NO ESTÁS SOLO, NO TEMAS (Isaías 41:10)
No temas, porque yo estoy contigo;
no te desalientes, porque yo soy tu Dios.
Te fortaleceré, ciertamente te ayudaré,
sí, te sostendré con la diestra de mi justicia.
Ciertamente, como he escuchado muchas veces, una cosa es oír la palabra de Dios y otra, bien diferente, experimentarla en el corazón.
Ayer fui testigo de ello -como otras veces- que el Señor me ha dado a conocer que, efectivamente, Él es fiel y cumple su palabra cuando lo tienes por meta, vida y fin de tu existir.
Todos sabéis que estos días, especialmente para las personas mayores, son un poco tristes porque recordamos a familiares ya fallecidos; también porque es tiempo de revisión debido a que se acerca el nuevo año y, mirado hacia atrás, vemos que no todos nuestros proyectos se han podido realizar.
Que importante es fiarse de Dios. Sin fe, se nos dice en la Escritura, es imposible agradar a Dios, por eso debemos pedirle constantemente que aumente nuestra fe. Así es y así fue como lo experimenté ayer en la soledad en mi hogar. Las personas hacen verdaderas locuras para no experimentar la soledad en su vida y su vacío existencial, también hubo un tiempo en el cual yo mismo actué descerebradamente para no sentir ese abismo de soledad.
No hay nada más que mirar en nuestros pensamientos -¿qué tal si salieran a la luz y fuesen conocidos de todos?- también nuestras acciones, para que todos se diesen cuenta de lo que somos en realidad, nada: vacío, necesidad, temores, insatisfacciones, etc. Pues bien, ningún otro vacío, es decir ninguna otra cosa creada, ningún otro hombre o mujer, puede dar lo que no tiene. ¿Quién puede llenar, entonces, esa vasija de barro inconsistente y quebradiza que soy yo? Sólo Aquel que está lleno, Aquel que hizo la vasija y la puede reparar cada vez que se rompe. Dios es mi alfarero, pero también el agua que da contenido a mi vasija y el sentido de mi existencia: ¿de qué vale una vasija vacía, sin el agua o el contenido que cubra toda su necesidad de ser llenada? Pues bien, así me sentí yo ayer, llenado de Dios en mi soledad (muy al contrario que cuando actué a mi modo, buscando donde no hay) y además viendo una película, típica de la navidad, lacrimosa donde chico y chica, aparentemente, encuentran a la persona ideal que andaban buscando en medio de su soledad.
Anoche experimenté, en esa situación que invitaba a entristecerse, por la propia soledad de no estar acompañado de otra persona, que había elegido la mejor compañía, que no necesitaba buscar a la desesperada calor humano, ni reconocimiento como otras veces, que sólo me sentia atado a la necesidad de Dios y que esa compañía estaba colmando ese otro vacío de compañía humana, que sólo Dios puede completar totalmente. El gozo me inundaba anoche, en esa experiencia de Dios, llenando mi vacío existencial y me sentía afortunado de tenerle y de ir conociendo que, una vez más, Dios, por medio de su hijo Jesucristo, cumple sus promesas y no te deja sólo, a pesar de que experimentes tu pobreza y la aceptes, porque esa pobreza es tu realidad y la mía; mientras la de Dios es, la plenitud Infinita.