Martes de la 2a semana de Cuaresma
El Evangelio del día
Evangelio según San Mateo 23,1-12.
Jesús dijo a la multitud y a sus discípulos:
«Los escribas y fariseos ocupan la cátedra de Moisés;
ustedes hagan y cumplan todo lo que ellos les digan, pero no se guíen por sus obras, porque no hacen lo que dicen.
Atan pesadas cargas y las ponen sobre los hombros de los demás, mientras que ellos no quieren moverlas ni siquiera con el dedo.
Todo lo hacen para que los vean: agrandan las filacterias y alargan los flecos de sus mantos;
les gusta ocupar los primeros puestos en los banquetes y los primeros asientos en las sinagogas,
ser saludados en las plazas y oírse llamar ‘mi maestro’ por la gente.
En cuanto a ustedes, no se hagan llamar ‘maestro’, porque no tienen más que un Maestro y todos ustedes son hermanos.
A nadie en el mundo llamen ‘padre’, porque no tienen sino uno, el Padre celestial.
No se dejen llamar tampoco ‘doctores’, porque sólo tienen un Doctor, que es el Mesías.
Que el más grande de entre ustedes se haga servidor de los otros,
porque el que se ensalza será humillado, y el que se humilla será ensalzado».
Extraído de la Biblia: Libro del Pueblo de Dios.
San Carlos de Foucauld (1858-1916)
ermitaño y misionero en el Sahara
Salmo 40 (Méditations sur les psaumes, Nouvelle Cité, 2002).
“No tienen más que un maestro y todos ustedes son hermanos” (Mt 23,8)
“A nadie llamen “padre” porque no tienen sino uno, el Padre celestial” y “todos ustedes son hermanos” (cf. Mt 23,8-9). Lo dice claramente mi Señor Jesús: todos los hombres forman una gran familia. Todos son hermanos, Dios es el Padre común. Todos deben tener unos por otros los pensamientos, las palabras, los actos que un buen padre desea que sus hijos tengan entre ellos.
El amor que el mejor de los padres desea ver reinar entre sus hijos, he aquí el amor que debemos tener a todos los hombres, sin excepción. Nuestro modelo, Jesús, nos da el ejemplo: Dios viene sobre la tierra para mostrarnos bajo forma humana cómo quiere que cada hombre ame a los otros hombres. ¿Qué hace Jesús? Vive treinta cuatro años y da su sangre en medio de los más terribles tormentos para la santificación y salvación de todos los hombres. No solamente de todos en general sino de cada uno en particular. Por eso, de cada uno podemos decir: por este hombre Jesús murió, para salvarlo y santificarlo. Luego de dar el precepto del amor, Jesús ha dado el ejemplo. Cómo dijo San Pablo, por Cristo “han sido comprados, ¡y a qué precio! (cf. 1 Cor 6,20).
Cada hombre es nuestro verdadero hermano en Dios. Cada hombre fue amado tanto y estimado tan altamente por Jesús, que murió por él. Todo hombre debe aparecernos como hermano y un hermano que está como cubierto por un manto de Sangre de Jesús.