Miércoles de la 2a semana de Pascua
El Evangelio del día
Evangelio según San Juan 3,16-21.
Sí, Dios amó tanto al mundo, que entregó a su Hijo único para que todo el que cree en él no muera, sino que tenga Vida eterna.
Porque Dios no envió a su Hijo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él.»
El que cree en él, no es condenado; el que no cree, ya está condenado, porque no ha creído en el nombre del Hijo único de Dios.
En esto consiste el juicio: la luz vino al mundo, y los hombres prefirieron las tinieblas a la luz, porque sus obras eran malas.
Todo el que obra mal odia la luz y no se acerca a ella, por temor de que sus obras sean descubiertas.
En cambio, el que obra conforme a la verdad se acerca a la luz, para que se ponga de manifiesto que sus obras han sido hechas en Dios.
San Gregorio Nacianceno (330-390)
obispo y doctor de la Iglesia
Himno 32; PG 37, 511-512
Llegar a la luz
Te bendecimos, Padre de las luces,
Cristo, Verbo de Dios, esplendor del Padre,
Luz de luz, y fuente de luz,
Espíritu de fuego, soplo del Hijo tanto como del Padre.
Trinidad Santa, luz indivisa,
Tú disipas las tinieblas para crear
un mundo luminoso, ordenado y bello,
que lleva en ella tu semejanza.
Tú iluminas al hombre en la razón y la sabiduría,
lo alumbras con el sello de tu Imagen,
para que en tu luz, vea la luz (Sl 36,10),
y todo entero llegue a ser luz.
Tú haces brillar en el cielo inumerables luces,
ordenas al día y a la noche
que se entiendan y compartan el tiempo
alternándose pacíficamente.
La noche pone fin al trabajo del cuerpo cansado,
el día llama a las obras que tú quieres,
nos enseña a huir de las tinieblas, a apresurarnos
hacia el día que ya no tendrá noche.
