Lunes de la 4a semana de Pascua
El Evangelio del día
Evangelio según San Juan 10,1-10.
Jesús dijo a los fariseos: «Les aseguro que el que no entra por la puerta en el corral de las ovejas, sino por otro lado, es un ladrón y un asaltante.
El que entra por la puerta es el pastor de las ovejas.
El guardián le abre y las ovejas escuchan su voz. El llama a cada una por su nombre y las hace salir.
Cuando las ha sacado a todas, va delante de ellas y las ovejas lo siguen, porque conocen su voz.
Nunca seguirán a un extraño, sino que huirán de él, porque no conocen su voz».
Jesús les hizo esta comparación, pero ellos no comprendieron lo que les quería decir.
Entonces Jesús prosiguió: «Les aseguro que yo soy la puerta de las ovejas.
Todos aquellos que han venido antes de mí son ladrones y asaltantes, pero las ovejas no los han escuchado.
Yo soy la puerta. El que entra por mí se salvará; podrá entrar y salir, y encontrará su alimento.
El ladrón no viene sino para robar, matar y destruir. Pero yo he venido para que las ovejas tengan Vida, y la tengan en abundancia.»
Comentario: Santo Tomás de Aquino (1225-1274)
dominico, teólogo, doctor de la Iglesia
Lectura de Juan 10 (Lectures chrétiennes pour notre temps, Abbaye d’Orval, 1973)
“Yo soy el Buen Pastor” (Jn 10,11)
Jesús dijo: “Yo soy el Buen Pastor” (Jn 10,11). Es evidente que el título de pastor es propio de Cristo. Lo mismo que un pastor lleva a pastar a su rebaño, así Cristo restaura a los fieles con un alimento espiritual: su propio Cuerpo y su propia Sangre. Para diferenciarse del mal pastor y del ladrón, Jesús precisa que él es el Buen Pastor. Se declara Bueno, porque defiende a su rebaño con el compromiso de un buen soldado por su patria. Por otra parte, Cristo ha dicho que el pastor entra por la puerta y él mismo es la puerta (cf. Jn 10,7). Cuando se declara Pastor, tenemos que entender que es él que entra, por sí mismo. Manifiesta que conoce al Padre por sí mismo, mientras que nosotros lo conocemos por él y es él quien nos da la bienaventuranza. Veamos bien que sólo él es la Puerta, sólo él es la Luz y los demás lo son por participación. Juan Bautista “no era la luz sino el testigo de la luz” (Jn 1,8). Cristo era “la Luz verdadera que al venir a este mundo ilumina a todo hombre” (Jn 1,9). Nadie puede decir que es la puerta, ya que ese nombre está reservado para Cristo. El título de pastor lo ha comunicado a otros, a sus miembros. Pedro lo ha sido, otros discípulos, los obispos. “Les daré pastores según mi corazón” (Jer 3,15), dice el profeta Jeremías. Aunque los responsables de las Iglesias- hijos de ellos- son todos pastores, Cristo dijo “Yo soy el Buen Pastor” para mostrar la fuerza única de su amor. Ningún pastor lo es si no está unido a Cristo, ya que es así miembro del único verdadero Pastor.
