Cuando alguien hablando de Dios te incomode con sus palabras, has de tener en cuenta que tal vez no sean sus palabras las que te molesten, sino la luz de tu conciencia. Entonces, con humildad, reconoce tu pobreza ante el Señor y pídele fuerzas para seguir en obediencia por el camino trazado por él; y éste, el Señor, que te ama hasta el punto de haber entregado su vida para que tú salves la tuya; es decir, con locura, atenderá tu petición. El juicio de cualquier manera ha de venir, más pronto que tarde, mates al profeta o lo pongas contra las cuerdas desprestigiando su integridad y enseñanza. Y no sólo el juicio, sino tu propia decadencia y la de la comunidad si no atiendes al grito de alarma del enviado de Dios.
Primera lectura de hoy del Libro de Jeremías (18,18-20):
Ellos dijeron: «¡Vengan, tramemos un plan contra Jeremías, porque no le faltará la instrucción al sacerdote, ni el consejo al sabio, ni la palabra al profeta! Vengan, inventemos algún cargo contra él, y no prestemos atención a sus palabras».
¡Préstame atención, Señor, y oye la voz de los que me acusan!
¿Acaso se devuelve mal por bien para que me hayan cavado una fosa? Recuerda que yo me presenté delante de ti para hablar en favor de ellos, para apartar de ellos tu furor.
Para orar con el salmo 31 (30)
Sácame de la red que me han tendido,
porque tú eres mi refugio.
Yo pongo mi vida en tus manos:
tú me rescatarás, Señor, Dios fiel.
Oigo los rumores de la gente
y amenazas por todas partes,
mientras se confabulan contra mí
y traman quitarme la vida.
Pero yo confío en ti, Señor,
y te digo: «Tú eres mi Dios,
mi destino está en tus manos.»
Líbrame del poder de mis enemigos
y de aquellos que me persiguen.