Evangelio según San Lucas 13,22-30.
Jesús iba enseñando por las ciudades y pueblos, mientras se dirigía a Jerusalén.
Una persona le preguntó: «Señor, ¿es verdad que son pocos los que se salvan?». El respondió:
«Traten de entrar por la puerta estrecha, porque les aseguro que muchos querrán entrar y no lo conseguirán.
En cuanto el dueño de casa se levante y cierre la puerta, ustedes, desde afuera, se pondrán a golpear la puerta, diciendo: ‘Señor, ábrenos’. Y él les responderá: ‘No sé de dónde son ustedes’.
Entonces comenzarán a decir: ‘Hemos comido y bebido contigo, y tú enseñaste en nuestras plazas’.
Pero él les dirá: ‘No sé de dónde son ustedes; ¡apártense de mí todos los que hacen el mal!’.
Allí habrá llantos y rechinar de dientes, cuando vean a Abraham, a Isaac, a Jacob y a todos los profetas en el Reino de Dios, y ustedes sean arrojados afuera.
Y vendrán muchos de Oriente y de Occidente, del Norte y del Sur, a ocupar su lugar en el banquete del Reino de Dios.
Hay algunos que son los últimos y serán los primeros, y hay otros que son los primeros y serán los últimos».

Comentario: Juliana de Norwich (134- 1416) reclusa inglesa.

Libro de visiones y revelaciones del amor divino (Révélations de l’amour divin, 39).
*Nuestro lugar en el festín del Reino de Dios*
Dios, en su gracia especial, visita a quienes tienen gran contrición, compasión y verdadero deseo ardiente de él. Ellos son súbitamente liberados del pecado y el dolor y llevados a la dicha tal cómo los santos. Por la contrición somos purificados, por la compasión preparados, por el verdadero deseo ardiente de Dios somos hechos dignos. Estos son los tres medios, según yo comprendí, por los que todas las almas llegan al cielo, es decir, que han sido pecadores en la tierra y serán salvados. Toda alma pecadora debe ser curada por medio de estos remedios. Aunque ya curada, sus heridas son consideradas por Dios como signos gloriosos. En contrapartida de tristezas y penitencias de aquí, que son como un castigo, en el cielo seremos recompensados por el amor bondadoso de nuestro Señor. (…) Él considera el pecado de los que lo aman como tristeza y sufrimiento, sin atribuirles culpa alguna, ya que lo aman. La recompensa que recibiremos allí no será pequeña, sino grande, honorable, gloriosa. Así toda vergüenza se cambiará en gloria y alegría.
En su bondad, nuestro Señor no quiere que sus servidores desesperen por el hecho de sus lamentables y frecuentes caídas, ya que nuestras caídas no son obstáculo a su amor. Su paz y amor están siempre con nosotros, viviendo y actuando. (…) Quiere que sepamos que él es el fundamento de nuestra vida en el amor y nuestro protector eterno. Nos defiende con potencia contra todo tipo de enemigos, esas fieras furiosas contra nosotros. Tenemos gran necesidad de él porque, por nuestras caídas, frecuentemente damos ocasión a los enemigos.

Acerca de renaceralaluz

Decidí hace ya mucho tiempo vivir una vida coherente en razón de mis principios cristianos, lo que quiere decir que intento, en la medida que alcanzan mis fuerzas, llevar a la vida lo que el corazón me muestra como cierto: al Dios encarnado en Jesucristo con sus palabras, sus hechos y su invitación a salir de mi mismo para donarme sin medida. Adagio: El puente más difícil de cruzar es el puente que separa las palabras de los actos. Correo electrónico: 21aladinoalad@gmail.com

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