La lectura y el evangelio, nos traen hoy una gran lección, en primer lugar, que nuestra vida, si nos hemos doblegado a la voluntad de Dios, no está en manos de los que nos quieren anular o aniquilar, sino en las mismas manos de Dios; que, por lo general, siempre tiene un destino más alto sobre sus hijos que aquel que nosotros mismos hubiésemos podido imaginar en principio. En segundo lugar, nos invita a echar una mirada en nuestro interior; a salir de nuestra miopía, para no dejarnos conducir por los sentimientos de contrariedad, envidia o venganza, y a abrazar el consejo, por otra parte, de la persona enviada de Dios, en este caso a Jesús, el enviado del Padre, que antes de ser un impedimento u amenaza para nuestras vidas, es todo lo contrario, nuestra tabla de salvación. Así vemos que tanto José como Jesucristo, no mueren, ni se desesperan en la adversidad, cuando sus enemigos planean acabar con sus vidas (con Jesús lo intentaron en varias ocasiones y no lo consiguieron hasta que llegó la hora destinada por el Padre; y con José, pasa igualmente).
El que conoce la historia completa de José, sabe el paralelismo que su vida, en el plano terrenal, guarda con la vida de Jesús, en el espiritual. José termino convirtiéndose en la segunda personalidad más importante del Imperio Egipcio y antes de vengarse de la traición de sus hermanos, terminó siendo su tabla de salvación cuando, a causa de una gran sequía que asoló Israel y no tenían recursos con que alimentarse, recurrieron a las provisiones de Egipto,; por consiguiente a José. Jesús, sometiendo su voluntad a la del Padre, de igual modo, no tomó venganza sobre los que acabaron con su vida (Padre perdónalos porque no saben lo que hacen) y finalmente se convirtió en tabla de salvación para la eternidad, para todo aquel que quiera subirse a ella.
Esto -como toda palabra de Dios- nos trae una enseñanza y un modelo al que seguir e imitar: 1. confiar en los planes de Dios sobre mi vida, aunque los desconozca (fe) sin temer las acechanzas y zancadillas de las personas y sin desesperarme ante las adversidades del camino 2. Aceptar al enviado de Dios aunque su mensaje me incomode (a José no solo lo rechazaron por ser el preferido de su padre, sino porque era especial y Dios se manifestaba en él a través de sueños) 3. Al desamor y a la traición responder con amor, tal y como hizo José con sus hermanos y Jesús -que es nuestro modelo por antonomasia- con aquellos que, incluso, estaban acabando con su vida.
Estas tres actitudes ante los acontecimientos nos traen paz, gozo y salvación ¿Te apuntas a la Vida?
Te dejo un enlace para que puedas ir a las lecturas de hoy. Cuando abras el enlace, en su margen izquierda verás la imagen de tres libros en pequeño para que clikes encima. Cada uno de ellos corresponde a una lectura:
https://evangeliodeldia.org/SP/gospel/2019-03-22
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