Viernes de la 22ª semana del Tiempo Ordinario
Carta I de San Pablo a los Corintios 4,1-5.
Hermanos:
Los hombres deben considerarnos simplemente como servidores de Cristo y administradores de los misterios de Dios.
Ahora bien, lo que se pide a un administrador es que sea fiel.
En cuanto a mí, poco me importa que me juzguen ustedes o un tribunal humano; ni siquiera yo mismo me juzgo.
Es verdad que mi conciencia nada me reprocha, pero no por eso estoy justificado: mi juez es el Señor.
Por eso, no hagan juicios prematuros. Dejen que venga el Señor: él sacará a la luz lo que está oculto en las tinieblas y manifestará las intenciones secretas de los corazones. Entonces, cada uno recibirá de Dios la alabanza que le corresponda.
Comentario a la 1 lectura: hoy San Pablo, nos recomienda no Juzgar, pero especialmente no Juzgar las cosas de Dios, porque la labor del discípulo de Cristo es la de servir (obedecer) y administrar (conservar y hacer prosperar los bienes que el dueño ha puesto a su recaudo) y el mejor modo de hacerlo, también aquí Pablo nos da la pauta, es la de ser fiel, fiel a las palabras y consignas del Señor.
En la iglesia siempre ha habido tensiones porque no está formada por ángeles, sino por pecadores y ya desde el comienzo, como en nuestros días, hubo quienes en lugar de servir y administrar la Palabra y los sacramentos de Dios y el encargo de extenderla a toda la creación, se dedicaron a juzgar los misterios de Dios y a enseñar falsas doctrinas. Esto sucede cuando pensamos: el Señor dice esto, pero esto no cabe en mi cabeza y yo digo lo otro (en ocasiones hasta lo contrario), el Señor ordena ir por aquí, pero Yo creo…, Yo pienso…, que debo ir por allá. Nos ponemos a juzgar las cosas de Dios (siendo nadas frente a Él) y la de sus discípulos, para tomar nuestras propias decisiones enseñando caminos que desconocemos. Sin embargo Dios que quiere hacernos participes de su mismo Ser y no quiere que permanezcamos eternamente en medio de tinieblas, nos desvelará cuando regrese, como nos dice hoy Pablo, sus misterios, pero también pondrá al descubierto las intenciones del corazón de cada uno de nosotros, las verdaderas.