Hoy el evangelio nos comenta el episodio de la multiplicación de los panes y los peces. En primer lugar nos habla del corazón del hijo de Dios, nos dice que se compadece de una gran muchedumbre que lo sigue y que está desorientada, y añade como ovejas sin pastor, lo cual le motiva a enseñarlos por largas oras para saciar su vacío existencial; para que tengan un motivo por el que vivir y luchar, una esperanza que los oriente a una meta donde reciban la corona de Gloria que el tiene para compartirnos. Pero, Jesús no solo se compadece en saciar el vacío espiritual que tiene esta muchedumbre en sus almas -la búsqueda de absoluto que todos llevamos por estar hechos a imagen de Él- sino que también, se compadece de sus necesidades perentorias, saciar el hambre y aliviarlos del cansancio físico que llevaba está multitud de personas, después de haber recorridos muchos quilómetros a pié.
De está manera Jesús pasa a la acción y pide a sus discípulos que le den de comer, seguramente para ponerlos a prueba, por la obviedad de que era algo imposible para ellos en esa circunstancia. En cualquier caso Jesús se sirve de lo poco que tienen sus discípulos a mano para saciar el hambre de esa pobre gente, y de este modo puedan tener la energía suficiente para regresar al hogar de sus casas para contar, con alegría y ánimo, la experiencia que han tenido junto a Aquel de quien todo el mundo habla como el salvador que esperan.
Enseñanza: hoy por un lado, el evangelio nos dice que Jesús es un Dios compasivo, que antes incluso de que le pidamos algo, él ya sabe de nuestras necesidades; la principal, llenar de sentido nuestra vida, pero también conoce que tenemos otras necesidades primarias sin las cuales difícilmente podemos realizar todo aquello para lo que hemos sido creados y destinados: multiplicarnos, dominar la tierra y vivir en obediencia a Dios y en amor y armonía con el hermano.
No obstante Jesús, nos está diciendo, implícitamente, que aunque la tarea es ardua y nuestro esfuerzo no sea suficiente para afrontar tamaña empresa, el estará ahí para suplir nuestras carencias, y de este modo multiplicar todos los dones que haya puesto en nuestras manos.
Oración: te pido Señor que me des la paz y la iluminación suficiente para saciar este anhelo de Eternidad que llevo conmigo, tal vez sea suficiente con no querer tener ya, en este momento, lo que me tienes reservado para más adelante. Señor, tú conoces muy bien, que nadie puede dar lo que no tiene, por eso hoy me presento ante ti, con lo poco que soy y lo poco que tengo. Todo lo pongo a tu disposición, para que lo multipliques según creas conveniente, yo por mi parte me conformo con dar y repartir lo tuyo y nada más. Un abrazo mi querido hermano, mi Jesús, mi Señor y Maestro.
https://evangeliodeldia.org/SP/gospel/2022-01-08
