«¡María!». Ella lo reconoció y le dijo en hebreo: «¡Raboní!»
Hoy celebramos la festividad de María Magdalena mujer curada por Jesús de la que salieron siete espíritus inmundos. Esta mujer canonizada luego por la Iglesia es una de las primeras testigos de la resurrección del Señor y de anunciar gozosa al resto de discípulos tamaño acontecimiento para la historia del hombre. Así es, sin la resurrección del Señor y la venida del Espíritu Santo luego, sobre los apóstoles y los bautizados, la historia de la humanidad hubiese sido otra bien distinta, una historia sin esperanza, sin libertad, sin amor, sin progreso. Porque el progreso -ahora que el hombre de nuevo vuelve a dar la espalda a Dios- no es el aborto, ni la eutanasia, ni la ideología que disocia a la persona de su genética y rechaza su propio cuerpo atentando contra él, algunas de estas prácticas ya existían en culturas precristianas bajo diferentes cultos y creencias desde las cavernas. Por esto podemos decir, clara y nítidamente que el progreso para la humanidad ha sido Cristo, a través del cual el hombre recobra su dignidad como hijo de Dios e imagen suya, quedando así fuera de la arbitrariedad de lo que otros semejantes decidan que es y que no es bueno para el hombre. Es este Jesús, al que María Magdalena identifica con el nombre de Maestro, al que escuchó atentamente en su vida pública y por el cual empezó a llevar una vida nueva, libre de ataduras y pecados, el mismo Maestro que los cristianos seguimos hoy, el cual nos enseña, muy por el contrario, que el más grande en el Reino de los Cielos es el más débil en este mundo; débil por carecer de recursos propios para defenderse, por marginación, enfermedad, e incluso ignorancia de lo que es, y por eso son estos a los que más hay que proteger, cuidar y orientar. María Magdalena es testigo de la resurrección de Jesús, la que llena al mundo de esperanza, porque Jesús es el primogénito de entre todos los que con él y gracias a él, resucitaremos para la Vida Eterna, aunque ya antes, también como está discípula de Jesús, hemos resucitado a la libertad de los hijos de Dios, en esta vida mortal, libres de las cadenas del pecado, libres de los apegos a las personas y a las cosas, libres de la desesperanza de pensar que aquí se acaba todo, libres para amar sin recibir. Por el bautismo y por la conversión, gracias a Cristo somos testigos de que él nos está anticipando las primicias del cielo, hemos resucitado a la verdadera vida, la que da sentido a todo cuanto sucede a nuestro al rededor, por más dramático que sea, la que nos llena de amor y esperanza cada día, porque Dios viene a nuestro rescate, también, cada día. Dios se nos ha aparecido, en miles de circunstancias y maneras, nosotros hoy como María Magdalena, somos testigos de ello, y no podemos esconder nuestra alegría y nuestra esperanza. ¡Verdaderamente Jesús ha Resucitado! ¡Alabado sea el hijo de Dios! Lo más grande, se hizo nada por mí, pará que yo alcanzará la inmortalidad y participase de su misma Grandeza de su misma Vida.

https://evangeliodeldia.org/SP/gospel/2022-07-22

Acerca de renaceralaluz

Decidí hace ya mucho tiempo vivir una vida coherente en razón de mis principios cristianos, lo que quiere decir que intento, en la medida que alcanzan mis fuerzas, llevar a la vida lo que el corazón me muestra como cierto: al Dios encarnado en Jesucristo con sus palabras, sus hechos y su invitación a salir de mi mismo para donarme sin medida. Adagio: El puente más difícil de cruzar es el puente que separa las palabras de los actos. Correo electrónico: 21aladinoalad@gmail.com

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