Es muy habitual escuchar decir entre los cristianos de nuestro tiempo la celebre frase de S. Agustín ama y haz lo que quieras y la verdad que tenia toda la razón del mundo, si amamos haríamos cualquier cosa que no ofendiese a Dios, ni menoscabara la integridad física o moral del hermano. Pero esta frase en ocasiones se utiliza para todo lo contrario, más que para agradar a Dios y someter nuestra voluntad a la de Dios, para contentarnos a nosotros mismos como queda reflejado en el comentario de las lecturas de hoy de S. Gertrudis. Y esto sucede porque en nuestra cultura tenemos un concepto del amor que, por lo general, se suele confundir e identificar con los sentimientos, algo muy alegado de lo que se nos muestra en Jeremías (17, 9-10) El corazón es más traicionero que cualquier otra cosa y es desesperado. ¿Quién puede conocerlo? Yo Yahveh, examino el corazón, analizo los pensamientos más íntimos, para pagarle a cada uno según su conducta, según el fruto de sus obras. De este modo pues, si queremos saber en realidad que es amar tenemos que ir a la fuente primera del amor, al agua que salta a la vida eterna y que colma toda sed, y beber de esa agua que tanto añoraba la mujer samaritana aún sin saberlo. Esa fuente como ya puedes imaginarte no es otra que Jesús, Él cual, a diferencia del ser humano, nos enseña que el amor no es buscarse a si mismo, sino que el amor verdadero es el amor de salida, el amor oblativo, el que entrega la vida a la voluntad del Padre Eterno, incluso por encima de toda comprensión y lógica humana, como tener que dar la propia vida si llegara el caso. Por esto, para saber si estamos amando realmente o si nuestro corazón traicionero nos lleva a buscarnos a nosotros mismos (todo lo contrario de negarse a si mismo) hagamos un análisis de vida a la luz de los mandamientos dados por Dios a Moisés, fuente de vida como el propio Jesús porque ambos provienen de Dios, y están en Dios como una unidad (en el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios). Y dice la primera lectura de hoy, que en su cumplimiento, también, nos va la vida o la muerte. Y ello porque todo lo que proviene de Dios esta hecho y diseñado por amor y para nuestro propio bien. Así pues, hermanos no enfoquemos nuestra vida en tal o cual pecado, enfoquemos nuestra vida en amar oblativamente como Jesús (el último lugar para mí y el primero para Dios y los hermanos), y para saber si realmente lo estamos haciendo bien, hagamos de vez en cuando un examen, profundo, a la luz de los Diez mandamientos.
Deuteronomio 30,15-20.
Moisés habló al pueblo diciendo:
Hoy pongo delante de ti la vida y la felicidad, la muerte y la desdicha.
Si escuchas los mandamientos del Señor, tu Dios, que hoy te prescribo, si amas al Señor, tu Dios, y cumples sus mandamientos, sus leyes y sus preceptos, entonces vivirás, te multiplicarás, y el Señor, tu Dios, te bendecirá en la tierra donde ahora vas a entrar para tomar posesión de ella.
Pero si tu corazón se desvía y no escuchas, si te dejas arrastrar y vas a postrarte ante otros dioses para servirlos, yo les anuncio hoy que ustedes se perderán irremediablemente, y no vivirán mucho tiempo en la tierra que vas a poseer después de cruzar el Jordán.
Hoy tomo por testigos contra ustedes al cielo y a la tierra; yo he puesto delante de ti la vida y la muerte, la bendición y la maldición. Elige la vida, y vivirás, tú y tus descendientes, con tal que ames al Señor, tu Dios, escuches su voz y le seas fiel. Porque de ello depende tu vida y tu larga permanencia en la tierra que el Señor juró dar a tus padres, a Abraham, a Isaac y a Jacob.
Salmo 1,1-2.3.4.6.
¡Feliz el hombre
que no sigue el consejo de los malvados,
ni se detiene en el camino de los pecadores,
ni se sienta en la reunión de los impíos,
sino que se complace en la ley del Señor
y la medita de día y de noche!
El es como un árbol
plantado al borde de las aguas,
que produce fruto a su debido tiempo,
y cuyas hojas nunca se marchitan:
todo lo que haga le saldrá bien.
No sucede así con los malvados:
ellos son como paja que se lleva el viento.
Porque el Señor cuida el camino de los justos,
pero el camino de los malvados termina mal.
Evangelio según San Lucas 9,22-25.
Jesús dijo a sus discípulos:
«El Hijo del hombre, les dijo, debe sufrir mucho, ser rechazado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, ser condenado a muerte y resucitar al tercer día».
Después dijo a todos: «El que quiera venir detrás de mí, que renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz cada día y me siga.
Porque el que quiera salvar su vida, la perderá y el que pierda su vida por mí, la salvará.
¿De qué le servirá al hombre ganar el mundo entero, si pierde y arruina su vida?
Comentario por Santa Gertrudis de Helfta (1256-1301) monja benedictina
El Heraldo, Libro III, (Œuvres spirituelles, Cerf, 1968), trad. sc©evangelizo.org» Que tome su cruz y me siga» Estando enferma, en la cercanía de una fiesta, Gertrudis expresó al Señor el deseo de un alivio para poder celebrarla. Sin embargo, se sometía sin reservas a su entera voluntad. El Señor le dio esta respuesta: «Expresando tu deseo y sobre todo remitiéndote a mi voluntad, es cómo si me condujeras a un jardín de delicias, con canteros floridos y acogedores. Pero debes saber que si escucho tu deseo, para que puedas participar en la celebración, sería cómo si yo te siguiera al cantero de tu elección. Si al contrario, no te escucho y perseveras en la paciencia, es cómo si me siguieras al cantero de mi elección. En el estado de deseo en medio del sufrimiento, encuentro más reconocimiento hacia mí que en el de una piedad cumplida.
Extraído de https://evangeliodeldia.org/SP/gospel