Miércoles de la 3a semana de Pascua
El Evangelio del día
Evangelio según San Juan 6,35-40.
Jesús dijo a la gente: «Yo soy el pan de Vida. El que viene a mí jamás tendrá hambre; el que cree en mí jamás tendrá sed.
Pero ya les he dicho: ustedes me han visto y sin embargo no creen.
Todo lo que me da el Padre viene a mí, y al que venga a mí yo no lo rechazaré,
porque he bajado del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la de aquel que me envió.
La voluntad del que me ha enviado es que yo no pierda nada de lo que él me dio, sino que lo resucite en el último día.
Esta es la voluntad de mi Padre: que el que ve al Hijo y cree en él, tenga Vida eterna y que yo lo resucite en el último día».

San Juan Casiano (c. 360-435)
fundador de la Abadía de Marsella

De la oración XXIV (SC 54, Conférences VIII-XVII, Cerf, 1958)
La unión de la voluntad del Padre y del Hijo
Este es el pensamiento que Nuestro Señor expresaba con su humanidad, para darnos como en otras ocasiones un modelo para imitar: “Padre mío, si es posible, que pase lejos de mí este cáliz, pero no se haga mi voluntad, sino la tuya” (Mt 26,39). Sin embargo, su voluntad no era diferente a la del Padre. “Porque el Hijo del Hombre ha venido a salvar lo que estaba perdido y dar su vida en rescate por una multitud” (cf. Mt 18,11; 20,28). De su vida dice: “Nadie me la quita, sino que la doy por mí mismo. Tengo el poder de darla y de recobrarla: este es el mandato que recibí de mi Padre” (Jn 10,18). Acerca de la unión continua que reina entre el Padre y su Hijo, el santo rey David le hace decir en el salmo 39 “Aquí estoy. En el libro de la Ley está escrito lo que tengo que hacer: yo amo, Dios mío, tu voluntad, y tu ley está en mi corazón” (Sal 40,8-9). Leemos, en relación al Padre “Dios amó tanto al mundo, que entregó a su Hijo Único” (Jn 3,16). En relación al Hijo, encontramos esta Palabra “Se entregó por nuestros pecados” (Gal 1,4). Se dice del Padre “No escatimó a su propio Hijo, sino que los entregó por nosotros” (Rom 8,32). Pero el Hijo se ha ofrecido porque lo ha querido (cf. Is 53,4-7). La unión de la voluntad del Padre y del Hijo es manifiesta en toda la Biblia, mismo en el misterio de la Resurrección. En ella vemos que uno y otro realizaron la misma acción. Según el bienaventurado Apóstol, el Padre resucitó el cuerpo del Hijo “Dios Padre que lo resucitó de entre los muertos” (Gal 1,1). Mas el Hijo afirma también que relevará el templo de su cuerpo “Destruyan este templo y en tres días lo volveré a levantar” (Jn 2,19). Instruidos por el ejemplo del Señor, debemos terminar nuestras oraciones por un voto semejante y agregar a nuestras demandas esta palabra “Pero no se haga mi voluntad, sino la tuya” (Mt 26,39).

Acerca de renaceralaluz

Decidí hace ya mucho tiempo vivir una vida coherente en razón de mis principios cristianos, lo que quiere decir que intento, en la medida que alcanzan mis fuerzas, llevar a la vida lo que el corazón me muestra como cierto: al Dios encarnado en Jesucristo con sus palabras, sus hechos y su invitación a salir de mi mismo para donarme sin medida. Adagio: El puente más difícil de cruzar es el puente que separa las palabras de los actos. Correo electrónico: 21aladinoalad@gmail.com

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