14 Septiembre
Exaltación de la Santa Cruz, Fiesta
El Evangelio del día
Jesús dijo a Nicodemo:
«Nadie ha subido al cielo, sino el que descendió del cielo, el Hijo del hombre que está en el cielo.
De la misma manera que Moisés levantó en alto la serpiente en el desierto, también es necesario que el Hijo del hombre sea levantado en alto,
para que todos los que creen en él tengan Vida eterna.
Sí, Dios amó tanto al mundo, que entregó a su Hijo único para que todo el que cree en él no muera, sino que tenga Vida eterna.
Porque Dios no envió a su Hijo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él.»
Comentario: Se podría comparar el Reino de Dios como una carrera que transcurre por un entorno paradisíaco donde todos gozan y todos tienen premio, así fue en el principio de la creación, pero resulta que para que algo funcione y no sea un caos todo tiene unas reglas, el mismo orden del universo se rige con unas leyes matemáticas para que el universo no colapse y los planetas choquen entre sí. Del mismo modo Dios puso unas normas al hombre estando en el paraíso al principio de la creación, normas que el hombre se saltó, conociéndolas, por lo que se puede decir que él mismo se descalificó de dicha carrera quedando excluido de todos sus beneficios. No obstante Dios que es misericordioso, tuvo a bien, meternos de nuevo a todos en esa carrera de gloria y dicha mediante el rescate que Jesús pagó por nosotros comprándonos para Dios Padre, y justificándonos ante él mismo al precio de su Sangre. Jesús por tanto, como bien dice el evangelio de hoy no ha venido a juzgarnos, sino todo lo contrario a sálvarnos. A sálvarnos a todos, y para ello, de principio, todos tenemos el dorsal para correr en esta carrera. Si aceptas entrar a correr Jesús no te va a poner impedimento, porque no excluye a nadie, no juzga; todos estamos invitados en la carrera de principio, y no importa tu nacionalidad, tus cualidades, tus defectos, absolutamente nada de lo que hicistes con anterioridad a aceptar esa invitación, a entrar en esta carrera de salvación, la cual tiene también una meta, con una recompensa aún mayor de vida Eterna Junto a Dios. Pero… pero resulta que Dios es orden, transparencia, luz, verdad, vida, al contrario que el Príncipe de las Tinieblas, que es engaño, confusión, caos, desorden. Y por lo mismo, como Dios es orden, nos dice con verdad, desde principio, como debemos participar en la carrera de la Vida Eterna, en la carrera del bien y del gozo, para que esa salvación nos alcance y nosotros mismos no nos descalifiquemos saliéndonos de ella. La norma, el orden, la vida, es creer en él hijo de Dios, en Jesucristo, segunda persona de la Trinidad, Dios mismo -por el cual fueron creadas todas las cosas- y por el cual y mediante el cual, solamente, podemos salvarnos. Así es, puesto que fuera de Él no hay más Dios, menos aún, otro ser humano como nosotros (falible) que tenga el Poder y en el que resida la Verdad, que solo Dios posee.
Buenos días nos de Dios, hoy estamos llamados como S. Pablo nos conmina a la lucha, es una pelea, una batalla que tenemos que librar, pero sabemos que es la pelea y la batalla buena la que nos califica. Por eso nos dice en (1 Timoteo 6:11-12): Pelea la buena batalla de la fe, echa mano de la vida eterna, a la cual asimismo fuiste llamado.