¿Qué es más fácil decir: ‘Tus pecados te son perdonados’, o ‘Levántate y camina’?

Hay una enfermedad que es más grande que cualquier otra, y es la enfermedad del alma. Dice la Palabra de Dios que el pecado es muerte para la vida del hombre y así es. El pecado insensibiliza al hombre, lo hace egoísta y encerrarse en sí mismo, sin importarle lo que pase a su prójimo (aborto, eutanasia, divorcio, hedonismo, etc) lo saca de su propia realidad natural hasta llegar a negar la misma como pasa con la ideología de género. De esta manera, lo enajena mentalmente sublimado sus sentimientos por encima de la razón, la ciencia, el sentido común, la ley natural, y no digamos ya de la ley de Dios. El pecado debilita al hombre haciendolo reo de sus instintos siempre insatisfechos, cuando no de su orgullo y vanidad intentando, como en las guerras, reducir al que tiene otra visión a la nada y al polvo, antes que llegar a un acuerdo (la vida de las personas no cuentan, solo los delirios de grandeza de los que están en el poder y la esclavitud de sus gobernados). El pecado mata la convivencia, porque ve al otro como un objeto antes que como una persona libre, un compañero o compañera que debe saber siempre que pasa por mi mente y como satisfacer todos mis vacíos y deseos insatisfechos. El pecado lleva, igualmente, a que enferme el cuerpo en muchos casos, porque alma y cuerpo forman una unidad sustancial e indivisible que se afectan mutuamente.
Por eso hoy si nos presentásemos ante Jesús para que curase todas nuestras enfermedades, tal vez lo primero que diría éste, al igual que le dijo al paralítico (esclavo de su incapacidad física, pero más de su pecado): «Ten confianza, hijo, tus pecados te son perdonados». Así pues pidamos antes que la salud física, la salud del alma, una voluntad libre, sin ataduras, un corazón inflamado de amor, capaz de acercarse a la realidad tal y como es, no como me la presenta el mundo que ha renunciado no sólo a Dios, sino a la verdad. A demás de pedirle igualmente a Jesús discernimiento para no caer en las trampas del díablo que son tan sutiles que casi parten de la mismo punto; del punto que conduce a Dios, pero el suyo (el del enemigo del alma) en sentido inverso. Dos líneas en sentido diametralmente opuestos, que mientras una conduce a la vida, la segundo a la muerte y sin que está última sea percibida como tal.

Oración: Señor hoy te pido una sanación integra de mi alma, ayúdame a ver mi ceguera espiritual: a sanar las heridas de mi alma; ayúdame a perdonar de corazón; a dar la vida y a dar vida antes que a pedir cuentas; dame un arrepentimiento sincero de todos mis pecados y haz que caiga a mis pies, por mucho que me duela, toda la oscuridad que hay en mi interior.

https://evangeliodeldia.org/SP/gospel/2022-06-30

Recomiendo ver también el comentario al Evangelio que viene hoy de San Cirilo de Alejandría por medio del enlace

Acerca de renaceralaluz

Decidí hace ya mucho tiempo vivir una vida coherente en razón de mis principios cristianos, lo que quiere decir que intento, en la medida que alcanzan mis fuerzas, llevar a la vida lo que el corazón me muestra como cierto: al Dios encarnado en Jesucristo con sus palabras, sus hechos y su invitación a salir de mi mismo para donarme sin medida. Adagio: El puente más difícil de cruzar es el puente que separa las palabras de los actos. Correo electrónico: 21aladinoalad@gmail.com

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