Que, jamás se transformen en rutinarios tus amaneceres y la suave caricia de los rayos de sol en un atardecer de invierno; ni el canto de los pajaritos, ni el juego de los niños, ni el abrazo de un anciano, ni la caricia de un padre, ni la ternura de una madre: cada uno de ellos regalos de Dios, el creador de todas las cosas.
Que tengas por tarea rescatar lo positivo de cada persona que se cruce en tu camino; especialmente apoyando y reconociendo sus virtudes. En la Biblia se nos dice que ellas fueron hechas a Imagen de Dios y, siempre, tendrán la oportunidad de rechazar la oscuridad, para que vuelva a brillar el rostro de Dios en ellas. Como sabemos los Dones de Dios son irrevocables: grandes pecadores se convirtieron y otros incluso llegaron a la santidad
No te olvides, así mismo, de saborear la comida detenidamente, aunque «solo» se trate de pan y agua. Compórtate con generosidad, siempre, porque el vínculo de hermandad que Jesús, nos regaló (haciéndonos a cada uno hijos predilectos del Padre Eterno) es más fuerte que los vínculos de sangre: <<Porque todo aquel que hace la voluntad de Dios, ése es mi hermano, y mi hermana, y mi madre>> (Lc 8,21).
Para seguir ensanchando el corazón, te pediría, encarecidamente, que encuentres algún momento durante la jornada, aunque sea corto y breve, para elevar tu mirada hacia lo alto y agradecer a Dios, por el milagro de la vida, el amor, la familia, la amistad; y tantos y tantos otros como la belleza, la poesía, la inocencia de un niño, la generosidad y el afecto de los humildes, de los limpios de corazón. Y por encima de todo, el amor con que nuestro Padre celestial, nos ha atraído hacia su hijo, dándonos a conocer y saborear el misterio de su Salvación.
También, para con tus hermanos, los hombres, no te avergüences de expresar el amor que sientes por ellos (no hay mayor regalo). No esperes que se mueran para resaltar sus virtudes, reconocer la ayuda que te prestaron y decirles que les quieres.
No alimentes tu rencor de conjeturas y malos pensamientos (la vida ya te ha demostrado en más de una ocasión, que estabas equivocado) de cualquier modo las personas pueden cambiar, las piedras, no. En cambio cuando te asalten las dudas, cuando las tinieblas pueblen tu mente y el recelo no te deje vivir, sal a pasear y, sin engañarte, mira en el fondo de tu corazón y descubrirás que no eres tan diferente a ellos <<El que esté libre de pecado que tire la primera piedra>>. Ya, disipados los rencores mira de nuevo fuera de ti: descubrirás que hay un bello atardecer donde extasiarse y que tú conciencia, ahora, respira libre.
Que llegues cansado y satisfecho al anochecer por la tarea realizada, que no siempre sale bien, y hay que aceptarlo (soy limitado). Y que tu sueño lo entregues en manos de Dios, porque solamente el Omnipotente, puede convertir tu debilidad en fortaleza en el nuevo amanecer. Ya nos lo dice en Joel 3,10: <<diga el débil: Fuerte soy. Y en Salmos 9,12 << Diré yo al SEÑOR: Refugio mío y fortaleza mía, mi Dios, en quien confío. …>>. O en Proverbios 29:25 <<El temor al hombre es un lazo, pero el que confía en el SEÑOR estará seguro.>>
Pon tu vida en el trabajo, pero no confundas tu trabajo con tu vida (un día te puede faltar tu trabajo o tu salud y de no haber puesto en práctica este consejo serás víctima de la depresión y la ansiedad) porque además se te han encomendado otras tareas: ejercer de padre, esposa, hijo, compañera, hermano, amigo, guia, educador, etc. Ni tampoco confundas el valor de las personas con su dinero y sus conocimientos, porque de ser así las conviertes en trastos de usar y tirar (y, como bien sabes, las heridas del alma son más difíciles de cicatrizar que las del corazón: en ocasiones llevan a algunas personas a la muerte).
Otro consejo -si me lo aceptas- querido amigo, es que no te creas más que nadie, porque, todos fuimos creados del mismo lodo. Y solamente, como se nos recuerda en las Escrituras, uno solo hay bueno y sabio, a saber, Dios mismo.
Además, no te olvides, ni por un instante, que cada segundo de vida es un regalo, un obsequio de nuestro Padre Eterno, que puede suspenderse en un abrir y cerrar de ojos. Si fuésemos realmente consciente de esto, bailaríamos y cantaríamos de alegría, sin dar importancia a cosas pasajeras que hoy son pero que mañana ni siquiera permanecen en el recuerdo. Tenemos que entrar en el misterio de Dios, con un sí confiado, (el mismo Fiat de la Virgen María) como un pequeñísimo homenaje a su Amor que nos acoge, nos abraza y nos bendice, gratuitamente.
Feliz aquel que tiene como propósito de vida amar como Jesús nos amo y nos ama; dando la vida por salvar la de todos.