Jesús como a Felipe hoy nos invita a ir en pos de Él. Y este, que sabe que es el Mesías que esperaban, se decide a seguirle sin ponderar lo que tiene que dejar atrás de su anterior vida. Natanael, en cambio, es más reticente por dos motivos, porque aún no conoce a Jesús, y porque actúa bajo la influencia del mundo, de las etiquetas, antes de formarse un criterio propio. En el caso que nos ocupa, la etiqueta que hace cierto el refrán que ha llegado hasta nuestra cultura, y la misma que aparece ya en las Escrituras, que preconiza que ningún profeta es bien recibido en su tierra y entre su gente.
Finalmente, Natanael ante las palabras de Felipe ven y lo verás, se pone en marcha y corrobora en primera persona lo cierto del refrán; que Dios se manifiesta donde quiere, y en lo más cercano. Jesús, de este modo cambia no solo el criterio de Natanael, sino su vida
Cuando nos plantamos ante Dios, este rompe nuestros esquemas mentales y paradigmas culturales: los esquemas del mundo no resisten ante Dios, Él conoce lo que guarda el corazón de cada uno de sus hijos y cómo restaurar ese mismo corazón hecho a imagen suya: ese corazón infantil, alegre, sano y confiado, que ha quedado dañado con el paso de los años, por ese mismo mundo, por esa cultura, a la que como ciegos la cayos ahora servimos. Esa cultura que nos ha puesto encontrá de Dios, pero que nos ha dejado al mismo tiempo vacíos, egoístas y desprovisto de todo asidero, firme, donde apoyarnos.
Para concluir y como reflexión decir que para conocer a Dios lo primero que hay que hacer es ponerse en marcha, buscarlo allí donde nos han dicho que está: en las Escrituras, en los sacramentos, en la oración, en el templo donde está presente en el sagrario, pués ¿como podemos amar, como Natanael, al que no conocemos? ¿y como va a haber personas que lo conozcan, si no hay hermanos que los lleven a Él, y como vamos a ponernos en marcha si no tengo un corazón libre dispuesto a soltar todo prejuicio personal y adquirido?
Oración: hoy vengo a tí Señor, déjame conocerte para amarte, mi vista está nublada y mi corazón cerrado por las heridas del camino. De ti me han dicho que solo tú puedes dar sentido a mi vida y, al mismo tiempo, sanar todo aquello que me impide recibir esa promesa de vida abundante que tú, con tu palabra infalible, has dejado para mí.
¡Te doy gracias Señor por tu llamado, a tus pies me pongo, porque en ti confío!
https://evangeliodeldia.org/SP/gospel/2022-01-05
