Hace unos años atrás -bastantes- escribí estas líneas que me brotaban del corazón, para una revista. Hoy, por casualidad, he tropezado con ellas y os las muestro de nuevo un tanto retocadas. La decisión que tomé por entonces fue la correcta y ya está dando sus frutos, no los voy a describir porque los frutos caen por su propio peso y, en el suelo, hablan por sí mismos: llegó la hora de la cosecha, el hortelano hizo su cometido y el árbol le fue agradecido. ¡A Dios sea la gloria!
La noche va extendiendo su amplia sombra, sobre la superficie del globo translúcido de nuestro planeta Tierra, atrapando a muchos de sus inquilinos en un sueño atormentado de pasiones insatisfechas y dudas que les paralizan como en una película de terror. Sin embargo, la noche es finita como todo lo demás, y el día la va destronando de su asiento para que en una inspiración y henchir de alvéolos pulmonares nos percatemos que, con el alba, el mundo se renueva o muere, al igual que nosotros mismos nos abrimos a la vida o nos entregamos a la muerte bajando los brazos en el abandono. ¡No, no hay que resignarse al fatalismo, aunque exista en todo hombre una cierta atracción hacia la decadencia: es decir hacia el abismo y la oscuridad, en otros tiempos se decía hacía el pecado, aunque todos estos vocablos son necesarios por complementarse.
En ese vértigo estaba cuando una esperanza, una luz, brilló y sigue alumbrando mí horizonte. Le hablé siendo niño, en el momento que, derramando lágrimas amargas de dolor, imploré ayuda a esa luz -que era Jesús- y me escuchó. Sin embargo yo por aquellas fechas, aún, no lo conocía.
¡Sí, me acercaré de nuevo a Él, como antaño, al igual que lo hizo el hijo pródigo. Mientras tanto reflexionaba de esta manera: el hombre es el único animal capaz de cambiar su historia, y por eso mismo, voy a ser parte activa de este mundo; quiero implicarme en él para no sentir la noche desgarrando -con su pesadez aplastante- mi alma en jirones de soledad, miedos y recuerdos inconfesables.
¡No, no puedo esperar que el mundo cambie para entregarme al Amor y a la Vida, porque yo también soy mundo! Por ende, voy a ser transparente, regaré de vida y fecundidad una tierra prestada que otro ocupará cuando la Eternidad forme parte de mi definitiva existencia. Al mismo tiempo voy a huir de toda comparación, porque la comparación traumatiza y asfixia: cada cual tiene su propio ritmo y, por cierto, yo tengo el mío; lento pero ascendente.
Para finalizar, mi último propósito para esta nueva e inédita etapa la centraré en la búsqueda de mi libertad, la libertad que Dios me dio entre seguir mi propio parecer, o elegir mi verdadera y genuina identidad; la de aceptar que soy su hijo y, como tal, conocerle y amarle como Él me conoce y me ama. Creo que no hay otro camino más eficaz, para que se plasme en mí su propio sello (el sello del Espíritu Santo), que el de buscar la intimidad con Dios a través de la oración y el consejo de la Palabra en mi corazón. Ese fue el camino que el mismo Jesús nos mostró, cuando se apartaba en solitario a orar, buscando la intimidad con el Padre, para conocer su voluntad y, por otro lado, se dirigía a las sinagogas, a escuchar la Tanaj de manos de los maestros de la ley.
Sí, Jesús mío y Dios mío ¿para que me voy a engañar? yo sé que solo Tú tienes palabras de Vida; palabras Eternas.
Me gusta mucho !!!
Dios te bendiga hoy mañana y siempre Amen!!!
Gracias Igualmente