Hoy vemos en el evangelio como Jesús reprende a sus discípulos que impedían que unos niños corriesen hacia él. De este modo observamos la ternura de Jesús que no los reusa y aprovecha la situación para bendecirlos y abrazarlos. También podemos intuir con esta lectura su peculiar forma de ser y de estar -su santidad- que hacía que incluso los niños se acercasen a él sin ningún temor.
Finalmente, el Mesías aprovecha esta situación para darnos una enseñanza y decirnos, que para recibir el Reino de los Cielos nos tenemos que hacer pequeñitos, como niños; es decir, sin dobleces, sencillos, de corazón abierto para recibir, alegres, sin urgencias, confiados y disponibles.
Oración: buenos días mi querido Jesús, gracias por este día más de vida, y por esta Palabra. Hoy te pedimos que nuestra vulnerabilidad de niños, no nos lleve a exhibir lo que no somos, a hacernos duros e intocables a los demás y especialmente a tus enseñanzas. Hoy, igualmente, te pido sencillez y sensibilidad para acercarme a tí y a mis hermanos: para librarme de todo prejuicio y etiqueta, que hace que funcione más como un robot, que como persona libre y reflexiva.
Un fuerte abrazo mi querido Jesús, hoy pido tu bendición para recordar y tener siempre presente ese corazón de niño que tú me pides. ¡Hoy también queremos pedirte de manera especial por el fin de la guerra y por todos los niños, víctimas de la misma!