¿Porqué sigues empeñado en el fracaso? Mira hacia atrás, a tu pasado, y verás que todo lo que construiste, al margen de Dios, fracasó. ¿Porqué no te das por vencido, porqué quieres llegar a la ancianidad fracasando una y otra vez, poniendo tu confianza en los hombres, en el dinero, en el placer, si todo eso se ha ido desmoronado a tu alrededor? Todos los imperios cayeron, todos los salvadores de patrias pasaron y con ellos sus proyectos. El mundo se desmorona a tu alrededor envuelto en inmoralidad y sigues empeñado en negar la evidencia y en echar la culpa a los demás, sin sacar primero la viga de tu ojo ¿hasta cuándo? ¿porqué no te rindes? ¿que fuerza te gobierna, tú que tanto hablas de libertad? ¿porqué renuncias a ejercerla contigo mismo y dices basta? ¿porque no rechazas al enemigo de tu alma y de tu vida? ¿porqué sacrificas la eternidad por la nada y el vacío del presente? ¡A vivir que son dos días! ¿y es verdad que vives? ¿no será más bien que te arrastras en el lodazal de lo efímero, subyugado por tus temores? ¡Despierta! no fuiste creado para arrastrarte tras propósitos perecederos e inútiles, sino para vivir en la verdad y en el amor de aquel que es la Verdad y el Amor, Jesucristo, de aquel que te descubre cual es la verdadera vida aquella que no perece más allá de la muerte, la vida del espíritu, de la compasión, de la esperanza, de la paz, de la fraternidad, del corazón. ¡Despierta, si realmente te amas a ti mismo! para Dios nunca es tarde, porque él no vive en el tiempo, sino en tu corazón y fuera de él, aguardándote, para darte su misma vida, esa que llevas buscando por tanto tiempo sin poder atraparla por tu orgullo o por medio.