«¡Maestro! ¿No te importa que nos ahoguemos?»
Si nos ponemos a pensar en la pregunta parece un poco absurda, en primer lugar porque Jesús iba dormido sin poder percatarse de lo que sucedía y en segundo lugar porque si Jesús en presencia de ellos se había compadecido de personas que no conocía y los había curado ¿cuanto más no lo iba hacer ante sus discípulos a los que amaba?
Así nos pasa también a nosotros que, ante las vicisitudes de la vida, nos ponemos nerviosos, violentos, airados, pesimistas y depresivos llegando a perder los papeles y generando un caos aún mayor a nuestro alrededor para mayor desgracia de nosotros mismos y de los que están alrededor nuestro.
He de confesar que en muchas ocasiones yo he reaccionado como los apóstoles ante las dificultades: como ellos me ha faltado la fe para actuar ante dichas situación con calma y con poder; confiando que Dios me ama y que con su ayuda saldré adelante y que si, en todo caso, permite algo es para mayor beneficio nuestro.
Oración: Buenos días Señor mío y Dios mío, aquí vengo ante tú presencia y en tú presencia también quiero caminar durante todo este día. Te pido que me hagas consciente para no perder la calma nunca, y así poder actuar guiado bajo la luz del Espíritu Santo para mayor gloria tuya, bien mío y también de los que me rodean.
Que ante la dificultad yo miré hacia atrás y recuerde, cuántas veces me sacaste de situaciones difíciles, te de las gracias y piense que algo bueno tú deseas que yo saqué de ahí por qué me amas: puede ser que quieras fortalecer mi carácter; que deje algún vicio o amistad que me dificulta como cristiano y como persona; quizás estés poniendo a prueba mí fe, para que confíe más en tí y no me deje llevar por el miedo que me tiene parado en una situación que en mí solas fuerzas no encuentro salida.
Señor llévame un paso más adelante, hasta el día que pueda hacer y actuar en ti y desde ti, que yo recuerde hacerme la siguiente pregunta siempre, ¿que harías tú en mi lugar?: en este día, ante está dificultad, con este amigo, con este familiar, con este vecino, con este compañero de trabajo ¿cómo le hablarías, cómo lo mirarías, que no le dirías? Señor te amo y sé que has estado grande conmigo, pero reconozco al mismo tiempo que sin tu luz, el camino se me hace más dificultoso y pesado! ¡Señor en tí he puesto mi confianza, pero aumenta mi fe y hazme caminar en tu presencia, porque aún reacciono y actuó como si nunca te hubiera conocido! Señor perdóname.