Acabo de leer un artículo de un escritor y paisano mío que habla del amor, el cual yo remarcaria, para hacer sangre  (soy guerrero y combativo de nacimiento); ¡el artículo… claro está! con una reflexión personal que me ha surgido de la lectura del mismo: desde hace tiempo, como dos décadas atrás, vengo observando en la sociedad un virus de inanición de los sentimientos del cual, me atrevería a asegurar, que está contagiado un noventa por ciento de la población, al menos de la población occidental.

Lo contrario al amor es la autocontemplación del yo, en eso están una gran mayoría de personas que, ensimismadas como narcisos, observan el mundo como algo ajeno a ellas. No se implican en nada (dicho de otro modo, solo viven para si mismas) permanecen pasivas -como estatua de bronce- que ve pasar la vida, aunque esta le salpique de excrementos. ¿Si así procede consigo, que puede esperar de ella aquel, que resguardado bajo su sombra, llora su soledad y sus penas? se ha vuelto tan antinatural y tan fría, a endurecido tanto el corazón, la autocontemplación, que ni siquiera se inmuta cuando otros desde fuera la visten de lucecitas, de retazos de cielo, de sabiduría y guirnaldas. Tan ensimismada se encuentra y tan temerosa a la muerte, que literalmente se muere porque no nació para vivir al resguardo de su fortaleza, sino libre para morir de amor, dando amor, en el campo de batalla de la vida que se le escapa.

La autocontemplación se ha vuelto tan ciega, tan sorda, que ya ni siquiera desea ser estatua que contempla, sino máquina (para ir con su época) en manos de alguien que apunta y dispara, sin piedad, a todo aquel que, como pájaro libre, vuela por su cuenta. 

Para ilustrar está observación nos podemos acompañar de unos versículos de la Biblia que describen a la perfección lo que ya sucedía por aquella época también: 

Mateo (11, 16-19)

En aquel tiempo, dijo Jesús al gentío:

«¿A quién compararé esta generación?

Se asemeja a unos niños sentados en la plaza, que gritan diciendo: «Hemos tocado la flauta, y no habéis bailado; hemos entonado lamentaciones, y no habéis llorado”.

Porque vino Juan, que ni comía ni bebía, y dicen: “Tiene un demonio”. Vino el Hijo del hombre, que come y bebe, y dicen: “Ahí tenéis a un comilón y borracho, amigo de publicanos y pecadores”.

Pero la sabiduría se ha acreditado por sus obras.

¡La Palabra de Dios, tan ilustrativa y atemporal como siempre…!

Concluyendo, solo me queda anotar, que alejados de la fuente que apaga toda sed y engendra toda semilla de amor universal y eterno en nosotros, de Jesús, nos volvemos estériles, cuando no inpasibles.

El artículo al que hacia referencia es el siguiente: https://www.arguments.es/lachispa/el-motor-de-mi-vida/

Acerca de renaceralaluz

Decidí hace ya mucho tiempo vivir una vida coherente en razón de mis principios cristianos, lo que quiere decir que intento, en la medida que alcanzan mis fuerzas, llevar a la vida lo que el corazón me muestra como cierto: al Dios encarnado en Jesucristo con sus palabras, sus hechos y su invitación a salir de mi mismo para donarme sin medida. Adagio: El puente más difícil de cruzar es el puente que separa las palabras de los actos. Correo electrónico: 21aladinoalad@gmail.com

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