Lunes de la semana de Pascua
El Evangelio del día
Evangelio según San Mateo 28,8-15.
Las mujeres, atemorizadas pero llenas de alegría, se alejaron rápidamente del sepulcro y fueron a dar la noticia a los discípulos.
De pronto, Jesús salió a su encuentro y las saludó, diciendo: «Alégrense». Ellas se acercaron y, abrazándole los pies, se postraron delante de él.
Y Jesús les dijo: «No teman; avisen a mis hermanos que vayan a Galilea, y allí me verán».
Mientras ellas se alejaban, algunos guardias fueron a la ciudad para contar a los sumos sacerdotes todo lo que había sucedido.
Estos se reunieron con los ancianos y, de común acuerdo, dieron a los soldados una gran cantidad de dinero,
con esta consigna: «Digan así: ‘Sus discípulos vinieron durante la noche y robaron su cuerpo, mientras dormíamos’.
Si el asunto llega a oídos del gobernador, nosotros nos encargaremos de apaciguarlo y de evitarles a ustedes cualquier contratiempo».
Ellos recibieron el dinero y cumplieron la consigna. Esta versión se ha difundido entre los judíos hasta el día de hoy.

Comentario: San Cirilo de Jerusalén (313-350)
obispo de Jerusalén, doctor de la Iglesia

Catequesis bautismal n°14 (Les catéchèses, coll. Les Pères dans la foi n° 53-54, Migne, 1993),
“¡Alégrense!” (Mt 28,9)
“¡Alégrense con Jerusalén y regocíjense a causa de ella, todos los que la aman!” (Is 66,10). ¡Jesús ha resucitado! Alégrense ustedes que estaban antes en la pena, (…): el que ha subido la violencia, resucitó. Lo mismo que el recuerdo de la cruz entristece a nuestra asamblea, que la buena noticia de la resurrección sea su alegría. Que la tristeza cambie en alegría, las lamentaciones en regocijo y que alegría y regocijo llenen nuestros labios, en honor del que después de su resurrección dijo: ¡Alégrense!” (Mt 28,9). Entiendo cuál era en esos días la pena de los amigos de Cristo, cuando nosotros no decimos nada más de su muerte ni de su sepultura y no proclamamos la buena noticia de su resurrección. Sus espíritus, como en suspenso, esperaban la noticia deseada. Ha resucitado el muerto, el que tenía “su lecho entre los muertos” (Sal 88(87),76) y es liberador de los muertos. El hombre que sin quejarse había portado la deshonrosa corona de espinas, ese hombre, resucitó. Porta la diadema de la victoria sobre la muerte. Lo mismo que hemos dado testimonios que conciernen su cruz, ahora afirmamos su resurrección con estas pruebas. El Apóstol lo confirma: “Fue sepultado y resucitó al tercer día, de acuerdo con la Escritura” (I Cor 15,)

Acerca de renaceralaluz

Decidí hace ya mucho tiempo vivir una vida coherente en razón de mis principios cristianos, lo que quiere decir que intento, en la medida que alcanzan mis fuerzas, llevar a la vida lo que el corazón me muestra como cierto: al Dios encarnado en Jesucristo con sus palabras, sus hechos y su invitación a salir de mi mismo para donarme sin medida. Adagio: El puente más difícil de cruzar es el puente que separa las palabras de los actos. Correo electrónico: 21aladinoalad@gmail.com

Puedes dejar tu opinión sobre esta entrada

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s