Hace cosa de unos días un amigo me pidió que hiciese una meditación, puesta por escrito, sobre un pasaje bíblico, puesto que deseaba mostrarme en esa Palabra, algo que anteriormente él ya había descubierto. Después de hacer una lectura pausada y con tiempo me quedé gratamente sorprendido de la cantidad de revelaciones que te puede dar Dios a través de su Palabra.
Así, pues, no hacen falta muchos conocimientos teológicos para saber, que es lo que Dios quiere comunicarnos en las Escrituras, pues como todo padre que se precie, lo que desea, por encima de todo, es hacerse entender de su hijo, y por eso le explica con claridad como debe cruzar una calle, o como conducir la bicicleta por la ciudad, entre otras observaciones para que el niño pueda desenvolverse en la vida. Reconozco que puede haber pasajes o libros difíciles de interpretar en la biblia, el mismo apóstol Pedro dice: Que ninguna profecía de la Escritura es de interpretación privada (2 Pedro 1, 20). Si esto sucede con las profecías, no pasaría lo mismo en cambio con el resto, de ahí que Juan diga por otro lado: Pero la unción que vosotros recibisteis de él permanece en vosotros, y no tenéis necesidad de que nadie os enseñe… (1 Juan 27). De esta manera, por lo general, está todo meridianamente claro, un Dios todo bondad y justicia, que desea, sobre todo, que renunciemos al pecado, para que podamos tocar y vivir el regalo de la salvación, no creo que luego, por otro lado, nos lo complique, sobre manera, cuando desea indicarnos el camino para llegar a este cometido por medio de su Palabra. Fue por esto que S. Francisco de Asís llegó donde llegó; es decir, a la perfecta sabiduría que consiste en amar a Dios y al prójimo con entera libertad, a partir de la lectura de una biblia que le regaló su madre. Por lo ya expuesto, creo que en el presente se abusa de la exégesis, con lo cual en ocasiones da la impresión que las cartas de los apóstoles y de los evangelistas no fuesen referencia de lo que ellos mismos habían visto y palpado en presencia de Jesús, sino de lo que cualquiera pueda imaginar conjeturando y asociando la cultura y la ciencia actual, con realidades espirituales y experienciales de los discípulos de Jesús.
Lo que descubro principalmente en ese Dios Padre que nos muestra Jesús, es que desea una fe incondicional y es, precisamente, a los que creen conocer a Dios, a los que se les oculta la Salvación por falta de fe: su misma sabiduría les oscurece el entendimiento y la razón; (Lucas 8, 10) “para que viendo no vean y oyendo no entiendan” ¿Cómo van a esperar estos sabios de las Escrituras, que su Dios hable en el lenguaje del pueblo; en el lenguaje de los pastores, de los labradores, de los pescadores, de las amas de casa? ¿Cómo van a esperar los eruditos que no sean ellos los primeros (ya que han dedicado muchas horas al estudio de la biblia o al estudio de los que otros habían creído descubrir en ella) a los que Dios revele los misterios de su Reino, los misterios de Dios?
Dios, por otra parte, evita descubrir todos y por completo los misterios en Él escondidos, a excepción de muy pocas personas en la historia de la salvación. Como dije antes, Dios quiere y desea una fe absoluta, y no conozco a nadie que haya tenido una experiencia mística de parte de Dios, que no haya cambiado radicalmente su vida por muy pecador que fuese ésta persona anteriormente a esa experiencia. ¿Pero esto tiene un valor, por parte de la persona? me temo que no; no demasiado y me explico: ¿Creen que muchos hijos (incluyéndome a mí mismo cuando he sido joven) no hubiésemos cambiado nuestras reticencias, críticas, falta de atención, ayuda, cariño… hacia nuestros padres si ellos, en su momento, nos hubiesen podido mostrar directamente cuánto amor se escondía en su corazón; cuáles eran sus sentimientos, cuáles sus traumas, de que deseaban protegernos cuando nos corregían, sus desvelos: cuantas noches de insomnio preocupados por nuestros problemas buscando el mejor de los consejos para que pudiésemos salir de ellos?
Amor es adherirse a una persona, confiar en su palabra, darle margen, esperar en ella, sentir desde su dolor y su alegría… sin tener todas las cartas boca arriba sobre ésta ¿Tiene algún mérito que sigas a una persona, a tu padre, a un amigo, a Dios, por consiguiente, cuando sabes de antemano que posee en sí misma? ¿ o que, por otro lado, si te separas de ella vas a carecer de todos sus bienes; en el caso de Dios bienes infinitos? Pues me temo que no, esto equivaldría a estoy contigo por interés, no por amor.
Dice San Pablo que tuvo varias revelaciones por parte de Dios: (1 Corintios 2,9) Antes bien, como está escrito: cosas que ojo no vio, ni oído oyó, ni han subido en corazón de hombre, son las que Dios ha preparado para los que le aman.
Por tanto, de todo lo comentado con anterioridad se infiere, que el amor más genuino, es el que espera todas las promesas de Dios, sin haberlas visto o, ni tan siquiera, atisbado. Por eso la fe es el binomio del amor, de aquel que cree sin ver y espera en la Palabra sobre toda palabra, la de Dios.
gracias Pedro por compartir tan vello mensage Dios es todo amor el mismo que nosotros podemos dar sin resivir nada a cambio.