Dios establece una alianza Eterna con Abraham y su descendencia a través de la cual, especialmente del pequeño resto fiel de su pueblo, entre ellos José y María, Dios ofrece su protección. Sin embargo Dios ha tenido a bien, en los tiempos, hacer un nuevo pacto con el hombre y extenderlo a toda la humanidad, por medio de su amado hijo; del sacrificio que éste hizo en obediencia al Padre, para restaurar a todos aquellos que acepten que Jesús es Dios, enviado del Padre y que, a su vez, este sacrificio es necesario y suficiente, para saldar la deuda que todos habíamos contraído, ante Dios, por nuestros pecados.
Era necesario que uno solo muriera por todo el pueblo. Y sólo uno, Jesús, podía obrar el milagro de llevar a cabo esta encomienda. Solo Él, Jesús, venciendo todas las tentaciones, por su pureza y por su rango, el mismo que el del Padre, fue encontrado digno para saldar dicha deuda, con el más alto Señor; Dios uno y trino.
Pero la misericordia de Dios es tan grande, que la nueva alianza que el Padre establece por medio de su hijo va mucho más allá de unos bienes materiales, de una nación geográfica, de una descendencia incontable, como en el anterior pacto con Abrahaam
La novedad consiste en que el nuevo pacto nos ha elevado Casi a la misma dignidad de su amado hijo Jesús, de tal modo que por esa entrega a la voluntad del Padre, nos ha hecho a nostros participes de su misma filiación Divina y también de su heredad; ahora somos coherederos del Reino de los Cielos a perpetuidad.
De esta manera se cierra el círculo, de nuevo estamos en la casa del Padre (como lo estuvieron Adán y Eva) con lo que vemos que Dios hizo bien todas las cosas y que igualmente y de nuevo la salvacion solo depende de nosotros, de nuestra libertad, de nuestra adhesión. Todos al final, todos tendrán, quedar un sí o un no para salvarse, si ahora no damos el sí, difícilmente lo vamos a dar más tarde, donde la batalla entre el bien y el mal será a muerte. Como dijo San Agustín, que antes que Santo fue un pecador como el que más: Dios, que te creó sin ti, para hacerte participe de su belleza, bondad y felicidad inefable,no te salvará sin ti.
La diferencia, es que ahora sabemos de antemano las consecuencias del pecado: la destrucción, la enfermedad y la muerte; cuando menos se cobra la vida de la gracia y la muerte espiritual del hombre, su paz y su gozo interior.