
¿Dónde está el progreso? El otro día analizando detalladamente la sociedad posmoderna, me costaba encontrar el progreso que, dicen, nos ha traído la misma. Nada más que estar atento a las noticias, para caer encuenta de que tenemos los índices más altos de delincuencia de la historia reciente.
Según los sociólogos los jóvenes se inician en el consumo de alcohol, droga y sexo aproximadamente entre los 13 y 15 años, una edad en la que su físico aún está en proceso de madurez sin haber alcanzado su pleno desarrollo y, por consiguiente, con consecuencias nefastas para que quede atrapado por una adicción, en el mejor de los casos y, en el peor, con problemas de índole psíquico, físico y morales.
Por otro lado, tenemos niños superprotegidos, a los que los padres y la sociedad, en general, les dan más credibilidad, sin llegar a contrastar los hechos, que a profesores, educadores o a otras autoridades. De tal manera, que, con este nuevo paradigma de modelo educativo, asistimos al cómputo más alto de absentismo laboral por depresión del profesorado. El acoso al que se ven sometidos los docentes por parte de sus alumnos y progenitores, ha alcanzando en algunas comunidades autónomas hasta un 40% del total del profesorado. Del mismo modo, jamás hubo en la historia de nuestro país el número de asesinatos por violencia de género que en la actualidad: un promedio anual de 65 mujeres asesinadas a manos de sus parejas, y por parte femenina, llama la atención igualmente, la cantidad de denuncias falsas por maltrato, hasta un montante de 350 al día, y un número también, nada desdeñable, de hombres muertos a manos de sus mujeres silenciado desde la gran mayoría de medios de comunicación: 30 hombres asesinado según recoge el diario ABC de Sevilla en el 2009. El problema no se queda aquí, sino en los efectos colaterales que tiene en los psiquis de los hijos y también en la colectiva, de que nadie puede estar ya seguro, un miedo que aprovechado interesadamente por ciertos colectivos quiere hacer creer a las mujeres, que el hombre es malo por naturaleza; es decir por el simple hecho de nacer varón, lo contrario que que la mujer.
Otra consecuencia de la sociedad del progreso tiene que ver con los suicidios: está prácticamente demostrado, que a más progreso mayor número de suicidios. Éstos han superado ya de largo a los fallecidos por accidentes de tráfico, y las estadísticas son tan abrumadoras que los propios Gobiernos se niegan a presentar datos de los fallecidos por esta causa.
Observamos, por otro lado, como la sociedad del progreso ha sustituido lo espiritual por lo material, convirtiendo el consumo y el dinero en el centro de su interés primordial; lo que ha llevado a muchos a un stress intenso -por el deseo de acaparar bienes de consumo- que las enfermedades cardiovasculares está entre las tres principales causa de muerte en España. Entre ellas, merece especial atención, el infarto agudo de miocardio que ha crecido entre jóvenes de 30 a 40 años.
Este mismo materialismo ha penetrado también en los medios de comunicación, de este modo tenemos a los periodistas más preocupados por conservar el sillón y su poder adquisitivo, que por informar verazmente. El dia que un gobierno retire las subvenciones a los medios de comunicación, a los sindicatos, y a grupos de presión, comenzaré a creer en Él.
Y como colofón a esta sociedad del progreso, las élites nos han colado una dictadura en cubierto que atenta contra la libertad de expresión en todo medio de comunicación que se salga del Establishment orquestado por esas mismas élites y sus gregarios los políticos, con la agenda globalista. Muchos de los que en el siglo pasado cantaban libertad libertad sin irá... Hoy gritan censura censura, multa y cárcel para todo el que disienta. Y para ello no dudan tan siquiera en levantar observatorios de vigilancia (la vieja tras el visillo) al más puro estilo macartiano. Como ya cita la Biblia nada nuevo hay bajo el sol, así pues el Nuevo Orden Mundial, no es otra cosa que una copia de los viejos regímenes totalitarios del siglo pasado, pero ahora a nivel mundial y bajo apariencia de democracia y «humanismo» para anestesiar a los ciudadanos.
Moraleja, el hombre en su afán de construirse así mismo, prescindiendo de la tradición y los valores heredados, se ha encontrado con la horma de su zapato; que no es otra que la de sus propios límites humanos, esto por un lado y, por otro, con la ley del más fuerte: particularmente visible en el modo despótico con que los gobiernos aprueban leyes de especial transcendencia para la ciudadanía sin consultar al pueblo en referéndum .
Si todo lo que acabo de describir es progreso o yo estoy fuera de lugar, o muchos tienen el cerebro solamente para la videoconsola y la huida de fin de semana.