Difícil es vivir sin autoengañarse; mecanismo de autodefensa que nos hace la vida más cómoda, pero, a la vez, menos comprometida y genuina.
Cuanto más descubro el mundo y sus mecanismos más pequeño me reconozco en él. Como dice el Padre Ignacio Larrañaga: Todo seguirá igual después de mi muerte.
No hay nada que haga madurar más deprisa que el dolor y nada menos inmovilista que nadar contra corriente. Hoy la corriente de la cultura global es torrencial y muy pocos se deciden a cuestionarla y mucho menos a combatirla.
Puedo proponer un modelo de sociedad, pero teniendo siempre presente (por aquello de la imposición en que incurren todos los gobiernos sin contar con el pueblo) que la persona no es una rata de laboratorio con la que se deba experimentar. El hombre se cimenta en cinco pilares básicos: la familia, la moral, la tradición, la libertad y la historia. Cuando se prescinde o anula uno de ellos la sociedad se desmorona por vivir ajena a la realidad de sí misma: algo en lo que incurren todas las ideologías.
Las personas cambian los sistemas de gobierno, por el contrario, se perpetúan. Por tanto, si me dan la posibilidad de elegir prefiero hacerlo entre personas, que no entre sistemas; esto siempre y cuando ¡claro está! que yo tenga la posibilidad de elegir personalmente a quien desee que me represente, y no a quien me impongan unas listas cerradas.
No al paternalismo y a la compasión para con los desheredados, no sea que vayamos a fomentar la mendicidad y el pesebrismo. Démosle, por el contrario -si realmente es cierto que creemos en la igualdad entre personas- lo que les pertenece por justicia y derecho. Estamos en campaña y no hace mucho se presentó por estos lares un gobernante a prometernos más subsidios, en lugar de prometer fomentar el empleo. Mientras tanto, la región se despuebla, por falta de oportunidades, de su valor más preciado; a saber, la juventud.
No te prometo nada, Señor, solo autenticidad a cada paso del camino recorrido, porque como dijo el Gran Poeta «Caminante no hay camino, se hace camino al andar» y mi única pretensión seria, que al final del recorrido del mío, encuentre tu mano extendida para salvar el precipicio del absurdo aparente de la vida.
Hoy he contemplado un paisaje que cualquier pintor lo hubiese querido retener en su memoria plástica, para inmortalizarse en él. En aquel éxtasis de placer y gratitud, escuche una voz interior que me decía: no te diluyas en mí, tu misión consiste en ser testigo del Sueño de su Creador, para que tanta belleza y tanto amor no se precipiten en el vertedero del olvido de las prisas de los hombres y mujeres de este siglo.
Un psiquiatra, no recuerdo ahora quien, sentenció: “buscamos lo auténtico, pero cuando lo encontramos lo rechazamos por su envoltorio” ¿Es posible que esto mismo nos haya pasado con Jesús? Él entró en la historia de la humanidad como uno más entre los pobres, entre los humildes; sin obstentación y sin ambiciones personales de poder.
Prefiero asirme a Dios antes que a la nada y al sentido común antes que a la tiranía alienante de la moda y del sistema cerrado de las Ideologías.
Etiquetar a una persona o a un grupo de personas es destruirlo, al final las palabras son espíritu y el espíritu es vida. Uno termina por creerse lo que dicen de él y con eso lo cercenan e incluso lo matan. Si Jesús hubiese mirado la etiqueta que arrastraba la mujer adúltera, y no a su corazón, esta nunca habría cambiado de vida. Y ello, simplemente, porque los “buenos” hubiesen terminado con su vida.
No te etiquetes a ti mismo como bueno o de estar en el grupo de los buenos, porque como dice Jesús: Uno solo es bueno, Dios. Y si Uno solo es bueno… solo éste, también, conoce que es lo que conviene y lo que no conviene. Cuando uno se cree bueno, también se cree con derecho a decidir sobre la vida y a la muerte de los demás. Los políticos deben creerse, en su inmensa mayoría, estar en el grupo de los buenos, ellos han decidido ya por Dios, quien debe vivir y quien no.
La VERDAD solo está en DIOS. Los demás renqueantes y zigzagueantes, nos vamos aproximando poco a poco, como DIOS nos da a entender; y a través de todas nuestras heridas, fragilidades y miserias. DIOS nos conoce a nosotros, mucho mejor que nosotros mismos; por eso la pretensión de conocer a alguien, no creo que sea ni justa, ni cierta, son solo eso, etiquetas. En cada uno de nosotros hay un destello de DIOS, las etiquetas bloquean el acceso a ese destello. Alabado sea DIOS. Muchas gracias por tus reflexiones.
De acuerdo con tus palabras y tus deseos sigue adelante y que Dios te bendiga un abrazo