*4º Domingo de Pascua»*
Evangelio según San Juan 10,27-30.

*Mis ovejas escuchan mi voz, yo las conozco y ellas me siguen.*
*Yo les doy Vida eterna: ellas no perecerán jamás y nadie las arrebatará de mis manos.*
*Mi Padre, que me las ha dado, es superior a todos y nadie puede arrebatar nada de las manos de mi Padre.*
*El Padre y yo somos una sola cosa»*

Comentario: Basilio de Seleucia (¿-c. 468)
obispo

“Yo soy el buen pastor, el verdadero pastor.” (Jn 10,11)
Abel, el primer pastor, fue la admiración del Señor que gustoso acogió su sacrificio y prefirió mucho más al dador que al don que éste le ofrecía (Gn 4,4). La Escritura elogia también a Jacob, pastor del rebaño de Labán, haciendo notar los desvelos que tenía para con sus ovejas: «Estaba yo que de día me devoraba el resistero, y de noche la helada» (Gn 31,40); y Dios recompensó a ese hombre su trabajo. También Moisés fue pastor en los montes de Madián, prefiriendo ser maltratado con el pueblo de Dios a los goces [en el palacio del Faraón]. Dios, admirando su elección, le recompensó dejándose ver por Moisés (Ex 3,2). Y después de la visión, Moisés no abandono su oficio de pastor, sino que con su cayado mandó a los elementos (Ex 14,16) y pastoreó al pueblo de Israel. También David fue pastor pero su cayado de pastor fue cambiado en cetro real y recibió la corona. No te sorprenda que todos estos pastores sean cercanos a Dios. El mismo Señor no se sonrojó por ser llamado «pastor» (Sls 22; 79). Dios no se sonroja de pastorear a los hombres, igual que no se sonroja por haberlos creado.

Pero fijémonos ahora en nuestro pastor, Cristo; contemplemos su amor por los hombres y su suavidad para conducirlos a las praderas. Se alegra de las ovejas que lo rodean igual que busca a las que se extravían. No son para él obstáculo alguno ni los montes ni los bosques; corre por «cañadas oscuras» (Sl 22/23, 4) hasta llegar al lugar donde se encuentra la oveja perdida… Le vemos en los abismos; da orden de salir de allí; es así como busca el amor de sus ovejas. El que ama a Cristo es el que sabe oír su voz.

Acerca de renaceralaluz

Decidí hace ya mucho tiempo vivir una vida coherente en razón de mis principios cristianos, lo que quiere decir que intento, en la medida que alcanzan mis fuerzas, llevar a la vida lo que el corazón me muestra como cierto: al Dios encarnado en Jesucristo con sus palabras, sus hechos y su invitación a salir de mi mismo para donarme sin medida. Adagio: El puente más difícil de cruzar es el puente que separa las palabras de los actos. Correo electrónico: 21aladinoalad@gmail.com

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