En la primera lectura vemos como Job, ante la más absoluta adversidad, saca de su corazón sus sentimientos, para exponérselos a Dios, pero sin rebelarse contra Él como hacen otros ante la adversidad: aquellos que solo confían en los resultados inmediatos o en los bienes materiales.
En el evangelio vemos como Jesús, tampoco se revela ante la adversidad y sigue el curso natural de los acontecimientos sin violentarlos. Sin embargo, siendo Dios, podría haber tomado dos posturas, usar sus poderes sobrenaturales para encontrar otro alojamiento cuando se lo negaron a sus apóstoles o, por otro lado, recurrir a la venganza causando un mal sobre el pueblo donde le negaron una posada. ¿que hacemos nosotros ante la adversidad? ¿nos revelamos ante Dios? ¿recurrimos a poderes satánicos como la adivinación, los espíritus? ¿pasamos por encima de los mandamientos para encontrar posiciones ventajosas e ilícitas? ¿o nos cruzamos de brazos refugiándonos en placeres momentáneos, como las drogas o el sexo, el juego, etc?
¡Señor Jesús, que tú seas nuestro refugio en la adversidad y que tus hijos veamos tu mano poderosa y justa, a nuestro lado, más pronto que tarde. Y si no es así, que aceptemos con amor y paz lo que el Padre Eterno permita en nuestras vidas para nuestra salvación; aunque ello sea humanamente incomprensible a nuestros ojos.
¡Jesús en ti confió, tú eres mi salvación ¡Bendito y alabado seas ahora y por siempre!