que Dios ha unido».
Le replicaron: «Entonces, ¿por qué Moisés prescribió entregar una declaración de divorcio cuando uno se separa?».
El les dijo: «Moisés les permitió divorciarse de su mujer, debido a la dureza del corazón de ustedes, pero al principio no era así.
Por lo tanto, yo les digo: El que se divorcia de su mujer, a no ser en caso de unión ilegal, y se casa con otra, comete adulterio».
Los discípulos le dijeron: «Si esta es la situación del hombre con respecto a su mujer, no conviene casarse».
Y él les respondió: «No todos entienden este lenguaje, sino sólo aquellos a quienes se les ha concedido.
En efecto, algunos no se casan, porque nacieron impotentes del seno de su madre; otros, porque fueron castrados por los hombres; y hay otros que decidieron no casarse a causa del Reino de los Cielos. ¡El que pueda entender, que entienda!».
Comentario: Venerable Madeleine Delbrêl (1904-1964)
laica, misionera en la ciudad.
Comunidades según el Evangelio (Communautés selon l’Évangile, Seuil, 1973),
“Otros decidieron no casarse a causa del Reino de los Cielos” (Mt 19,12)
Los célibes a causa del Reino, son una pequeñísima parte de la humanidad, que renuncia a algo propio para dejarse tomar por Dios, sin división. “El que tiene mujer se preocupa de las cosas de este mundo,… y así su corazón está dividido” (1 Cor 7,33-34), dice San Pablo. Si esa pequeñísima parte de la humanidad tiene esa iniciativa con el Señor, es sólo para vivir el Amor con el que Él ama a la humanidad. Reducirlo a una historia personal lo disminuye a algo insignificante. El celibato por el Reino es una misión de amor vivida de parte del mundo entero. Esto lleva a los que son llamados a él, a aceptar la elección de soledad que el Señor hizo por ellos. Un celibato que no tuviera una parte de soledad sería un sucedáneo. La aceptación de esta soledad faz a Dios es como el precio, la medida de nuestra disponibilidad para el amor. El matrimonio es el encuentro de dos vocaciones en un mismo hogar. Estos dos seres se condicionan, se influencian y se ayudan. En el celibato se está faz a Dios y Cristo deviene el cónyuge. Es su Reino que se transforma en el hogar y la humanidad tiene lugar de hijos. (…) Esta disponibilidad es la expresión de una misma opción: por el desarraigo de la tierra y por la implantación en Cristo. “Otros decidieron no casarse a causa del Reino de los Cielos” (Mt 19,12), dice el Evangelio. “Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con todo tu espíritu. Este es el más grande y el primer mandamiento. El segundo es semejante al primero: Amarás a tu prójimo como a ti mismo” (Mt 22,37-39), es el mandamiento del Señor que el célibe a causa del Reino toma en su estado más puro y directo.
