2o domingo de Cuaresma
El Evangelio del día
Evangelio según San Mateo 17,1-9.
Jesús tomó a Pedro, a Santiago y a su hermano Juan, y los llevó aparte a un monte elevado.
Allí se transfiguró en presencia de ellos: su rostro resplandecía como el sol y sus vestiduras se volvieron blancas como la luz.
De pronto se les aparecieron Moisés y Elías, hablando con Jesús.
Pedro dijo a Jesús: «Señor, ¡qué bien estamos aquí! Si quieres, levantaré aquí mismo tres carpas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías».
Todavía estaba hablando, cuando una nube luminosa los cubrió con su sombra y se oyó una voz que decía desde la nube: «Este es mi Hijo muy querido, en quien tengo puesta mi predilección: escúchenlo».
Al oír esto, los discípulos cayeron con el rostro en tierra, llenos de temor.
Jesús se acercó a ellos y, tocándolos, les dijo: «Levántense, no tengan miedo».
Cuando alzaron los ojos, no vieron a nadie más que a Jesús solo.
Mientras bajaban del monte, Jesús les ordenó: «No hablen a nadie de esta visión, hasta que el Hijo del hombre resucite de entre los muertos».
Extraído de la Biblia: Libro del Pueblo de Dios.

Santa Hildegarda de Bingen (1098-1179)
abadesa benedictina y doctora de la Iglesia

El Libro de las Obras Divinas (Le Livre des Œuvres divines, in “Hildegarde de Bingen, Prophète et docteur pour le troisième millénaire”, Béatitudes, 2012)
¡Contempla el rostro del Amor celeste!
Dios, Creador del universo, modeló al hombre a su imagen y semejanza. Él es figura de todas las criaturas, superiores e inferiores. Dios amó de tal amor al hombre, que le reservó el lugar del que había sido expulsado el ángel caído. Le atribuyó toda la gloria, todo el honor que ese ángel había perdido, al mismo tiempo que su salvación. He aquí lo que te muestra el rostro que tu contemplas…esta figura simboliza el Amor del Padre celeste.

Ella es el amor: en el seno de la energía de la divinidad perenne, en el misterio de sus dones, ella es la maravilla de una insigne belleza. Si ella tiene la apariencia humana, es porque el Hijo de Dios se hizo carne para arrancar al hombre de la perdición, gracia al servicio del amor. He aquí por qué ese rostro es de tal belleza y claridad: es el rostro de la eterna belleza, del eterno amor. Te sería más fácil contemplar al sol que contemplar ese rostro. La profusión de amor irradia, luz de una luminosidad sublime y fulgurante. Va más allá de nuestros sentidos, de una manera inconcebible para todos los actos de la comprensión humana, que habitualmente aseguran el conocimiento al alma.

Acerca de renaceralaluz

Decidí hace ya mucho tiempo vivir una vida coherente en razón de mis principios cristianos, lo que quiere decir que intento, en la medida que alcanzan mis fuerzas, llevar a la vida lo que el corazón me muestra como cierto: al Dios encarnado en Jesucristo con sus palabras, sus hechos y su invitación a salir de mi mismo para donarme sin medida. Adagio: El puente más difícil de cruzar es el puente que separa las palabras de los actos. Correo electrónico: 21aladinoalad@gmail.com

Puedes dejar tu opinión sobre esta entrada

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Imagen de Twitter

Estás comentando usando tu cuenta de Twitter. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s