Jesús tomó la palabra y dijo:
«Vengan a mí todos los que están afligidos y agobiados, y yo los aliviaré.
Carguen sobre ustedes mi yugo y aprendan de mí, porque soy paciente y humilde de corazón, y así encontrarán alivio.
Porque mi yugo es suave y mi carga liviana.»

Comentario: como repetía con insistencia S. Juan Pablo II «no tengamos miedo de seguir a Jesús». Así debe ser, porque como observamos en el evangelio de hoy, Jesús no nos impone nada que no podamos llevar a cabo al decirnos, que su yugo es llevadero y su carga ligera. Jesús sin abolir la ley anterior, que se resumía en amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a ti mismo, nos da un nuevo mandato, amar al prójimo como Él mismo nos ha amado (dando la vida) y aunque este yugo nos pueda parecer inalcanzable e irrealizable -contradictorio con lo que hoy dice Jesús- no lo es, si tenemos en cuenta que Dios no es un Dios lejano, sino que se ha quedado con nosotros en la Eucaristía para fortalecernos, al igual que el Espíritu Santo que mora en nosotros (somos templos del E. Santo) cuando vivimos en gracia de Dios y nos anima e inspira en nuestras tareas y, por último, como sabemos, esa cercanía de Dios la experimentamos también en la oración, la cual él escucha siempre. No tengamos miedo, no estamos solos, ante los imposibles Jesús hoy nos dice como le dijo a San Pablo: «mi gracia te basta»
Por otro lado el amor que Jesús nos pide cargar, no es una palabra hueca y vacía, una palabra altisonante que se quede en humo. Dios es concreto y desea que apliquemos su Palabra en la vida cotidiana, en las relaciones: que no sea un amor fingido para un momento que estamos reunidos con los sentimientos por las nubes. No, Dios es un Dios vivo, que desea habitar en nuestro corazón para que Palabra y Vida vayan de la mano y su Reino se haga realidad en el mundo que habitamos; es decir en nuestro entorno. De tal manera es así, que Jesús con su vida, con los ejemplos sencillos que nos pone, especialmente en parábolas, nos enseña como hemos de concretar el amor que nos pide; y la manera de hacerlo hoy es con dos palabras que él práctica, en primera persona, entre sus discípulos y con el pueblo al que sirve. Hoy la manera que nos señala el Evangelio es la de ser pacientes como Jesús ( el cual tan solo se alteró una vez, y no por él, sino por el Padre, ya que habían convertido el templo en cueva de ladrones) y humildes también como él, que siendo Dios, se rebajó a la condición humana y nunca hizo alarde de su poder Divino, sino para otra cosa que hacer el bien.
Ser pacientes y humildes, en principio cuesta, pero es el único modo de neutralizar el mal, y por tanto, como nos dice hoy Jesús, de encontrar alivio; es decir la paz que tanto deseamos.

Acerca de renaceralaluz

Decidí hace ya mucho tiempo vivir una vida coherente en razón de mis principios cristianos, lo que quiere decir que intento, en la medida que alcanzan mis fuerzas, llevar a la vida lo que el corazón me muestra como cierto: al Dios encarnado en Jesucristo con sus palabras, sus hechos y su invitación a salir de mi mismo para donarme sin medida. Adagio: El puente más difícil de cruzar es el puente que separa las palabras de los actos. Correo electrónico: 21aladinoalad@gmail.com

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