La primera lectura de hoy y el comentario al evangelio. Desde los apóstoles hasta ahora el corazón del hombre no ha cambiado mucho y pocos son o somos nacidos de nuevo en el Espíritu. Hoy como ayer seguimos haciendo bandera de los sucesores de los apóstoles o de otros hombres y fomentando la discordia dentro de la misma Iglesia (signo de contradicción para los no creyentes y freno a la conversión para los llamados). Todo lo que hemos recibido es gratis y nadie puede vanagloriarse en ello. La humildad, no murmurar, el silencio y no especular con las Escrituras, Palabra de Dios (no ir más allá de lo que está escrito, como dice S. Pablo en la primera lectura) es el principio de la verdadera sabiduría, ya que estamos llamados a reproducir la imagen de Cristo, el único que nos ha comprado a precio de sangre. Por tanto, no debemos nada a nadie, solo a Cristo que nos ha liberado del yugo de nuestro pecado y del poder de Satanás en nuestra vida. No es la Palabra la que está al servicio nuestro y de nuestras categorías mentales, sino al contrario, nosotros al servicio de Ella. Si alguien busca comparaciones, que sea su propia vida la que de testimonio de Cristo con obediencia y con los frutos del Espíritu Santo.

Carta I de San Pablo a los Corintios 4,6b-15.

Hermanos:
Yo les puse mi ejemplo y el de Apolo, a fin de que aprendan de nosotros el refrán: «No vayamos más allá de lo que está escrito«, y así nadie tome partido orgullosamente en favor de uno contra otro.

En efecto, ¿con qué derecho te distingues de los demás? ¿Y qué tienes que no hayas recibido? Y si lo has recibido, ¿por qué te glorías como si no lo hubieras recibido?
¡Será que ustedes ya están satisfechos! ¡Será que se han enriquecido o que se han convertido en reyes, sin necesidad de nosotros! ¡Ojalá que así fuera, para que nosotros pudiéramos reinar con ustedes!
Pienso que a nosotros, los Apóstoles, Dios nos ha puesto en el último lugar, como condenados a muerte, ya que hemos llegado a ser un espectáculo para el mundo, para los ángeles y los hombres.
Nosotros somos tenidos por necios, a causa de Cristo, y en cambio, ustedes son sensatos en Cristo. Nosotros somos débiles, y ustedes, fuertes. Ustedes gozan de prestigio, y nosotros somos despreciados.
Hasta ahora sufrimos hambre, sed y frío. Somos maltratados y vivimos errantes.
Nos agotamos, trabajando con nuestras manos.
Nos insultan y deseamos el bien. Padecemos persecución y la soportamos. Nos calumnian y consolamos a los demás. Hemos llegado a ser como la basura del mundo, objeto de desprecio para todos hasta el día de hoy.
No les escribo estas cosas para avergonzarlos, sino para reprenderlos como a hijos muy queridos.
Porque, aunque tengan diez mil preceptores en Cristo, no tienen muchos padres: soy yo el que los ha engendrado en Cristo Jesús, mediante la predicación de la Buena Noticia.

Salmo 145(144),17-18.19-20.21.

El Señor es justo en todos sus caminos
y bondadoso en todas sus acciones;

El Señor está cerca de aquellos que lo invocan,
de aquellos que lo invocan de verdad;
cumple los deseos de sus fieles,
escucha su clamor y los salva;

el Señor protege a todos sus amigos
y destruye a los malvados.
Mi boca proclamará la alabanza del Señor:
que todos los vivientes bendigan su santo Nombre,
desde ahora y para siempre.

Evangelio según San Lucas 6,1-5.

Un sábado, en que Jesús atravesaba unos sembrados, sus discípulos arrancaban espigas y, frotándolas entre las manos, las comían.
Algunos fariseos les dijeron: «¿Por qué ustedes hacen lo que no está permitido en sábado?».
Jesús les respondió: «¿Ni siquiera han leído lo que hizo David cuando él y sus compañeros tuvieron hambre,
cómo entró en la Casa de Dios y, tomando los panes de la ofrenda, que sólo pueden comer los sacerdotes, comió él y dio de comer a sus compañeros?».
Después les dijo: «El hijo del hombre es dueño del sábado».
Extraído de la Biblia: Libro del Pueblo de Dios.

Acerca de renaceralaluz

Decidí hace ya mucho tiempo vivir una vida coherente en razón de mis principios cristianos, lo que quiere decir que intento, en la medida que alcanzan mis fuerzas, llevar a la vida lo que el corazón me muestra como cierto: al Dios encarnado en Jesucristo con sus palabras, sus hechos y su invitación a salir de mi mismo para donarme sin medida. Adagio: El puente más difícil de cruzar es el puente que separa las palabras de los actos. Correo electrónico: 21aladinoalad@gmail.com

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