Evangelio según San Marcos 8,14-21.
Los discípulos se habían olvidado de llevar pan y no tenían más que un pan en la barca.
Jesús les hacía esta recomendación: «Estén atentos, cuídense de la levadura de los fariseos y de la levadura de Herodes».
Ellos discutían entre sí, porque no habían traído pan.
Jesús se dio cuenta y les dijo: «¿A qué viene esa discusión porque no tienen pan? ¿Todavía no comprenden ni entienden? Ustedes tienen la mente enceguecida.
Tienen ojos y no ven, oídos y no oyen. ¿No recuerdan
cuántas canastas llenas de sobras recogieron, cuando repartí cinco panes entre cinco mil personas?». Ellos le respondieron: «Doce».
«Y cuando repartí siete panes entre cuatro mil personas, ¿cuántas canastas llenas de trozos recogieron?». Ellos le respondieron: «Siete».
Entonces Jesús les dijo: «¿Todavía no comprenden?».

San Anselmo (1033-1109)
benedictino, arzobispo de Canterbury, doctor de la Iglesia

«¿Y no acabáis de entender?»
Yo no puedo ver, Señor, tu luz: es demasiado brillante para mi vista. Y sin embargo, todo lo que veo, es gracias a tu luz que puedo distinguirlo, de la misma manera que nuestro frágil ojo ve, gracias al sol, todo lo que percibe y, sin embrago, no puede mirar al mismo sol directamente.

Mi inteligencia se queda impotente ante tu luz; es demasiado brillante. El ojo de mi alma es incapaz de recibirla, y no puede soportar estar largo tiempo mirándola fijamente. Mi mirada se queda herida por su resplandor, la sobrepasa su extensión; se pierde en su inmensidad y queda confusa ante su profundidad.

¡Oh luz soberana e inaccesible! ¡Verdad total y bienaventurada! ¡Cuán lejos estás de mí y, sin embargo, me eres muy cercana! Escapas casi enteramente a mi vista, siendo así que yo estoy enteramente bajo tu mirada. Por todas partes reluce la plenitud de tu presencia, y yo no te veo. Es en ti que actúo y que tengo mi existencia y, sin embargo, no puedo lograr llegar hasta ti. Tú estás en mí, alrededor de mí y, sin embargo, no puedo verte con mi mirada.

Acerca de renaceralaluz

Decidí hace ya mucho tiempo vivir una vida coherente en razón de mis principios cristianos, lo que quiere decir que intento, en la medida que alcanzan mis fuerzas, llevar a la vida lo que el corazón me muestra como cierto: al Dios encarnado en Jesucristo con sus palabras, sus hechos y su invitación a salir de mi mismo para donarme sin medida. Adagio: El puente más difícil de cruzar es el puente que separa las palabras de los actos. Correo electrónico: 21aladinoalad@gmail.com

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