
No hay que cargar con la culpa porque el pasado no tiene vuelta atrás por mucho que nosotros nos empeñemos en removerlo. En el cristianismo no hay precio que pagar, no existe el karma expiatorio porque Jesús ya pagó en la cruz con, su sangre, el precio de nuestro pecado. Todas las acciones tienen sus consecuencias tantos las buenas como las malas pero ellas son inherentes a nuestra elección, es decir a nuestra libertad, algo muy diferente al karma o al castigo. A lo sumo lo que nos queda es pedir perdón y comenzar una nueva vida en Jesús y su Evangelio. Mateo 5,45 *Para que seáis hijos de vuestro Padre que está en los cielos, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y que hace llover sobre justos e injustos.*