El Evangelio del día
Evangelio según San Lucas 19,1-10.
Jesús entró en Jericó y atravesaba la ciudad.
Allí vivía un hombre muy rico llamado Zaqueo, que era jefe de los publicanos.
El quería ver quién era Jesús, pero no podía a causa de la multitud, porque era de baja estatura.
Entonces se adelantó y subió a un sicomoro para poder verlo, porque iba a pasar por allí.
Al llegar a ese lugar, Jesús miró hacia arriba y le dijo: «Zaqueo, baja pronto, porque hoy tengo que alojarme en tu casa».
Zaqueo bajó rápidamente y lo recibió con alegría.
Al ver esto, todos murmuraban, diciendo: «Se ha ido a alojar en casa de un pecador».
Pero Zaqueo dijo resueltamente al Señor: «Señor, voy a dar la mitad de mis bienes a los pobres, y si he perjudicado a alguien, le daré cuatro veces más».
Y Jesús le dijo: «Hoy ha llegado la salvación a esta casa, ya que también este hombre es un hijo de Abraham,
porque el Hijo del hombre vino a buscar y a salvar lo que estaba perdido».
Comentario: Santo Tomás Moro (1478-1535)
hombre de estado inglés, mártir
Tratado para recibir el Cuerpo de nuestro Señor
«Hoy ha llegado la salvación a esta casa»
Recibamos a Cristo en la Eucaristía, como lo hizo Zaqueo, el buen publicano…como deseaba ver a Cristo y como era bajo de estatura, se subió a un árbol, y el Señor al ver su devoción lo llamó, le dijo que bajara del árbol y que quería hospedarse en su casa, Zaqueo se apresuró y bajó, y con mucho gusto le recibió en su casa. Pero no sólo se contentó con recibirlo alegremente, fruto de un encuentro superficial…, lo demostró con sus obras virtuosas. Se comprometió a devolver enseguida a todos, sin esperar a mañana, lo que no era suyo, y a dar la mitad de sus bienes a los pobres y si había defraudado a alguno, restituirlo cuatro veces más.
Con la misma rápidez, espontaneidad, y alegría; la misma alegría espiritual, con la que le recibió este hombre en su casa, que nuestro Señor, nos conceda la gracia de recibir su Santísimo Cuerpo y Sangre, su Alma y su Divinidad todopoderosa tanto, en nuestro cuerpo, como en nuestra alma, y que el fruto de nuestras buenas obras, pueden dar testimonio de que lo recibimos dignamente, con una fe plena, y un propósito estable de vida buena, que se impone a aquellos que comulgan. Entonces Dios,… nos dirá, como le dijo a Zaqueo: «Hoy ha llegado la salvación a esta casa» (Lc 19,9)