Tiene sarcasmo que un demonio jure por Dios, ante Dios, pero el miedo es cobarde e incongruente.
En el evangelio de hoy se nos relata la liberación por parte de Jesús de un hombre poseído por una legión de demonios, y de, como estos, reconociendo que estaban ante el Altísimo el hijo de Dios con su poder ilimitado, le suplican que sea benevolente con ellos.
En nuestros días no es frecuente ver este grado de posesión demoníaca, al menos a simple vista, ya que ante el hijo de Dios, los mismos demonios, temerosos, se ponían al descubierto a sabiendas que antes Jesús no se podían ocultar y los podía enviar de nuevo a su lugar de procedencia.
Hay dos manera de abrir puertas al demonio en nuestra vida, y dejar que domine nuestro pensamiento y nuestro cuerpo, sino completamente como en el caso que ocupa, si temporalmente. Una de ellas es ponerse en peligro acercándonos a la tentación y consintiendo la misma. De esta manera una vez que le hemos dado entrada, toma dominio nuestro, dejándonos prácticamente sin fuerzas hasta que el pecado ha sido consumado en plenitud.
Cómo sabemos su mayor deseo es oponerse a la voluntad de Dios, que es el bien sumo, y de paso presentar nuestros pecados el día del juicio como trofeo de su poder sobre nosotros ante Jesús.
La segunda puerta de entrada al demonio, muy peligrosa por cierto, es por medio de las prácticas esotéricas condenadas muchas veces en tú palabra. El hombre no se conforma con lo que Dios le ha revelado en las escrituras y por medio de la Iglesia; de esta manera, como en el paraíso, quiere saber tanto como Dios, y en esa soberbia se adentra en un terreno que es dominio del Diablo, que, como sabemos, es espíritu inteligente y como tal y por medio de estás prácticas usa el engaño, para que creamos que tenemos conocimiento y poder, cuando en realidad es él mismo el que dirige nuestra mente.
Por último, el Evangelio muestra, que una vez curado el poseído, Jesús, al que quería seguir ahora como discípulo, le dice que mejor regrese a casa, a los suyos, y les hable de lo que Dios a obrado en él, para dar testimonio. De esta manera, observamos, que no siempre Dios llama para una misión especial y heroica o a la vida consagrada, sino que en ocasiones, el mejor fermento para el Reino, es la levadura dentro de la masa, dentro del pueblo y el ambiente al que uno pertenece. Como dice la escritura en (Lucas 15, 7): Os digo que así habrá más gozo en el cielo por un pecador que se arrepiente, que por noventa y nueve justos que no necesitan de arrepentimiento. Dios nos ama como Padre y cada uno tiene un valor infinito y exclusivo para Él.
Oración: Padre, buenos días, gracias por este nuevo amanecer, y por llamarme un día más a estar en tu presencia. Muchas cosas nos enseñas cada día si te buscamos de sincero corazón y sin ideas preconcebidas. Te pido suplicante y de rodillas, que nunca sea engañado por el enemigo del hombre que quiere separarme de tí para que tú plan de redención quede estéril en mí y mis hermanos. Señor trae un nuevo Pentecostés para el hombre en estos momentos de tanta confusión y división, porque sabemos que este dominio no viene de ti, sino del enemigo.
https://evangeliodeldia.org/SP/gospel/2022-01-31
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