Que significa para un creyente tener dignidad o ser digno. Parece que el centurión del evangelio que pide a Jesús sanidad para su sirviente, tenía bastante más claro que muchos fariseos -que ponían la dignidad de la persona en el cumplimiento de la ley- que es ser digno delante de Jesús. De algún modo el centurión intuyó -por el poder de sanación de Jesús, por lo que había oído hablar de Él, y por lo que llegó a captar en ese bis a bis que tuvieron de palabras cuando se encontraron- que él, frente a Jesús, era un ser insignificante. El centurión que ostentaba un rango ya de por sí relevante dentro del imperio romano y que, a su vez, velaba por que se cumplieran las leyes romanas dentro de los territorios conquistados, como era Palestina; no vio en Jesús un súbdito, un lacayo al cual ordenar imperativamente o coercitivamente la sanación de su sirviente. Con sus palabras (Señor, no soy digno de que entres en mi casa; basta que digas una palabra y mi sirviente se sanará) el centurión desvela su rico mundo interior, él se da cuenta que su poder terrenal actúa en un plano inferior al poder sobrenatural de Jesús, y por eso mismo se siente pobre e indigno de que tal personaje, Jesús, visite su casa. El centurión que es capaz de hacer “comer tierra” a sus subordinados, se siente nada, ante a aquel personaje que curaba a los enfermos e incluso resucitaba a los muertos.
Pero esta lectura del evangelio, como toda Palabra de Dios, es tan actual hoy como ayer, y muchas veces son los más alejados o los más sencillos, los que dan lecciones de fe y esperanza a los teólogos o a los más entendidos, contaminados por la lectura al entrar en contacto con filosofías y antropologías que no tienen en cuenta a Dios.
Así es y me explico: no en pocas ocasiones he leído o escuchado de articulistas y predicadores dentro de la iglesia, también fuera por supuesto (porque como acabo de decir esto viene por una contaminación de filosofías materialistas y escépticas), expresar que la persona pierde su dignidad cuando pierde su trabajo, cuando es explotado, cuando está postrado por una grave enfermedad, cuando es maltratado, cuando no alcanza cierto nivel de renta, etc. Pues bien, frente a este pensamiento ¿alguien podría decir que Jesús perdió su dignidad, cuando fue despreciado por sus parientes y por su pueblo? ¿cuándo fue torturado hasta la extenuación? ¿cuándo tuvo que pagar tributo ante un imperio que tenia sometido a su pueblo? En ningún momento Jesús perdió su dignidad, sino más bien todo lo contrario, ya que la supo mantener, en esos momentos, en los niveles más sublimes que se pueden esperar de cualquier ser humano. Jesús sabía donde residía la dignidad humana, no en circunstancias externas y pasajeras que no depende de la propia persona que la sufre, sino en el interior del hombre. El hombre es Imagen de Dios, y el hombre pierde su dignidad cuando desea conscientemente ocupar el lugar de Dios y decide por sí mismo que hace a un hombre digno o no. ¿Qué persona es la que pierde su dignidad, aquella que se queda sin trabajo (que tiene a Dios por baluarte y defensa) o aquella que despide al trabajador para aumentar la cuenta de resultados a fin de año? ¿Quién es la persona indigna aquel que explota a su prójimo, o aquella que aguanta el chaparrón porque sabe que sus hijos tienen que comer todos los días y a pesar de ello cumple en su trabajo? ¿Quién es la persona indigna, el pobre que está en la calle tirado, o la persona que se dirige al supermercado a llenar el carro de la compra y pasa a su lado con la mayor de las indiferencias?
El hombre pierde su dignidad, cuando pierde la imagen de Dios en él. Qué hacer entonces para no perder la imagen de Dios en nosotros que, como ya hemos dicho, no consiste en algo externo a la persona. Lo que debemos hacer es atender a la revelación, a las Escrituras, allí se nos da a conocer quién es Dios y cómo actúa Dios en la segunda persona de la Trinidad, para que copiemos su imagen en nosotros, oscurecida por el pecado original. La dignidad reside en la persona cuando, al igual que Jesús, obedecemos al Padre, del cual procede todo menos el pecado, y damos la vida, literalmente, por nuestros hermanos. «Un mandamiento nuevo os doy, dice Jesús, que os améis unos a otros como yo os he amado»; es decir, renunciar a mí mismo, como el grano de trigo que se pudre en tierra para dar fruto y renacer, después, en nueva vida y para dar vida; en el caso del hombre con la misma identidad de Cristo: por eso muchos santos hasta recibieron los estigmas de cristo, e incluso la incorruptibilidad de su cuerpo o parte de él.
Oración: Señor que no olvidemos nunca que el protagonista de la historia eres tú, y que el hombre, por sus propios medios, olvidando tu imagen y su destino, es lo que es (egoísmo)y vuelve a donde lo tomaste antes de darle tu aliento de vida: al polvo de la tierra.
Y tomando la palabra Jesús, les enseñaba diciendo:
Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos.Bienaventurados los mansos, porque ellos poseerán en herencia la tierra. Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados.Bienaventurados los que tienen hambre y sed de la justicia, porque ellos serán saciados.Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia. Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios.Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios.Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los Cielos. Bienaventurados seréis cuando os injurien, y os persigan y digan con mentira toda clase de mal contra vosotros por mi causa.Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en los cielos; pues de la misma manera persiguieron a los profetas anteriores a vosotros.
Pd. El cardenal, Van Thuan, hoy en proceso de beatificación, no se sintió indigno por su encarcelamiento injusto durante 13 años, sino más bien, todo lo contrario, dignificó su persona aceptando la situación por la que Dios había permitido que pasara derrochando amor a sus carceleros y no renegando de Dios. https://es.aleteia.org/2017/05/04/el-cardenal-van-thuan-mas-cerca-de-los-altares/