Martes de la 33a semana del Tiempo Ordinario
Evangelio según San Lucas 19,1-10.
Jesús entró en Jericó y atravesaba la ciudad.
Allí vivía un hombre muy rico llamado Zaqueo, que era jefe de los publicanos.
El quería ver quién era Jesús, pero no podía a causa de la multitud, porque era de baja estatura.
Entonces se adelantó y subió a un sicomoro para poder verlo, porque iba a pasar por allí.
Al llegar a ese lugar, Jesús miró hacia arriba y le dijo: «Zaqueo, baja pronto, porque hoy tengo que alojarme en tu casa».
Zaqueo bajó rápidamente y lo recibió con alegría.
Al ver esto, todos murmuraban, diciendo: «Se ha ido a alojar en casa de un pecador».
Pero Zaqueo dijo resueltamente al Señor: «Señor, voy a dar la mitad de mis bienes a los pobres, y si he perjudicado a alguien, le daré cuatro veces más».
Y Jesús le dijo: «Hoy ha llegado la salvación a esta casa, ya que también este hombre es un hijo de Abraham,
porque el Hijo del hombre vino a buscar y a salvar lo que estaba perdido».
San Nersés Shnorhalí (1102-1173)
patriarca armenio
«Jesús, Hijo Único del Padre»
Ven a hospedarte a la casa de mi alma
Como Zaqueo el publicano
Me elevé de esta vil tierra
Sobre el elevado árbol de la sabiduría,
Para la contemplación divina.
La pequeña talla del espiritual
No creció en mí por buenas obras,
Al contrario, disminuyó sin cesar
Hasta hacerme retornar a la lactancia de los niños.
Nuevamente, tomando la parábola a la inversa,
Subí sobre el árbol del cuerpo perverso,
En vista del amor terrestre de suave sabor,
Cómo también Zaqueo sobre la higuera.
De ahí, gracias a tu palabra poderosa
Hazme descender rápidamente como él,
Ven a hospedarte a la casa de mi alma,
Y contigo, el Padre y el Santo Espíritu.
Haz que el cuerpo que ha causado daño a mi alma,
Le renda el cuádruple en servicio,
Y dé la mitad de los bienes corporales,
A mi libre arbitrio empobrecido.
Con el fin que según tu palabra salvadora,
Digno yo sea de escuchar tu voz,
Ya que también soy hijo de Abraham,
Siguiendo la fe del Patriarca.
