Hoy se nos relata en el Evangelio la multiplicación de los panes y los peces, en él observamos como Jesús, una vez más, se muestra atento a las necesidades de las lo personas que lo siguen para despedirlos saciados, y de este modo, sin dejar atrás lo más importante -de nutrirlos espiritualmente con su Palabra- también se preocupa de sus necesidades físicas. Así, pues, con siete panes que tenían los discípulos los bendice y multiplica, después de dar gracias, hasta saciar a una multitud. Resaltando a demás el evangelista que sobrando aún siete canastas.
La enseñanza que nos deja este evangelio, es que debemos, como Jesús, dar gracias por lo que tenemos, porque eso poco que tenemos, cada uno, es lo necesario (siete es un número de perfección) que Dios ha puesto en nosotros, para saciarnos a nosotros mismos y a los demás, incluso has que sobre.
Enseñanza: Dios, por muy pobre que nos veamos, ha puesto en ti y en mí, las virtudes suficientes para no añorar nada de nadie.
De esta manera, Jesús se encarga, que ese poquito crezca, cuando nosotros agradecidos por lo que nos ha dado, nos ponemos a repartirlo aún a sabiendas que tenemos muy poco que ofrecer.
Oración: buenos días Padre celestial, sublime y perfecto, hoy como tu hijo Jesús, quiero agradecerte todo lo que has puesto en mis manos y en mí corazón para saciarme y para repartir, se que te pertenece y que por eso mismo es lo suficiente para que se lleve acabó tu obra en mí y en mis hermanos. ¡Gracias Papá por lo que hoy me has enseñado! a partir de ahora no voy a andar añorando lo que no tengo, sino que trabajaré con más entusiasmo en todo lo que tú me diste desde mi concepción y, también, en aquello que cada día pones a mi alcance para mí plena satisfacción y mayor gloria tuya. Un abrazo Papá, hoy me siento muy, muy agradecido, que nunca las tinieblas del camino me hagan perder la perspectiva de su transitoriedad y de la belleza que ya me has mostrado, ¡Gracias nuevamente Papá, también a tí mi querido Jesús!