Si hace tiempo que no lo haces te invito a orar:
Señor haz que yo sepa apreciar tu misericordia y tu bondad todos los días de mi vida, que pueda ver en los acontecimientos, diarios, como extiendes tu protección, tu amor y tu bondad sobre mi y mis hermanos. Que recuerde siempre cual fue la mano que me saco de la esclavitud del pecado y de la red donde me tenían atrapado mis enemigos, que recuerde el abismo a donde fuiste a rescatarme y no me olvide que me llevaste a tierra firme a precio de sangre, de la tuya. Señor hazme uno contigo, estoy llamando a tu puerta, la arena del desierto se me ha pegado por todas partes y me pesa como una losa; la sequedad a la que fue expuesta mi alma me impide derramar lágrimas por ti y mis hermanos. Quiero llorar por ti, morir de vergüenza por mi dureza de corazón y la de mis hermanos, permítemelo Señor. Enternece y ablanda mi corazón: podría estar llorando el resto de mi mida y aún así no pagar todo el bien que me has hecho. Déjame pasar a tu morada para que el corazón vuelva a circular al ardor de tu presencia. Hazme no estar pendiente del milagro para darte gracias en todo momento; para alabarte y reconocerte, también, en los momentos de agitación y contrariedad. ¡Oh Padre eterno! envía luz y entrañas de misericordia, sobre todos los que tenemos el corazón encallecido, para que seamos signo de ti entre los incrédulos y, especialmente, sobre los despreciados del mundo; tus predilectos: haz que sus llantos sean los míos, sus angustias las mías y sus pobrezas mis desvelos. ¿Señor que será de tu cruz, sino me hago uno contigo? ¿dónde quedará tanta vigilia por los montes, dónde tamaño desprecio, dónde tanta soledad, dónde tanto dolor, dónde inconmensurable traición; y, luego, donde perdón tan sublime y misericordia tan infinita? Acaba ya para siempre con mi afán de ser estimado por todos, mi orgullo, mi ira, mis miedos. Y hazme, a cambio, gozar por un instante con las delicias de tu amor en tu presencia, para de esta manera poder ver al hermano como tú lo ves, en su anchura y profundidad, y no bajo el prisma y el tamiz de mis propias debilidades; hazme puro para que saque lo mejor de cada cual y de cada situación. ¡Dios mio cuanto te anhelo!
Padre te llamo e imploro, en esta hora y en el nombre de tu hijo Jesucristo, para que por la acción del Espíritu Santo, sanes nuestros traumas, nuestra ceguera espiritual y nuestra falta de fe; especialmente aquellas miserias, propias, que impiden que los demás reconozcan en nosotros, que Tú eres, que Tú vives, que Tú actúas. Señor Dios muéstrame tu poder; pero sino, hazme dócil, porque el amor más sublime es esperar sin ver y amar en el desprecio y la humillación de los hombres. Cante de alegría mi alma, exulte de gozo, alabe al Señor mi Dios: ¡bendito seas por siempre! cantemos todos al señor: ¡bendito sea tu hijo amado! porque todo lo hizo para nuestro bien. Que se abra la tierra y ruja para cantar ¡loado sea tu nombre! Pajarillos, flores, bestias, natura toda, santos del cielo, coros celestiales, almas purgantes, hermanos separados, tierra entera despertad y cantad: ¡Glorioso es tu nombre por todas las edades!.
Te quiero Padre ¡Alabado sea tu nombre! EL QUE ES, EL ÚNICO