Las lecturas de hoy vuelven a ser más actuales que nunca. En un mundo en el que se siembra la división en todos los ámbitos donde el hombre se desenvuelve en el día a día, San Pablo, en la primera lectura, nos invita a la unidad y a trabajar, ante todo, por la salvación personal (trabajen nos dice: con temblor y temor por su salvación). Nosotros en cambio parece que hemos olvidado lo uno y lo otro: antes de haber rendido ante Dios, todos nuestros apegos materiales, vínculos afectivos, y apego a nuestra propia imagen y deseos irrefrenables de brillar, nos hemos constituimos en salvadores del mundo y de los demás, cuando la Palabra de Dios no nos toca -en muchas ocasiones- ni de perfil; es decir, lo de la paja en el ojo ajeno y no la biga en el nuestro. Ahora más que nunca utilizamos la plaza pública (en nuestro tiempo, las redes sociales) no ya sólo para murmurar, sino que juzgamos como si fuésemos Dios a los otros (sus intenciones), quitándoles la fama y sembrando un odio que nos divide y crea una sima de separación cada vez mayor para la paz y el entendimiento. Santa Teresita del Niño Jesús, en su comentario de hoy a las lecturas, nos da las claves para adentrarnos en nuestra salvación y por ende no estar en la batalla de la razón personal, de la división (yo sé más que tú, yo soy mejor que tú, yo me entrego más que tú, etc.), y estas son las siguientes: 1_ alejarse de todo lo que brilla (de lo que me dé notoriedad), 2_ amar nuestra pequeñez, como vemos Santa Teresita vas más allá de los consejos psicológicos, no habla de aceptarnos y no envidiar lo ajeno, ella nos habla de amar nuestra pobreza (cuanto más pequeño soy, más brilla mi Dios y más agradecido estoy por haberme elegido y atraído con tanto amor hacia Él, sin tener nada que ofrecerle), bueno una solo cosa sí que nos recomienda ofrecerle a Dios y es nuestra 3_ confianza plena en Él, y por último nos dice: deseemos no sentir nada, es decir aceptar lo que Dios quiera darnos en cada momento para nuestro crecimiento espiritual; si es gozo en el espíritu ¡alabado sea Dios!, si es sequedad y aridez espiritual ¡alabado sea igualmente Dios! Posiblemente, en este último caso, nos esté alejando de creernos merecedores de algo, y a su vez de endiosarnos a nosotros mismos.     

Carta de San Pablo a los Filipenses 2,12-18.

Queridos míos, ustedes que siempre me han obedecido, trabajen por su salvación con temor y temblor, no solamente cuando estoy entre ustedes, sino mucho más ahora que estoy ausente.
Porque Dios es el que produce en ustedes el querer y el hacer, conforme a su designio de amor.
Procedan en todo sin murmuraciones ni discusiones:
así serán irreprochables y puros, hijos de Dios sin mancha, en medio de una generación extraviada y pervertida, dentro de la cual ustedes brillan como haces de luz en el mundo,
mostrándole la Palabra de Vida. De esa manera, el Día de Cristo yo podré gloriarme de no haber trabajado ni sufrido en vano.
Y aunque mi sangre debiera derramarse como libación sobre el sacrificio y la ofrenda sagrada, que es la fe de ustedes, yo me siento dichoso y comparto su alegría.
También ustedes siéntanse dichosos y alégrense conmigo.

Salmo 27(26),1.4.13-14.

El Señor es mi luz y mi salvación,
¿a quién temeré?
El Señor es el baluarte de mi vida,
¿ante quién temblaré?

Una sola cosa he pedido al Señor,
y esto es lo que quiero:
vivir en la Casa del Señor
todos los días de mi vida,
para gozar de la dulzura del Señor
y contemplar su Templo.

Yo creo que contemplaré la bondad del Señor
en la tierra de los vivientes.
Espera en el Señor y sé fuerte;
ten valor y espera en el Señor.

Evangelio según San Lucas 14,25-33.

Junto con Jesús iba un gran gentío, y él, dándose vuelta, les dijo:
«Cualquiera que venga a mí y no me ame más que a su padre y a su madre, a su mujer y a sus hijos, a sus hermanos y hermanas, y hasta a su propia vida, no puede ser mi discípulo.
El que no carga con su cruz y me sigue, no puede ser mi discípulo.
¿Quién de ustedes, si quiere edificar una torre, no se sienta primero a calcular los gastos, para ver si tiene con qué terminarla?
No sea que una vez puestos los cimientos, no pueda acabar y todos los que lo vean se rían de él, diciendo:
‘Este comenzó a edificar y no pudo terminar’.
¿Y qué rey, cuando sale en campaña contra otro, no se sienta antes a considerar si con diez mil hombres puede enfrentar al que viene contra él con veinte mil?
Por el contrario, mientras el otro rey está todavía lejos, envía una embajada para negociar la paz.
De la misma manera, cualquiera de ustedes que no renuncie a todo lo que posee, no puede ser mi discípulo.»Extraído de la Biblia: Libro del Pueblo de Dios.

Santa Teresa del Niño Jesús (1873-1897)

carmelita descalza, doctora de la IglesiaCarta 197, del 17-09-1896

«El que de entre vosotros no renuncie a sus bienes no puede ser discípulo mío»

Querida hermana: ¿Cómo puedes preguntarme si puedes tú amar a Dios como le amo yo…?  Mis deseos de martirio no son nada, no son ellos los que me dan la confianza ilimitada que siento en mi corazón. A decir verdad, son las riquezas espirituales las que hacen injusto al hombre cuando se apoya en ellas con complacencia, creyendo que son algo grande… Yo sé muy bien que.. lo que le agrada a Dios en mi pobre alma es verme amar mi pequeñez y mi pobreza, es la esperanza ciega que tengo en su misericordia… Este es mi único tesoro. Hermana querida…, comprende que para amar a Jesús…, cuanto más débil se es, sin deseos ni virtudes, más cerca se está de las operaciones de este Amor consumidor y transformante… Con el solo deseo de ser víctima ya basta; pero es necesario aceptar ser siempre pobres y sin fuerzas, y eso es precisamente lo difícil, pues «al verdadero pobre de espíritu ¿quién lo encontrará? Hay que buscarle muy lejos», dijo el salmista… No dijo que hay que buscarlo entre las almas grandes, sino «muy lejos», es decir, en la bajeza, en la nada… Mantengámonos, pues, muy lejos de todo lo que brilla, amemos nuestra pequeñez, deseemos no sentir nada. Entonces seremos pobres de espíritu y Jesús irá a buscarnos, por lejos que nos encontremos, y nos transformará en llamas de amor… ¡Ay, cómo quisiera hacerte comprender lo que yo siento…! La confianza, y nada más que la confianza, puede conducirnos al amor… El temor ¿no conduce a la justicia…? Ya que sabemos el camino, corramos juntas. Sí, siento que Jesús quiere concedernos las mismas gracias a las dos, que quiere darnos gratuitamente su cielo.

Textos bíblicos y comentarios de Santa Teresita del Niño Jesús, tomados de: https://evangeliodeldia.org/SP/gospel

Acerca de renaceralaluz

Decidí hace ya mucho tiempo vivir una vida coherente en razón de mis principios cristianos, lo que quiere decir que intento, en la medida que alcanzan mis fuerzas, llevar a la vida lo que el corazón me muestra como cierto: al Dios encarnado en Jesucristo con sus palabras, sus hechos y su invitación a salir de mi mismo para donarme sin medida. Adagio: El puente más difícil de cruzar es el puente que separa las palabras de los actos. Correo electrónico: 21aladinoalad@gmail.com

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