1. Cómo dirigir una oración escrita al Señor:
a) Comenzamos pidiendo al Espíritu Santo que guie e ilumine nuestra oración.
b) Hacemos una invocación una llamada al Padre Eterno o a Jesucristo, como: ¡Oh mi querido papá déjame sentir el gozo de tu presencia en esta hora! ¡Oh Jesús mío, amado mío y salvador mío cuanto te necesito, quédate conmigo porque deseo conocerte y amarte como Tú me amas! “Esto es un ejemplo, a cada persona el Espíritu Santo le sugerirá un tipo diferente de invocación”.
c) Comenzar a hablar con Dios poniendo por escrito todo aquello que llevemos dentro, según lo que nos sugiera la Lectura de la Palabra y la situación emocional por la que estemos atravesando, sin necesidad de forzar nada, Dios sabe muy bien cómo nos encontramos. Y, por ésto, en unos momentos de la oración nos saldrá agradecimiento; en otros alabanza; en otros suplica; en otros, en cambio, tendremos que plantearle nuestras dudas, nuestros miedos, nuestras desesperanzas, etc.
d) Una vez que hayamos puesto por escrito algo que nos emociona, nos conforta o nos duele, soltaremos el bolígrafo y leeremos lo que hemos puesto por escrito con todo el corazón y el sentimiento de que dispongamos para que Él nos escuche. Y así sucesivamente.
2. A modo de ejemplo propongo la lectura de Rom/8/28-39
Ven Espíritu Divino, ven hacia mí como en tiempo de los apóstoles, con fuerza y poder, para hablar con el Padre Amado con toda dulzura y confianza.
¡Oh Padre mío, cuanto te amo! que lindas palabras me diriges en esta lectura, siendo yo tan rebelde y tan poca cosa. En muchas ocasiones he sido como un ciego que no ve; como el hijo pródigo que quiere, que Tú, te acomodes a sus deseos y a sus planes y no al contrario. Como bien conoces decidí, en un momento dado, hacer mi vida al margen de Ti; pero en el fondo yo sabía que Tú, eres el único Dios verdadero, mi Padre y mi Señor. No obstante, te pedía una y otra vez que me dieses respuestas y, fue por esto, que no me soltaste de la mano a pesar del peligro al que me expuse por querer hacer mi vida fuera de tus planes.
Como el fruto del pecado es la muerte espiritual, al que acompaña, también, en ocasiones la enfermedad del cuerpo… caí, como dice tu Palabra, en valles oscuros y quebradas tenebrosas. Pero, a pesar de todo, Tú ibas conmigo me sostenías de la mano y me estabas preparando, para que pudiera entender, que fuera de Ti no hay vida ni libertad, que todo es esclavitud, oscuridad y muerte.
¡Oh mi querido Papá, que grande has estado conmigo! Me rescataste de las cadenas del pecado con las que satanás me ataba y atraía hacia su infierno. ¿Cómo agradecerte tanto bien, tanto amor, tanta libertad? ante Ti caigo de rodillas y digo: ¡Señor mío y Dios mío! nunca más, nunca más. Gracias.
3. Para la vida: Como conozco, Padre santo, que tu mayor de seo es, que nos amemos unos a otros y que seamos obedientes a tus Palabras. No me queda otra opción, al haber experimentado tu amor en mi vida, que devolver ese amor a todas las criaturas y, en especial, a aquellas que peor me caen; pero a las que sé que Tú amas tanto como a mi.
Nota al margen: Este modo de orar escribiendo es una de los modelos más eficaces en momentos de tensión y dispersión mental.
Me gusto mucho esta pagina me ayuda mucho para vencer mis miedos.
Gracias!