Evangelio del día
Lc 21, 29-33

Cuando veáis que suceden estas cosas, sabed que está cerca el Reino de Dios.
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos una parábola:

«Fijaos en la higuera y en todos los demás árboles: cuando veis que ya echan brotes, conocéis por vosotros mismos que ya está llegando el verano.

Igualmente vosotros, cuando veáis que suceden estas cosas, sabed que está cerca el reino de Dios.

En verdad os digo que no pasará esta generación sin que todo suceda. El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán».
Palabra del Señor

Comentario al Evangelio: José Ignacio Munilla

Está próximo a concluir el año litúrgico. Comenzará este fin de semana el tiempo de Adviento, y en estos últimos evangelios —en concreto, en el evangelio de este viernes— se habla de esos signos apocalípticos del fin de los tiempos. Escuchamos lo siguiente:

“En verdad os digo: no pasará esta generación sin que todo suceda.”
¿Qué significa esta expresión? Da la impresión de que es un error, un error que cometió el evangelista San Lucas. Él pensaba que el fin de los tiempos iba a acontecer antes de que esa generación terminase. Pensaban que el retorno de Jesucristo en gloria, que la parusía, era inminente. Algunos parece que así lo pensaron; de hecho, dejaron de trabajar, y por eso el apóstol dice: “El que no trabaje, que no coma”.

Sin embargo, creo que San Lucas quería decir otra cosa. No olvidemos que la Palabra de Dios está inspirada por el Espíritu Santo y no comete error. Por tanto, cuando dice “no pasará esta generación sin que todo suceda”, tenemos que entender que ese anuncio del fin de los tiempos tiene una doble dimensión.

Una es la dimensión de la parusía final, cuando el mundo termine y Cristo retorne en gloria. Pero hay también otra dimensión, que es la dimensión personal, en la que cada uno de nosotros vive ese fin de los tiempos con nuestra propia vida. Para nosotros, el fin de nuestra vida es también el fin de los tiempos. Al fin y al cabo, el juicio particular con el que somos examinados de nuestra vida en nuestra muerte coincidirá, obviamente, con el juicio final en el retorno de Jesucristo.

La única diferencia será que en el juicio final nuestro cuerpo habrá resucitado y se habrá unido al alma para recibir ese mismo juicio que recibió en el momento de su muerte: sea de salvación, sea de condenación, o sea de necesidad de purificación.

Por eso escuchamos en el evangelio: “No pasará esta generación sin que todo esto suceda.” El final de los tiempos para cada uno de nosotros está más cerca de lo que pensamos. Estamos llamados a descubrir esos signos que nos hablan de la inminencia de nuestro encuentro con el Señor y a vivir en su presencia.

La mejor manera de preparar nuestro momento final es vivir el día a día, nuestra vida ordinaria, en la presencia de Dios.

Avatar de Desconocido

Acerca de renaceralaluz

Decidí hace ya mucho tiempo vivir una vida coherente en razón de mis principios cristianos, lo que quiere decir que intento, en la medida que alcanzan mis fuerzas, llevar a la vida lo que el corazón me muestra como cierto: al Dios encarnado en Jesucristo con sus palabras, sus hechos y su invitación a salir de mi mismo para donarme sin medida. Adagio: El puente más difícil de cruzar es el puente que separa las palabras de los actos. Correo electrónico: 21aladinoalad@gmail.com

Puedes dejar tu opinión sobre esta entrada