Rema mar adentro y experimenta que eres una gota de agua en la inmensidad del océano, rema mar adentro y prueba tu inconsistencia y tu vulnerabilidad sobre unos maderos bien enlazados en la noche calma, de estrellas sostenidas, en las manos del amado que las diseñó para tu admiración y deleite. Rema mar adentro en las aguas bravas de la tempestad, para que sientas tu pequeñez y el miedo de que todo se puede hundir en un instante, menos el amor de aquel que puede calmar tu tempestad interior y la cloaca de tu pasado; de mi pasado. Rema mar adentro para arrojarte en las aguas de Dios. Hazte gota salada en el mar de Dios; balanceate en él, surca por sus profundidades entre esculpidos corales de espontánea belleza anárquica. Adéntrate entre fiordos, acantilados y cuevas. Déjate llevar del Mar que es Dios y se tú la gota acariciada por la suave brisa en su superficie de una mañana con cielo despejado y cigüeña rasgando el tenue sol que se despereza en su zenit anaranjado. Se por un instante la minúscula partícula que salte alegre y juguetona en el mar embravecido y soberano del Creador. Y verás, con tus propios ojos, que las aguas ya no te producirán terror; no te anegarán; no te quedaran sin aire, sin respiración. Adéntrate hermano, suéltate al brazo paternal del océano que todo lo suaviza, todo lo llena de puentes de arcoiris. Se gota, no quieras ser roca estática, piedra insensible varada por el orgullo, nave arrastrada por cualquier viento que se pierde en el vació de sus bodegas agostadas por el tiempo y el hambre del hombre insustancial que todo lo devora menos el silencio de su soledad. No tengas miedo de ser lo que eres, de tu destino primero. Purifícate en el mar de Dios, vuélvete al amor que te engendró y que después te rescató por tu indolencia. Retorna al mar, que el mar se volverá nube y la nube te soltará de su aterciopelada mano como renovada gota enérgica que alimenta plantas, sacia la sed de animales y vigoriza las células de los hombres, tus semejantes. Tú, hermano, eres agua, yo soy agua: algunos sabios dicen que en un ochenta por ciento, pero sobretodo eres mar, hijo del mar, hijo de Dios y hermano del hijo del hombre.
Un abrazo donde quieras que estés; y ten, siempre, presente que en la tormenta el agua no se estremece, simplemente salta por encima de ella para quedar iluminada de colores.
Hermosa reflexión
Muy bonita reflexión. Que Dios te bendiga hoy y siempre. Un saludo