La lectura del Evangelio de hoy, la veo más actual que nunca, no creo que haya habido otro siglo, si acaso igual o parecido, en el que más se haya vivido de la apariencia y la buena imagen que en el actual. La gente por aparentar tener, llega hasta endeudarse; de igual manera sucede que, para no ser discriminado y apartado del grupo en el que me relaciono, donde debería demostrar desacuerdo, muestro conformidad, aunque mi conciencia, y el sentido común me dictamine el precipicio por donde se desliza la sociedad. En una época como la actual en que los vínculos familiares, por otro lado, casi han desaparecido, tampoco es de extrañar que esa carencia afectiva se trate de suplir con un afán desmesurado de protagonismo y charlatanería hueca que aturde y en ocasiones también confunde y escandaliza a los más inocentes. Un tanto parecido pasa con respecto a Dios: si nuestra fe es débil y no tenemos claro que la Palabra de Dios es infalible y se cumple -en ella se nos repite de forma diferente y en multitud de ocasiones, que Dios suple todas nuestras necesidades tanto físicas como espirituales. Cf (Filipenses 4:19), (San Mateo 6:25, 32–33), (Jeremías 31:3)- resulta que buscaremos ponernos a salvo -en lugar de abandonándonos a Dios- sometiéndonos a los postulados de aquellas personas que quieran jugar con nuestros miedos e inseguridades para hacernos reos de su tiranía. Los santos siempre dan en la diana, por eso Santa Teresa de Calcuta, nos muestra en la reflexión al evangelio de hoy, el lugar o medio donde ahogar todos esos reclamos de protagonismo que hacemos cara a los demás, en el silencio de la oración, allí ante la cruz descubrimos nuestra insignificancia ante un Dios torturado que a diferencia nuestra no tiene miedo a dar la vida por mí sanación y salvación.
Seguir el vinculo para meditar en el evangelio de hoy, con el comentario de Santa Teresa de calcuta: https://evangeliodeldia.org/SP/gospel/2020-03-10
Tienes toda la razón Antonio. ¡Alabado sea Dios!
Habría que mirar mucho más lo que pasa desapercibido. Encontraríamos mucha sabiduría. ¡¡Qué FE sería la nuestra si no somos discriminados!! Me pregunto para que queremos no serlo; si siéndolos, es que estamos en lo correcto. La irrelevante estridencia moderna, solo puede ser combatida, con la insoportable “estridencia”, de la CRUZ. Estridencia trascendente y única que nos puede conducir a la plenitud de lo humano. Alabado sea DIOS.