«Lo que sale del hombre es lo que lo hace impuro»
El evangelio de hoy vuelve de nuevo a separar, diferenciando, lo que nos hace puro, de lo que no, es decir lo que hace que el hombre se aproxime a esa perfección, imagen de Dios, para la que fue creado.
Se podría igualmente decir, que ser puros es vivir en la libertad de los hijos de Dios, vivir del Espíritu y sin apegos.
De este modo vemos que también en nuestra época se le da más importancia a los aspectos externos que nos hacen ser admirados por la gente de nuestro entorno que a apagar ese fuego que, partiendo del interior, nos disminuye como personas, nos mancha y en la mayoría de los casos termina por afectar la convivencia y la paz de nuestro entorno. Y es que cuando uno no trabaja para plasmar en él esa imagen de Dios para la que fue creado, (haciéndose uno con Él, que no el mismo), seria semejante a aquel animal silvestre que en lugar de seguir su instinto, adoptase otras pautas de comportamiento, rompiendo así el equilibrio ecológico.
El mundo, pues, se ha convertido en un gran selfie, esclavo de guardar las apariencias, aparentando (valga la redundancia) ser feliz cuando debería domesticar todos esos caballos desbocados que desde su interior lo arrastran a lo más abyecto de sí mismo y, por consiguiente, a lo más alejado de Dios.
Oración: buenos días Padre amado, hoy tú hijo, un día más, nos muestra con este Evangelio, lo que nos edifica de lo que nos envilece. De este modo, te pido perdón y al mismo tiempo fortaleza para que, de ahora en adelante, anteponga mi conciencia y tú Palabra, por delante del temor a ser juzgado, criticado y rechazado.
Te doy gracias Señor, y no me cansaré nunca de hacerlo, porque tú das sin medida todo aquello que por otro lado en ocasiones tememos perder. ¡A tí sea dada toda gloria y la alabanza! ¡Bendito seas Espíritu Santo por derramar todos tus dones en estas vasijas de barros quebradizas que somos nosotros! ¡Quién como tú Señor…! ¡Acompañame espíritu divino a lo largo de esta jornada; líbrame de todo aquello que quiera colarse en mí mente y en mí alma que no proceda de tí! ¡Un fuerte abrazo Papá!